PASO… más allá la inundación

El principal dirigente opositor, Macri, envió mensaje conciliador a lo más granado del establishment.

Redacción

Por Redacción

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

Las lluvias eran preexistentes. Pero a las PASO, que no fueron lo suficientemente ordenadoras como se preveía, sucedieron inundaciones tan fuertes en el distrito que reúne el 38% del padrón nacional que terminaron dañando al presidenciable más votado y por ello mejor parado con miras a la primera vuelta del 25 de octubre. En efecto, experto en marketing, Daniel Scioli, del Frente para la Victoria (FpV), aventajó por más de 8 puntos a Cambiemos, con Mauricio Macri a la cabeza, y por 18 a UNA, de Sergio Massa, pero tuvo el poco tino de irse a Italia en medio del desastre meteorológico. Exponerse de esa manera (por más que luego retornó de urgencia y explicó que el viaje personal obedeció a los malestares psíquicos y físicos aparejados por el “esfuerzo extenuante” que realizó en la campaña), le abrió flancos de ataque. Por allí le entraron duro no solo los rivales de otros frentes, sino que experimentó fisuras en su heterogéneo movimiento, que aún debe cicatrizar las heridas abiertas por una interna siempre salvaje y con reglas torcidas. “No bien me informaron de la sudestada, estuve de vuelta acá”, contestó incómodo ante las preguntas de los periodistas. Scioli había sufrido cuestionamientos desde la Casa Rosada y algunos de sus colaboradores confesaron que en un buen momento del partido se había hecho “un gol en contra” inexplicable. Un blooper. Entre otras cosas, llamaron la atención el silencio en el que se sumió su compañero de fórmula, Carlos Zannini, y la sobreactuación del jefe de Gabinete Aníbal Fernández y el secretario general de la Presidencia “Wado” De Pedro. Ambos marcaron su ausencia, que contrastó con la presencia en los terrenos anegados de María Eugenia Vidal, la postulante del Pro que obtuvo el 30% de los votos en la provincia de Buenos Aires, y de Sergio Massa. Ahora habrá un juego de posicionamientos. La intelectual Beatriz Sarlo, sobre la base de una interpretación propia, lanzó: “Si Massa baja su candidatura (a presidente) y a cambio Macri baja la de Vidal (en apoyo a Felipe Solá para gobernador), no les gana nadie”. La réplica vino de varios lados. Jorge Macri, el primo de Mauricio que dirige la campaña bonaerense, señaló que un acuerdo de ese tipo “es imposible en términos políticos y legales y puede poner en riesgo los votos propios”. Tras acotar que es la hora de competir, añadió que no duda de la buena fe de Sarlo, pero interpretó que lo que dijo termina siendo funcional a Scioli. “No se suman graciosamente a los electores. Eso es subestimarlos. Si a muchos les gusta el pescado y a muchos les gusta el dulce de leche –ejemplificó–, no se puede hacer con los dos un plato con pescado y dulce de leche, porque es horrible”. “Tal vez en un balotaje”, contestó Mauricio en uno de los baños del hotel Alvear, cuando uno de los miembros del “círculo rojo” lo interrogó acerca de las posibilidades de un entendimiento con Massa. Al hablar en el almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, Macri volvió a seducir a lo más granado del establishment local, entre los que se contaron Eduardo Eurnekian, Jorge Brito, Adrián Werthein y Luis Etchevehere. Hizo una encendida defensa del mercado y del no intervencionismo estatal y sostuvo que “la madre del atraso cambiario es la inflación”. Anticipó que, si alcanza el Poder Ejecutivo, pedirá las renuncia de Alejandro Vanoli al Banco Central y de Alejandra Gils Carbó a la Procuraduría General de la Nación. Si bien desde el massismo se machaca con que su jefe no desistirá porque no es propenso al “suicidio”, se aceptó que habrá tejidos comunes en varios municipios bonaerenses para tratar de postergar a los intendentes kirchneristas. Uno de los casos emblemáticos se da en el partido de Tres de Febrero, donde el joven Diego Valenzuela quedó a solo un punto de desplazar al histórico Hugo del Curto. “No habrá un acuerdo raro de cúpulas, pero sí entre los que andan puchereando por abajo”, se sinceró un sindicalista que apostó por Julián Domínguez y el matancero Fernando Espinosa, en Buenos Aires, y ahora, con los dados echados, está dispuesto a cinchar por Aníbal Fernández y Martín Sabbatella. “Así somos los justicialistas, cuando la opción se parece a la del 45 entre Braden o Perón”, exageró. Una vez que bajen las aguas y se revisen las estrategias, tanto Scioli como Macri saldrán a la captura de los indecisos e independientes y buscarán aproximaciones al gobernador cordobés Juan Schiaretti, el puntano Adolfo Rodríguez Saá, el socialista santafesino Miguel Lifschitz, el radical mendocino Alfredo Cornejo y el provincialista rionegrino Alberto Weretilneck. Un colaborador de Scioli, según pudo saber este diario, le aconsejó tomar la centralidad de la escena, relegar efectivamente a Zannini y pivotear el proceso económico, sin permitir intervenciones desmedidas del actual ministro Axel Kicillof. Le recomendó, además, llamar a los peronistas federales que son repudiados por el kirchnerismo, entre otros al pampeano Carlos Verna y al chubutense Mario Das Neves.

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