Pese al bono, los salarios corren atrás de los precios
Cuesta encontrar certezas en economía, especialmente en momentos de crisis y de alta incertidumbre. Pese a ello, promediando el año existe en Argentina una certeza ineludible, y es que la inflación del 2018 será la más alta del último cuarto de siglo.
El dato referido a la evolución de los precios durante octubre, fue publicado la semana pasada por el Indec, registrando un 5,4% mensual y un acumulado anual de 45,9%. Significa que aún si el gobierno lograra milagrosamente que el dato de noviembre fuera cercano a 2,5% y el de diciembre a 1,5%, el piso anual no sería menor al 45%. Por el contrario, la mayoría de los analistas ubica el dato de este mes por encima del 3% y el de diciembre por encima del 2%, lo que coloca el acumulado anual cerca del 47%. En cualquiera de los casos, no se registra una inflación semejante desde 1991, cuando antes de poner en marcha el plan de convertibilidad, el termómetro de los precios marcó 84% anual.
Habiéndose confirmado tal evolución en el nivel de precios, el punto es entonces, revisar la dinámica del salario real en los diferentes sectores de la economía. Desde que esta gestión asumió, tal dinámica muestra que los salarios privados perdieron un 6,5% frente a los precios en 2016 y recuperaron un 3% en 2017. En 2018, la pauta inicial de 15% de actualización salarial, fue superada con creces por la inflación. Una vez desatada la crisis cambiaria, las diferentes ramas de la economía renegociaron la pauta, y hoy se observa un abanico en el que conviven sectores que han logrado una actualización superior al 40%, con otros que apenas superan el 25%. Si el año terminara hoy, el promedio de los salarios registrados se ubicaría un 16% por debajo de la inflación acumulada en los últimos doce meses.
La contracara es el mundo de las finanzas. El Informe sobre Bancos publicado esta semana por el Banco Central (BCRA), indica que en septiembre de 2018 el sistema financiero obtuvo ganancias por $12.899 millones, un 73% más que en el mismo mes de 2017. En el acumulado de los primeros nueve meses del año, la ganancia fue de $118.725 millones, un 86% más que en igual periodo del año pasado. No hay mejor muestra de redistribución regresiva.
Entre lo posible y lo adecuado
El bono de fin de año otorgado por el gobierno busca precisamente corregir tal distorsión. Un poder adquisitivo tan golpeado en un mes tan sensible como diciembre, es primero que nada, un fuerte impacto a la demanda, y por ende a toda la actividad económica ante la caída de las ventas de fin de año. Por otra parte, es caldo de cultivo para la reaparición de resquemores en las capas más postergadas de la sociedad.
Sin embargo, producto de las dificultades que atraviesan las pequeñas y medianas empresas, finalmente se optó por una alternativa ‘posible’ y se otorgó una suma fija a pagar en cuotas y con la posibilidad de ser absorbida por aumentos ya otorgados o a otorgar, lo que diluye el efecto de impulso al consumo que el gobierno ideó inicialmente.
Un estudio realizado por el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) que dirige el ex Diputado Nacional Claudio Lozano, estimó el impacto que ha tenido la inflación en los últimos tres años sobre las diferentes capas de salario, y revela que la recomposición que ofrece el bono de fin de año es marginal en relación a la pérdida acumulada del poder adquisitivo.
El estudio parte de la premisa de una inflación acumulada del 47,4% en todo el año de 2018 con datos mensuales de 3% y 3,5% para noviembre y diciembre respectivamente. Estipula además que los salarios se actualizan una o dos veces al año, mientras que la inflación avanza de forma mensual, por lo cual para estimar la pérdida acumulada de poder adquisitivo es necesario hacer la diferencia mensual entre inflación (IPC) y actualización salarial promedio de cada sector.
Con esos parámetros, el primer dato refiere al haber mínimo jubilatorio, e indica que para recuperar la pérdida acumulada este año, el monto del bono debiera ser 1,4 veces el de un haber jubilatorio mínimo.
Asimismo, resulta muy valioso el detalle del impacto del bono en las diferentes capas de salario que atraviesan la actividad económica. En primer lugar, se analiza el sector privado registrado. Se estima que el salario promedio es de $24.194 y que para recuperar lo perdido este año, el bono debería ser de 2,4 salarios. El primer infograma adjunto revela que desde el año 2015, los salarios de este segmento crecieron un 122%, contra una inflación acumulada de 157%.
El segundo caso, es el del sector público. El salario promedio en este segmento es de $26.647 y para recuperar la pérdida de 2018 sería necesario un bono de 3,5 salarios. La serie desde el año 2015 muestra un crecimiento de los salarios del 114%, lo que implica un retraso progresivo y mayor al caso de los trabajadores privados registrados.
El tercer caso es quizá el más complejo. Se trata de los trabajadores privados no registrados, los cuales no cuentan con cobertura social, previsional ni sindical. Tampoco son alcanzados por el decreto presidencial, por lo cual no recibirán bono de fin de año. En este caso, el salario promedio estimado es de $9.595 y la compensación necesaria para recuperar lo perdido este año debería ser de al menos 5 salarios promedio. En la serie desde 2015, la actualización salarial recibida asciende solo al 92,5%.
Por último, el estudio indica que el salario promedio a nivel nacional, incluyendo a todos los sectores, asciende a $19.734 y que el bono necesario para equiparar la pérdida por inflación de 2018, debería ser de 3,8 salarios. Indica asimismo, que en los últimos tres años la actualización salarial fue del 110% en comparación con el avance del 157% en los precios.
A todas luces, el bono otorgado a una parte de los trabajadores intenta recomponer por única vez, una pérdida que tiene carácter permanente y acumulativa.
El bono de fin de año, ¿pagará Ganancias?
Una vez promulgado el decreto que dio vía libre al bono de fin de año, la pregunta de muchos trabajadores es si el mismo afectará la posición frente al Impuesto a las Ganancias (IG). En efecto, por la incidencia del bono, muchos trabajadores que no pagan pasarían a quedar por encima del Mínimo No Imponible (MNI) y comenzarían a tributar, y otros verán incrementado el monto del impuesto a pagar.
Ningún funcionario se ha expedido al respecto, y en el sector sindical reina la incertidumbre. De confirmarse que el bono paga IG, el efecto compensador del mismo sería todavía menor. Actualmente el MNI es $29.855 para solteros sin hijos, $34.654 para casado sin hijos y $39.494 para casado con dos hijos.
El gobierno había prometido al asumir que los salarios dejarían de ser alcanzados por el IG. Sin embargo entre 2015 y 2019 la cantidad de trabajadores alcanzados pasó de 1,2 a 1,9 millones.
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