Pirotecnia, un mal mayor
Su uso afecta sobremanera a todos los animales. Para el caso de los perros, un instructor ofrece consejos para estos días de fiestas y enfatiza la necesidad de un cambio cultura, más allá de las prohibiciones.
El miedo es una emoción natural que tiene por objeto asegurar la supervivencia. En animales responde de manera más pura a sus instintos y es muy difícil de gestionar. Y en perros el miedo siempre es real e influyen muchos factores en la percepción de estímulos, dependiendo el entorno, según explicó a Río Negro, Walter Núñez, instructor canino, de Cipolletti.
Para Núñez, algunos perros son más tolerantes a las detonaciones por una condición genética, pero otros responden ante el estímulo desencadenando una serie de conductas, de huidas y de evadir el contacto.
El oído del perro es mucho más sensible que el humano -aclaró Núñez – y el impacto es mayor. Ante este tipo de circunstancias, la recomendación es brindarle al perro un lugar seguro y lo más alejado posible del ruido, como una habitación o un sector de la casa donde se resguarde por unas horas. “También sirve un canil de transporte colocando por encima un acolchado o cualquier otra cosa que ayude a atenuar el ruido”, aseguró el profesional.
Es muy importante recordar que somos los referentes emocionales del animal y ante una situación de miedo, el perro que está todo el tiempo observando nuestro lenguaje corporal, si nos ve aterrorizados, inseguros, con miedo, rápidamente entrará en pánico. Por esta razón, es importante transmitirle tranquilidad.
Ante los estruendos, al igual que en días de tormentas, el perro buscará un lugar pequeño, un refugio – en su intención de alejarse de los estímulos – por lo que, si el perro se mete debajo de la cama, el consejo es no sacarlo ya que en su estado de estrés y de pánico puede reaccionar mordiendo.
Muchas veces se recurre a sedar al animal y de ser así, se debe consultar a un médico veterinario, pero un sedante no hace que el perro pierda consciencia de lo que está pasando, aseguró Núñez. Solo está sedado y percibe todo lo que sucede a su alrededor, sin poder moverse y en varias ocasiones el cuadro empeora desde lo emocional, a raíz de esta situación.
En la mayoría de los municipios existen ordenanzas que prohíbe el uso de pirotecnia, sin embargo, ante cualquier festejo e incluso manifestaciones de protestas, no se cumple. Si bien, una ordenanza es una facultad de cada municipio, para regular la convivencia social, esta problemática pasa por un cambio de consciencia, un cambio cultural – afirma Núñez – y no es una cuestión de prohibir, en muchos casos esto aumenta el comercio clandestino y su uso indiscriminado. No solo sufren los perros, sino todos los animales como las aves que se desorientan, al igual que los gatos. Los humanos también la padecen y más aún aquellas personas con patologías específicas que se ven afectadas y tienen que lidiar con esto.
“Por eso no es cuestión de prohibir, vigilar, multar y clausurar, sino que requiere de un cambio más profundo y por eso es necesario abordarlo desde distintos frentes con el apoyo de los organismos del estado, para lograr este cambio cultural”, dijo y, “ante el problema, se intenta buscar soluciones rápidas, pero lamentablemente eso no existe y habituar a un perro a este tipo de situaciones es un trabajo que lleva mucho tiempo, para que quizás logre mejorar los umbrales de tolerancia”, culminó Walter Núñez.
Para tener en cuenta
No dejarlos en balcones sin protección y atados.
Distraer con alimentos y juegos.
Emplear el método Tellington Ttouch, se sentirá protegido y relajado.
Acompañarlos ayuda a disminuir la angustia.
Poner música clásica relajante para perros ansiosos ayuda a tranquilizarlos.
La audición de los perros y gatos es extremadamente sensible y pueden escuchar frecuencias de sonido ultrasónico (que escapa al oído humano).
Pueden localizar de donde proviene ese sonido, por esa razón, además de asustarlos los desorientan.
El miedo es una emoción natural que tiene por objeto asegurar la supervivencia. En animales responde de manera más pura a sus instintos y es muy difícil de gestionar. Y en perros el miedo siempre es real e influyen muchos factores en la percepción de estímulos, dependiendo el entorno, según explicó a Río Negro, Walter Núñez, instructor canino, de Cipolletti.
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