Declaró el policía más comprometido en la causa por torturas y abuso sexual en Cipolletti

Cristian Caumillan dijo que forcejeó con los dos jóvenes que habían ingresado a la iglesia a robar. El 13 de mayo serán los alegatos de cierre.

«A este no lo toques mucho porque parece que se va a morir», le dijo el oficial Cristian Caumillan al cabo Matías Galarce la fría madrugada del 17 de mayo de 2020. Estaban en una iglesia con dos jóvenes que habían ingresado a robar. Uno de ellos, el que la policía pensaba que había matado, tenía la cabeza apoyada sobre un charco de sangre.

Escasos minutos después llegaron otros oficiales de la comisaría 45 de Cipolletti. Según declararon en el juicio se encontraron con esa escena; dos muchachos «reducidos» en el piso, uno de ellos gravemente herido y los dos policías que son los imputados en este juicio por torturas y abuso sexual.


Alrededor de las 3 de la madrugada de ese día, el oficial Caumillan escuchó ruidos en la iglesia que está contigua a su vivienda. Estaba con su pareja e hija. Tomó su arma reglamentaria, un celular, el radiooperador y bajó. Observó una ventana violentada, se asomó y gritó «alto, policía», la respuesta fue un disparo.  

Ingresó, ejecutó tres detonaciones al piso -con la 9mm- y comenzó un forcejeo al observar que uno de los jóvenes  estaba armado, con un cuchillo. Fue parte de la declaración que hizo el imputado por torturas y abuso sexual en el cierre del juicio que se desarrolla en Cipolletti.

Sus dichos marcan un contrapunto con el testimonio del testigo Esteban Huentulaf quien en el juicio aseguró que el oficial «plantó» un cuchillo en la escena. Sin embargo Huentulaf, que en un primer momento fue imputado, no denunció ese delito ante sus superiores. 


Caumillan aseguró que golpeó con la culata del arma a los dos jóvenes y que logró reducirlos. Ya había pedido refuerzos y el primero en llegar fue el cabo  Galarce, el otro imputado en la causa penal. Su relato coincide con lo que dijo Galarce al inicio del debate: aseguró que cuando ingresó a la iglesia ambas personas «estaban reducidas».


Caumillan pensó que había matado a uno de ellos por la gran cantidad de sangre que había sobre su cabeza. Minutos después, desde el hospital de Cipolletti, se confirmó que no sufrió ninguna herida de bala y que toda la sangre derramada era producto de los golpes que el imputado le había propinado. En el juicio pasaron una serie de imágenes donde se ven las heridas  que le provocaron los culatazos. 


Interrogantes



Seguramente en los alegatos de cierre -el 13 de mayo- el fiscal jefe Santiago Márquez Gauna y el querellante Rafael Cuchinelli darán su versión sobre la responsabilidad de Galarce, pero ningún testigo pudo confirmar que haya ingresado al templo antes de que las víctimas estén en el piso.


El tribunal también deberá responder a la pregunta de si Caumillan pudo «reducir» y abusar sexualmente de uno de ellos sin ayuda; y en ese caso también extender el interrogantes si no hubo más personas implicadas en el hecho, ya sea como autores o cómplices.


 Otro factor importante de analizar es la temporalidad. ¿Cuánto tiempo tardó en llegar Galarce desde el pedido de refuerzos que hizo su colega y; ¿Cuánto demoraron el resto de los policías que estuvieron en el lugar? Son algunas preguntas que dejó inconclusa la investigación que encabezó el exfiscal -hoy juez- Guillermo Merlo.


La víctima que se constituyó como querellante dijo que observó dos luces y escuchó la voz de un hombre que dijo «alto, policía». El otro joven que sufrió graves heridas, incluso perdió parte de la audición, dijo que eran alrededor de seis. Los acusadores intentarán probar que ambos imputados fueron quienes ejercieron las torturas. La defensa ya adelantó que pedirá la absolución.


El relato de Caumillan



En su relato, Caumillan no hizo alusiones a la acusación del abuso sexual y se centró en cómo operó en el procedimiento. «Observó dos figuras adentro (…) gritó alto tírense al piso, y veo un fogonazo y el estampido. Me asomó y efectuó tres disparos, ninguno fue direccionado, fueron al piso. En eso observo que uno cae, pasó por la ventana, cuando alumbré aparece otra persona que llevaba un arma blanca en la mano (…) le pegué a la altura de la cabeza para reducirlo. Esta persona tambalea y lo abordé, y le dije `quedate quieto que perdiste`.


Siguió: «La otra persona que estaba en el piso intentó levantarse, ahí es cuando lo trato de reducir nuevamente y  le pegué para que no se levante. Comienzo a pedir apoyo, veo que uno de ellos no se movía, con la luz del celular vi sangre, lo primero que pensé fue que le pegué un tiro ́. Comencé a pedir a la comisaría que llame a la ambulancia. Intenté asistirlo y estaba lleno de sangre. En ese momento ingresa un empleado policial -Galarce- y le dije `a este no lo toques mucho que parece que se va a morir`».


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