Por primera vez podemos ver un agujero negro

Predichos por la teoría pero jamás observados directamente, los agujeros negros, de los que se verá hoy una primera imagen, siguen siendo uno de los objetos más enigmáticos de nuestro cosmos.

Los científicos pusieron fin este miércoles al suspenso que desde hace días agita a los apasionados de la astronomía, al anunciar el resultado de un proyecto inédito destinado a captar la primera imagen de un agujero negro.
Hasta ahora, los agujeros negros han sido teorizados, modelizados e incluso detectados mediante pruebas indirectas, pero nunca observados.

Por eso había una pregunta que traía de cabeza a los astrónomos: ¿cómo sería una imagen de uno de estos objetos celestes masivos, comprimidos en un volumen muy pequeño?

Según la ley de la relatividad general publicada en 1915 por Albert Einstein, que teoriza su funcionamiento, la atracción gravitacional de estos «monstruos» cósmicos es tal que no se les escapa nada: ni la materia, ni la luz, sea cual sea su longitud de onda. Resultado: son invisibles.
¿Cómo verlos si son invisibles? Los astrónomos buscan observar este «monstruo» por contraste, es decir, gracias al fondo brillante que forma la materia que lo envuelve.

En abril de 2017, ocho telescopios en el mundo, unidos gracias al proyecto Telescopio del Horizonte de Sucesos (o Event Horizon Telescope, EHT, en inglés), colocaron en su punto de mira de forma simultánea dos agujeros negros: Sagittarius A*, en el centro de la Vía Láctea, y su congénere de la galaxia M87. Con un objetivo: tratar de obtener una imagen. Desde entonces, la comunidad científica espera los resultados.

  • La prueba definitiva:
    «Una foto es la prueba definitiva de la existencia de los agujeros negros», se entusiasma Jean-Pierre Luminet, astrofísico francés y autor de la primera simulación numérica de un agujero negro en 1979. «Incluso en el seno de la comunidad científica, algunos todavía se resisten» a creer en su existencia, agrega. Los resultados de las observaciones del EHT fueron presentados el miércoles durante seis ruedas de prensa organizadas simultáneamente en el mundo: Bruselas, Santiago, Shanghái, Tokio, Taiwán y Washington.
  • Combinando ocho telescopios, el EHT creó un telescopio virtual del tamaño de la Tierra, de alrededor 10.000 km de diámetro.
    Entre estos, destaca el Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM) en Europa, el potente radiotelescopio ALMA construido en Chile, así como otras estructuras en Estados Unidos, Hawái y la Antártida.
  • Con este telescopio virtual, los astrónomos se fijaron como objetivos los dos mayores agujeros negros vistos desde la Tierra:
    Uno, Sagittarius A, se halla en el centro de la Vía Láctea, a 26.000 años luz de la Tierra. Su masa equivale a 4,1 millones de veces la del sol. Su radio mide una décima parte de la distancia entre la Tierra y el sol. El otro es uno de los agujeros negros más grandes que se conocen, con una masa 6.000 millones de veces superior a la del sol y 1.500 a la de Sgr A. Está situado a 50 millones años luz de la Tierra, en el centro de la galaxia M87.
    Aunque este último es mayor que Sagittarius A* está tan lejos de nuestro planeta que «su tamaño aparente debería ser ligeramente inferior» al de su congénere, según los responsables del Telescopio del Horizonte de Sucesos.

Qué es un agujero negro

Un agujero negro es un objeto celeste que posee una masa extremadamente importante en un volumen muy pequeño. Como si la Tierra estuviera comprimida en un dedal o el sol únicamente midiera 6 km de diámetro, explicó a la AFP Guy Perrin, astrónomo del Observatorio de París-PSL.

La fuerza de gravedad que emana del agujero negro es tan fenomenal que no se ha logrado recrear en laboratorio.

Pero sabemos que existen de dos tipos:
+ Los agujeros negros estelares, que se forman al final del ciclo de vida de una estrella y que son extremadamente pequeños: tratar de observar los más cercanos equivaldría a buscar distinguir una célula humana en la luna.

Los segundos, los agujeros negros supermasivos, se hallan en el centro de las galaxias y su masa está comprendida entre un millón y miles de millones de veces la del sol.

Los agujeros negros empezaron a crearse muy temprano en el universo, junto a las galaxias, por lo que «engordan» desde hace 10.000 millones de años. Pero su formación sigue siendo un misterio.

Bajo el efecto de la enorme atracción gravitacional, las estrellas más cercanas a estos «monstruos» son achatadas, estiradas y dislocadas y su gas se calienta a temperaturas extremas.

Gas y trozos de estrellas giran en espiral alrededor del agujero negro -el denominado disco de acrecimiento- para acabar penetrando, generando un haz brillante ultravioleta.

«Cuando un agujero negro empieza a aspirar la masa, esta última se calienta enormemente, brilla y emite luz«, explica Paul McNamara, responsable científico en la Agencia Espacial Europea del LISA Pathfinder, un futuro observatorio espacial.

A falta de poder observar un agujero negro, los astrónomos trataron de ver la zona de no retorno, el límite a partir del cual lo que sucede es inaccesible; en definitiva, el contorno del monstruo.


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