Preocupación por posible llegada de salmones escapados en Chile

Parques Nacionales está en alerta por la posible presencia de salmones de cultivo escapados hace 15 días de jaulas de una empresa privada en las aguas del estuario del Reloncaví, en Chile.

“Iniciamos un monitoreo extraordinario, aún cuando no lo hacemos en esta época, incluyendo un aumento en las recorridas de los guardaparques en lanchas, para verificar algún cambio. Alguna diferencia en concreto podría aparecer con la apertura de la temporada de pesca, pero por ahora no tenemos ninguna señal en el ambiente que nos dé una alerta”, precisó el intendente del Parque Nacional Lago Puelo, Sergio Rusak, sobre la noticia de la presencia masiva de salmones de cultivo escapados hace 15 días de jaulas de una empresa privada en las aguas del estuario del Reloncaví, en Chile.

“Tampoco hemos visto esas manchas negras (posibles cardúmenes) denunciados por pobladores en el área del delta del río Azul. Aquí es habitual ver el salmón del Pacífico (Chinook), que sube anualmente a desovar; aunque en este caso estamos hablando del salmón del Atlántico (Salmo salar), esta especie ya está presente dentro de nuestros espejos lacustres, quizás a consecuencia de escapes anteriores, y cada tanto se pesca alguno. No tenemos información acerca de que en esta oportunidad vayan a subir por los ríos. Es posible que en 15 días asciendan desde el Pacífico hasta esta zona, pero no es la época para que vengan a desovar. Y por alimentación se van a quedar en el estuario del Reloncaví, más si son peces de criadero acostumbrados al balanceado”, comparó.

No obstante, adelantó que el alerta “ya fue puesto en conocimiento del biólogo de Parques Nacionales, con sede en San Carlos de Bariloche, quien trabaja en el tema pesca para toda la Patagonia, a efectos de que se comuniquen con el Consulado de Chile para tener mayor información”.

Los escapes de salmones de cultivo por rotura de redes “son más habituales de lo que uno piensa” y “pueden ocurrir por condiciones meteorológicas adversas, negligencia en las operaciones de rutina, ataque de lobos marinos, robos y vandalismo”, puntualizaron desde organismos de control trasandinos.

El escape de salmones de las redes son más habituales de lo que se piensa, indicaron.

“Todas las truchas son invasoras de los ambientes acuáticos cordilleranos; los nativos son la perca, el puye y el bagre aterciopelado”, recordó, “el resto son introducidos. Este salmón ya está dentro de los peces exóticos colonizadores, aún con un equilibrio inestable. Si llegan nuevos, no van a producir un efecto muy diferente, pero es imposible cuantificar aún cuántos podrían ascender estos 50/60 km desde el mar, además de tener que atravesar los lagos Tagua Tagua y Puelo Inferior”, graficó Rusak.

La información fechada en Puerto Montt, detalla que se trata de 690 mil salmones adultos que el pasado 5 de julio escaparon del centro de cultivo Punta Redonda, de la empresa Marine Harvest; de los cuales unos 652 mil siguen en aguas del seno de Reloncaví. Ya se han recuperado 37.900, cuyo destino será convertirse en harina y aceite de pescado. “En promedio pesan 3,4 kilos, cuya cosecha estaba a dos meses de iniciarse”, confirmó el director regional de Sernapesca (Región de Los Lagos), Eduardo Aguilera.

No obstante, la preocupación de las autoridades chilenas es que “la fuga podría tener efectos sobre especies nativas y contaminar aguas prístinas”.

“Estos salmones están en un ecosistema totalmente distinto al que conocen. No sabemos si al interactuar con otros peces o crustáceos podrían depredarlos o no”, indicó Claudio Quezada, investigador del Núcleo Milenio Salmónidos Invasores (Invasal).

“Es posible que al haber sido siempre alimentados con pellets, muchos no sepan encontrar su propio alimento”, agregó.

En correspondencia, Paulina Bahamonde, investigadora de Invasal y de la Fundación Meri, agregó que “en un escape de Salmo salar, hace unos años, el 20% de los recuperados tenía otros peces en el estómago”, al tiempo que descartó “la posibilidad de una muerte masiva por inanición, ya que los salmones pueden pasar hasta dos meses sin comer”.

Mientras están en el mar, “sus presas pueden ser especies más pequeñas, como anchoveta, sardinas, juveniles de merluza o krill. Pero el riesgo ambiental aumenta si remontan a estuarios de ríos y se adaptan. En ese caso su efecto podría ser mucho mayor, considerando que en los ríos chilenos tenemos 45 especies nativas de peces, el 80% de las cuales son endémicas y gran parte está en categoría de conservación amenazada”, recordó Quezada.

Asimismo, advirtieron que “desde el momento en que escaparon, es posible que también estén transmitiendo virus, bacterias y parásitos a la fauna silvestre, dado que un porcentaje de estos peces estaba siendo tratado por enfermedades”.

De igual modo, “también se sabe que, por su dieta a base de harina de pescado, los salmones de cultivo concentran más contaminantes orgánicos que los de vida natural, incluyendo dioxinas y bifenilos policlorados, por lo que pueden volverse vectores de contaminantes hacia aguas prístinas, como la Patagonia, especialmente cuando mueren”. En Estados Unidos, “esta especie se ha hallado a cien kilómetros de su lugar de escape”.

Para determinar los impactos y el área afectada (incluida la cuenca del río Puelo), Bahamonde y Quezada señalaron que “se debe establecer un plan de monitoreo del sitio de escape y los ríos y estuarios cercanos por al menos dos a tres años. Los cambios que están ocurriendo ahora probablemente recién los notemos en un par de años”, concluyeron.


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