Qué se podría esperar con una devaluación
Esta semana la paridad cambiaria se ubicó en 9,42 pesos, lo que da cuenta de que en su segundo mandato Cristina Fernández devaluó la moneda en un 120%.
después del 10 de diciembre
“Los que quieren ganar plata a costa de la devaluación y del pueblo van a tener que esperar a otro gobierno. No con nosotros”, señaló con mucha convicción la presidenta Cristina Fernández en una de sus tantas presentaciones en los salones de la Casa Rosada. Corría mayo del 2013. Ocho meses después, a fines de enero, la moneda argentina se depreciaba un 53% y llegaba a los ocho pesos por dólar. Cada vez que un ministro o presidente argentino prometió no devaluar, tiempo después ocurrió lo contrario. Y la actual mandataria no fue la excepción. Esta semana la paridad cambiaria se ubicó en 9,42 pesos, lo que da cuenta de que, a partir de su segundo mandato, Cristina Fernández devaluó la moneda en un 120%.
Pero los efectos competitivos de esta medida no se reflejaron en la economía real. Peor aún, complicaron el escenario. Otros países de la región devaluaron en mucho menor grado y generaron resultados positivos sobre su agroindustria exportadora sin afectar la dinámica del mercado interno. ¿Cuál es la diferencia? Las condiciones macro con las que se cuenta al momento de aplicar la medida. Una corrección cambiaria en un país con una economía que presenta inflación controlada, no padece la fuga de divisas y cuenta con reservas fortalecidas tiene resultados totalmente distintos en otro que no reúne estas características. La devaluación del tipo de cambio nominal (TCN) fue utilizada en reiteradas oportunidades como una herramienta más de la política económica argentina. Su aplicación tuvo, en general, efectos transitorios positivos en el corto plazo pero nunca terminó de corregir los problemas estructurales de la economía. En definitiva, giramos y giramos pero al final del ciclo siempre terminamos como cuando empezamos… o peor. Frente a estos conceptos, y tomando en cuenta las lecciones que nos da la historia, resulta importante comprender cómo está preparada hoy la economía argentina frente a un posible ajuste de la paridad cambiaria, algo inevitable en opinión de la mayor parte de los economistas y empresarios. En un profundo trabajo realizado por el Ministerio de Economía de la Nación cuyos autores son Esteban Bertuccio, Juan Manuel Telechea y Pablo Wahren se analizan los procesos históricos en los que el país ingresó en períodos de devaluaciones bruscas. En “Crisis de divisas y devaluación en Argentina: una perspectiva histórica”, se detalla que existen diferencias en la línea del tiempo que permiten delimitar dos claros períodos. El primero de ellos abarca el período 1955-1975, en el cual las devaluaciones estuvieron asociadas a crisis en el comercio exterior. Este es el período vulgarmente llamado “de industrialización por sustitución de importaciones” (ISI), donde el principal problema se originaba en la insuficiencia de divisas por el aumento creciente de la demanda de importaciones de bienes intermedios y de capital y un nivel de exportaciones primarias más o menos estable a lo largo del tiempo. La balanza comercial era una de las principales fuentes de dólares para sostener este modelo de país. El segundo comprende el período 1976-2002, durante el cual las devaluaciones del TCN fueron producto de crisis financieras internas. Endeudamiento e inversiones de capitales extranjeros eran los pilares del modelo.
Como factor común, la insuficiencia de divisas atravesó ambos períodos. Las limitantes que presenta hoy el modelo económico argentino tienen que ver más con el primero de los ciclos. En un principio (2003-2007), presentó una fase ascendente de crecimiento económico e industrial, expansión de las importaciones para adquirir en el exterior insumos necesarios para la producción que no se producían localmente, una fuerte suba de las exportaciones, superávit fiscal e inflación controlada. Pero en la segunda etapa (2008-2015) hubo estancamiento económico, restricción de importaciones, caída de las exportaciones, déficit fiscal y reaparición de un inflación estructural superior a los dos dígitos. Conclusión: la balanza comercial dejó de abastecer al modelo con los dólares necesarios, se ancló la paridad cambiaria y se produjo una fuerte distorsión de precios relativos. Frente a este escenario, históricamente se recurrió a la devaluación con el objetivo de restablecer los equilibrios externos y mejorar las distorsiones internas. La corrección de la paridad cambiaria generó impactos inflacionarios directos en todos estos ciclos. Y la devaluación de enero del 2014 no quedó afuera de estos resultados. (Ver recuadro) Pero volvamos a la historia. El trabajo del Ministerio de Economía enumera con claridad los ciclos devaluatorios en el país. He aquí un breve resumen. ♪ Octubre de 1958. Al asumir Arturo Frondizi como presidente, en mayo de ese año, el país arrastraba cuatro años consecutivos de déficit comercial y una importante reducción de las reservas del BCRA. En ese escenario, y ante una creciente inflación y rojo fiscal, el nuevo presidente anunció un plan de estabilización y desarrollo que pretendía alcanzar el equilibrio externo a través del fomento de las exportaciones agropecuarias y la entrada de capitales extranjeros. Se dispuso la unificación y liberación del TCN, en un esquema de flotación sucia que implicó una fuerte devaluación. La medida fue tomada en conjunto con la eliminación de los controles de precios existentes, en un contexto de elevada conflictividad social con reclamos salariales que recrudecían la puja distributiva. Como resultado, ese año el TCN se devaluó un 68,2% y la inflación se aceleró al 113,7% anual. Por primera vez en la historia la variación de precios superaba los dos dígitos. Los efectos sobre la economía resultaron recesivos. • Abril de 1962. El equilibrio externo, que cobraba un carácter distinto a partir de la apertura a capitales extranjeros fomentada por el gobierno, se deterioró fuertemente en 1961. Si bien el principal problema provino de la balanza comercial, que arrojó un déficit de 471 millones ese año (-2,8% del PBI), la apertura a la inversión extranjera implicó un aumento progresivo de transferencias de utilidades al exterior. Bajo tales circunstancias, las reservas internacionales comenzaron a retraerse. Bajo presión, el mercado cambiario se liberó en abril de 1962 y el TCN se devaluó un 15,2% mensual ese mes y más del 10% en cada uno de los dos subsiguientes. La suba del TCN en el año fue del 64,5%. La inflación trepó al 26,1%, casi el doble de la observada en 1961. Sin embargo, el gobierno decidió compensar ese incremento determinando una suba del salario nominal de casi el 28%, por lo que en ese período el salario real creció. • Junio de 1975. Con un contexto externo negativo producto de la crisis del petróleo, la balanza comercial sufrió un deterioro importante. Paralelamente, el frente interno argentino mostraba una peligrosa aceleración de precios (70% en el primer semestre de ese año). El ministro de Economía que asumió comienzos de junio de 1975, Celestino Rodrigo, decidió devaluar un 99% el TCN ese mismo mes, variable que, exceptuando marzo, permanecía sin cambios desde septiembre de 1972. La distorsión de precios relativos fue muy grande. Paralelamente, se llevaron a cabo una liberalización de precios y un ajuste tarifario en una proporción similar a la devaluación o incluso mayor. El paquete de medidas se conoció como “Rodrigazo”. En los meses subsiguientes se efectuaron repetidas devaluaciones, de modo que al finalizar el primer trimestre de 1976 la suba acumulada del TCN respecto de junio de 1975 resultó del 873%. En un contexto de fuertes estructuras sindicales, con una tasa de desempleo del 3,7% en 1975, y de inercia inflacionaria, la suba generalizada de precios se disparó: en junio, julio y agosto la variación mensual fue del 21,1, 34,7 y 22,5%, respectivamente. El segundo semestre acumuló una inflación del 228%. • Las devaluaciones por crisis financieras (1981-1989-2002) tienen menos relación con el contexto que hoy vive la Argentina. Como se mencionó, deberíamos mirar más a los procesos del período 1955-1975 para encontrar respuestas y potenciales escenarios ante un posible reacomodamiento de la paridad cambiaria a partir del próximo 10 de diciembre.
Conclusión Nadie pone en duda que el retraso de la actual paridad cambiaria es una de las variables que hoy impiden el desarrollo de la economía y generan una importante distorsión de precios relativos. También existe consenso en señalar que sólo con una devaluación no se solucionan los problemas económicos del país. Y es en este último punto donde se concentran los interrogantes. ¿Cómo desatar los nudos del modelo K con el menor costo social posible? Todos los candidatos a presidente se muestran confiados en atraer millonarias inversiones, tomar dólares del mercado internacional y hacer crecer la economía a tasas importantes a partir del 11 de diciembre mismo. Sin embargo, nadie aclara cómo se van a traer esas millonarias cifras con un dólar por el que hoy se pagan nueve pesos y un cepo que no permite a las empresas sacar las utilidades del país. Tampoco dicen cómo van a hacer para tomar deuda del mercado sin antes arreglar con los holdouts. Claramente, los dichos en campaña poco tendrán poco que ver con las decisiones que en materia económica adopte el nuevo gobierno. Con la fuerte inyección de dólares que se puede lograr a través del financiamiento externo, una salida que todos los candidatos ya tienen en agenda, el próximo presidente podrá pivotear parte del costo social al inicio de su mandato. Permitiría eludir temporalmente una corrección cambiaria pero con costos posteriores mucho más abultados si esos recursos no se aplican a proyectos que, en el corto o el mediano plazo, generen sus propias divisas. Lamentablemente, ninguno de los candidatos habla sobre estos temas públicamente porque son tabú para una sociedad que hoy flota sobre una ficticia sensación de bienestar.
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