Reagan, un ex presidente difícil de definir

Por Andy Goldberg

Pese a su deterioro, víctima del mal de Alzheimer, muchos estadounidenses, en especial los simpatizantes del Partido Republicano, consideran a Ronald Reagan, fallecido anteayer a los 93 años, uno de los más grandes presidentes del siglo XX. Claramente fue uno de los más enigmáticos.

Como cuadragésimo presidente de su país, entre 1981 y 1989, hizo una cruzada de la lucha contra el déficit, pero acumuló el de mayor magnitud de la historia de Estados Unidos.

Era ferozamente anticomunista, pero se sentó con el «imperio del mal» para acordar la reducción de las armas nucleares. Reagan murió en su casa de Bel Air, California. A me

nudo hablaba de sus propios orígenes humildes y lideró el país en una época de bonanza económica, pero su política, conocida como «reaganomics», resultó devastadora para los pobres y los desamparados de su país. Para muchos parecía sencillo, pero cartas publicadas recientemente muestran que el ex actor de Hollywood era tan elocuente, inteligente y atento en su correspondencia personal como lo había sido en sus mejores discursos.

Rodó más de 50 películas, su carrera como actor fue un paso esencial hacia el éxito político, al labrar su carisma y mostrarle cómo presentarse ante la cámara.

Representantes del Partido Republicano lo instaron a ser su candidato a gobernador del estado de California. El popular gobernador saliente, Edmund G. Brown, no lo tomó en serio, y Reagan logró una sorprendente victoria. Sus ocho años como gobernador muestran hasta qué punto su discurso era distinto de sus logros. Muchos observadores han señalado que su historial no era tan bueno como el ex presidente aseguraba, ni tan malo como lo describían los críticos.

En 1976 Reagan perdió en su primer intento de hacerse con la nominación presidencial demócrata. Sin embargo, 1980 fue su momento. La tasa de inflación era altísima y la confianza de Estados Unidos estaba golpeada después de la Guerra de Vietnam, el escándalo de Watergate y la debacle de los rehenes en Irán. El carisma optimista de Reagan, sus promesas de cambio y su actitud de abuelo eran lo que querían los electores. Logró una victoria aplastante, y el cambio no tardó en llegar. El día de su toma de posesión, en 1981, Irán dejó en libertad a los rehenes que había mantenido cautivos durante 444 días y comenzó la «Revolución Reagan». Ronald Reagan llegó a la presidencia decidido a reducir el crecimiento del gobierno nacional, restaurar el poder de los estados en el sistema federal, reducir el gasto del gobierno mediante enormes recortes en el presupuesto, ampliar las fuerzas armadas y las instituciones de defensa, reducir los impuestos y reestructurar la política exterior, para pasar de la distensión con la Unión Soviética a una postura de paz desde la fuerza. Su política de oferta, «reaganomics», logró controlar la inflación, pero dejó el mayor déficit presupuestario en la historia de Estados Unidos.

Su política exterior fue aún más dramática, y llevó al final de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética.

En 1986 su personal se vio implicado en el mayor escándalo desde Watergate, cuando colaboradores cercanos del presidente organizaron la venta ilegal de armas a Irán y desviaron los fondos resultantes para financiar a la guerrilla antisandinista de Nicaragua.Aunque Reagan negó conocimiento de este trato, el escándalo dejó al descubierto su distancia de áreas clave del gobierno, y desde entonces ha llevado a especulaciones de que comenzó a padecer el mal de Alzheimer mucho antes de lo que se admite oficialmente. La presidencia de Reagan se define más por sus palabras que por sus políticas. Como corresponde a un actor profesional, dominaba la televisión, y era conocido como el «Gran Comunicador».

Reagan abandonó la Casa Blanca a los 77 años, y muchos lo veían como la personificación del Tío Sam o el abuelo de la nación. Rápidamente sucumbió a los estragos del Alzheimer. (DPA)


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