Más que una cortesía: qué dice la psicología sobre las personas que ayudan a los mozos a levantar la mesa

La psicología lo define como conducta prosocial, un reflejo de empatía y respeto

Un simple acto de colaboración en la mesa revela valores profundos. La psicología lo define como conducta prosocial, un reflejo de empatía y respeto. Este gesto impacta positivamente en las relaciones sociales.

Un gesto tan cotidiano como colaborar al momento de recoger la mesa en un restaurante o en una reunión social puede delatar valores intrínsecos de una persona, como la empatía, el respeto y una marcada conciencia social. Lo que a menudo se percibe como una simple cortesía al asistir al personal de servicio, es, desde una perspectiva psicológica, una «conducta prosocial».

Esta acción voluntaria, que busca beneficiar a otros sin esperar una retribución, revela una empatía desarrollada. Quienes la practican demuestran la capacidad de comprender el trabajo del otro, valorar el esfuerzo ajeno y compartir emociones, trascendiendo la mera interacción de cliente y servidor.

Especialistas en psicología señalan que estas actitudes son indicadores de una serie de características personales que van más allá de las «buenas maneras».


Los rasgos de la personalidad de quiénes deciden ayudar a los mozos en los restaurantes


Quienes deciden colaborar sin ser solicitados, suelen mostrar los siguientes atributos:

  • Humildad: No perciben al personal de servicio como inferior ni consideran que su rol exclusivo sea el de ser atendidos.
  • Proactividad: Actúan por iniciativa propia, identificando una necesidad y respondiendo a ella antes de que se les pida.
  • Responsabilidad: Tienen la convicción de que las pequeñas acciones individuales son significativas y pueden generar un impacto positivo en el entorno.
  • Conciencia social y respeto: Reconocen el valor del trabajo de los demás, buscando alivianar una labor que, a menudo, es exigente.

Según la psicología, este tipo de comportamientos prosociales no surgen de forma aislada, sino que son el resultado de diversas influencias.

La familia y el entorno social, a través de ejemplos de cooperación y empatía observados desde la niñez, juegan un papel crucial. La educación formal, así como las amistades y las reglas grupales, también contribuyen a fomentar la colaboración. Finalmente, la cultura del lugar es determinante: en sociedades con valores más comunitarios, estos gestos son más prevalentes, mientras que en entornos individualistas, su aparición es menos frecuente.


Un simple acto de colaboración en la mesa revela valores profundos. La psicología lo define como conducta prosocial, un reflejo de empatía y respeto. Este gesto impacta positivamente en las relaciones sociales.

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