Se celebra a San Félix de Córdoba, parte de los mártires de Cristo: conocé su historia y una oración

Este viernes 14 de junio se celebra a San Félix de Córdoba. Conocé acá la historia de su martirio y cómo pedirle una gracia con una oración.

San Félix de Córdoba fue un mártir cristiano que vivió durante la época de la dominación musulmana en la península ibérica, cuyo día se celebra cada 14 de junio. Fue uno de los llamados ‘mártires de Córdoba’, un grupo de cristianos que sufrieron persecución y martirio por su fe durante ese período.

San Félix era un monje en la región de Córdoba, España, donde la comunidad cristiana estaba bajo la presión de las autoridades musulmanas. Se negó a renunciar a su fe cristiana a pesar de las amenazas y fue arrestado y llevado ante el tribunal. Allí, reafirmó valientemente su fe en Cristo y se negó a convertirse al islam.

Cómo fue la muerte de San Félix de Córdoba


Como resultado, San Félix fue condenado a muerte y ejecutado, probablemente mediante decapitación, alrededor del año 852 d.C. Su martirio es un ejemplo de valentía y firmeza en la fe cristiana en medio de la persecución.

La festividad de San Félix de Córdoba no tiene una fecha fija en el calendario litúrgico, pero se le recuerda junto con otros mártires de Córdoba el 16 de mayo.

Oración para San Félix de Córdoba y los mártires de Cristo


Sagrados Mártires de Cristo, 
ilustres héroes de su milicia, 
ejemplares de toda virtud, 
baluarte inexpugnable de la fe, 
que con valerosa constancia 
expusisteis vuestras vidas al rigor 
de los martirios más severos 
tolerando intensísimos tormentos 
y derramando vuestra sangre preciosa 
hasta dar la vida a los filos del cuchillo
por el amor de Cristo: 
haced, gloriosos protectores míos, 
que imitando vuestras virtudes, 
practique yo la misma constancia 
en vencer mis tres enemigos, 
que con el mismo ímpetu que los tiranos 
os querían quitar no sólo la vida del cuerpo 
sino la del alma, con el mismo me invaden ésta; 
para que, conseguida su victoria, 
pueda con mayor mérito rendirme a vuestros pies, 
y solicitar de vuestra poderosa intercesión, 
consiga del Señor, que presentándole vuestros méritos, 
me conceda lo que por ellos le pido; 
siendo para honra suya, accidental gloria vuestra, 
y utilidad de mi alma; 
y si no me conviene su cumplimiento para mi salvación eterna, 
trocad mis ruegos, y pedid para mí a Dios 
me conceda aquello que yo más necesito 
para agradarle y gozarle en la feliz mansión de la bienaventuranza.

Amén.


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