“Retratos y encuentros”, Gay Talese

Ese señor de sombrero y traje elegante hecho a medida. Ese señor que está parado en medio del gentío que huele a perfumes de 100 dólares la onza, que sonríe y toma apuntes entre un saludo y otro. Ese señor que parece de este mundo pero que pertenece a otro muy distinto es Gay Talese y, mientras todos se emborrachan, él hace su trabajo. Talese es uno de los últimos dinosaurios vivos del llamado Nuevo Periodismo, el género que incluyó o contuvo, por decisión o a los empujones, a plumas como las de Tom Wolfe y Norman Mailer (por cierto, este último no quería entrar al club). Su trabajo como periodista magistral quizás no ha trascendido en Sudamérica con el mismo vigor que el de Mailer y Wolfe pero esto no implica que sea menos importante. La pluma de Talese desnuda a algunas de las personalidades más famosas del siglo XX y lo hace con tal inteligencia y variedad de recursos que es como si después de pasar por el tamiz de Talese no quedara nada por decir acerca de ellos. “Retratos y encuentros” reúne nueve perfiles legendarios y otras tantas postales personales. De todos estos artículos publicados, muchos en “The New York Times”, el de Frank Sinatra es el mejor por lejos. O el mayor que nadie haya dedicado a “La voz”. “Frank Sinatra está resfriado” es considerada la mejor historia jamás publicada en la revista “Esquire” que, entre otras cosas, es bien conocida por publicar historias sobresalientes de autores consagrados. Sinatra tiene 50 años y es la estrella más luminosa del firmamento americano y, por unas horas o días, lo tuvo a Talese como un testigo preferencial. No fue necesario que hablaran ni que Talese ingresara a la intimidad de su suite. Talese hizo periodismo, y también arte, con las materias primas que tuvo a su alcance: Sinatra en un bar a punto de armar una gresca con un muchacho porque no le gustaban sus botas, Sinatra en el centro de un círculo de fuego definiendo como un dios la vida y la muerte de sus seguidores, Sinatra en el set, en el estudio de grabación con la voz tomada. Talese consigue un absoluto, un imposible: Sinatra por Sinatra.


Ese señor de sombrero y traje elegante hecho a medida. Ese señor que está parado en medio del gentío que huele a perfumes de 100 dólares la onza, que sonríe y toma apuntes entre un saludo y otro. Ese señor que parece de este mundo pero que pertenece a otro muy distinto es Gay Talese y, mientras todos se emborrachan, él hace su trabajo. Talese es uno de los últimos dinosaurios vivos del llamado Nuevo Periodismo, el género que incluyó o contuvo, por decisión o a los empujones, a plumas como las de Tom Wolfe y Norman Mailer (por cierto, este último no quería entrar al club). Su trabajo como periodista magistral quizás no ha trascendido en Sudamérica con el mismo vigor que el de Mailer y Wolfe pero esto no implica que sea menos importante. La pluma de Talese desnuda a algunas de las personalidades más famosas del siglo XX y lo hace con tal inteligencia y variedad de recursos que es como si después de pasar por el tamiz de Talese no quedara nada por decir acerca de ellos. “Retratos y encuentros” reúne nueve perfiles legendarios y otras tantas postales personales. De todos estos artículos publicados, muchos en “The New York Times”, el de Frank Sinatra es el mejor por lejos. O el mayor que nadie haya dedicado a “La voz”. “Frank Sinatra está resfriado” es considerada la mejor historia jamás publicada en la revista “Esquire” que, entre otras cosas, es bien conocida por publicar historias sobresalientes de autores consagrados. Sinatra tiene 50 años y es la estrella más luminosa del firmamento americano y, por unas horas o días, lo tuvo a Talese como un testigo preferencial. No fue necesario que hablaran ni que Talese ingresara a la intimidad de su suite. Talese hizo periodismo, y también arte, con las materias primas que tuvo a su alcance: Sinatra en un bar a punto de armar una gresca con un muchacho porque no le gustaban sus botas, Sinatra en el centro de un círculo de fuego definiendo como un dios la vida y la muerte de sus seguidores, Sinatra en el set, en el estudio de grabación con la voz tomada. Talese consigue un absoluto, un imposible: Sinatra por Sinatra.

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