El crecimiento de Conesa: una oportunidad que trasciende generaciones
Por Francisco Fornieles (*), especial para «Río Negro»
Al pensar sobre las oportunidades de Conesa en este nuevo aniversario de su fundación, lo primero que vino a mi mente fue el enorme potencial de sus tierras irrigables: los valles del Negro Muerto, Colonia Josefa y Guardia Mitre, entre otros.
Mucho se ha dicho sobre lo que esta región es capaz de producir. Existen ejemplos sobrados de productores que, ajustando sus modelos de manejo, han logrado rendimientos espectaculares en carne, alfalfa, maíz, frutos secos, papa, tomate, remolacha, vid y tantos otros cultivos. El potencial está, y en muchos casos ya es una realidad.

Sin embargo, al mirar la historia de nuestra provincia surge una pregunta inevitable: ya contamos con valles irrigados —como el Alto Valle y el Valle Medio— y, aun así, la película no siempre ha tenido un final feliz. ¿Por qué debería ser diferente ahora? ¿Acaso no vemos miles de hectáreas abandonadas y una disminución constante de productores desde hace décadas?
Una mirada que piense más allá de lo inmediato
Ese es el gran desafío: aprender de aciertos y errores pasados para que esta vez el desenlace sí sea distinto.
Hay diferencias importantes a tener en cuenta:
- La organización de la tierra: mientras en el Alto Valle predominan chacras pequeñas y medianas, hacia el este encontramos superficies mayores y menos actores, lo que puede ser una ventaja o un obstáculo según cómo se mire.
- El clima: los valles del este son algo más cálidos y húmedos.
- La experiencia: hoy contamos con más de un siglo de aprendizajes que hacen mucho más sencillo el desarrollo de estas tierras que en los tiempos de los primeros chacareros.
- La tecnología: es y será la gran aliada. Las opciones energéticas (eléctrica, gas, eólica, solar), las nuevas genéticas en cultivos, la innovación en sistemas de riego, maquinaria y comunicaciones nos colocan en un punto de partida con muchísima ventaja.
Pero más allá de estas condiciones, hay un factor decisivo: el ser humano. Somos nosotros quienes hemos construido todo lo que tenemos, y también quienes no siempre supimos ir más allá. Para que esta historia tenga un final feliz, el desarrollo debe estar orientado al bien común, por encima del beneficio de unos pocos. Necesitamos instituciones sólidas, acuerdos públicos y privados que trasciendan a los gobiernos de turno, y una mirada que piense más allá de lo inmediato.
Debemos inspirarnos en nuestros antecesores, que nos legaron estos valles magníficos. Lo que proyectemos hoy no es para nosotros sino para las próximas generaciones. La historia nos ha demostrado que cuando las personas trabajan codo a codo, en pos de un bien común, se logran resultados mejores para todos.
La historia dirá…
(*) Socio director de la consutora Halkis SRL
Por Francisco Fornieles (*), especial para "Río Negro"
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