Valles del río Negro: donde lo difícil se hace fácil y lo fácil se hace difícil
Con agua abundante y clima ideal, a lo largo de la provincia de Río Negro se logran rendimientos récord en maíz, forrajes y carne, aunque la falta de infraestructura y servicios aún desafía su despegue productivo.
El potencial productivo de los valles irrigados del río Negro ya es un secreto a voces, cada vez y con mayor frecuencia nos enteramos de algún nuevo récord de producción logrado en la zona: maíz, trigo, soja, alfalfa, cebolla, kilos de carne por hectárea encuentran valores que no dejan de sorprender a locales y foráneos.
El frío número transformado en récord no refleja por sí solo todo el esfuerzo intelectual, físico y económico realizado para conseguirlo. Producimos en una zona con un enorme potencial, pero aún inmadura. Estos hitos son el fruto del sueño de un puñado de emprendedores más un reducido grupo de colaboradores. Es un proceso que incluye mucho esfuerzo personal, compromiso, dedicación y por supuesto dinero.
En Río Negro, lo difícil se hace fácil
Los valles de la provincia tienen el majestuoso río Negro ofreciendo agua abundante y de calidad, y veranos secos de días calurosos y noches frescas que proveen la heliofanía ideal para cultivos de altos rendimiento en ambientes de una extraordinaria sanidad.
La posibilidad de “hacer llover” en el momento y cantidad que el cultivo requiere, transforman a la región en el sueño del que sufre por la seca, por las inundaciones o la chicharrita.
En Río Negro, lo fácil se hace difícil
Paralelamente la “inmadurez” de la región hace que cosas que son sumamente simples en las zonas centrales acá se transformen en una odisea. Hay una oferta muy escasa (aunque en crecimiento) de contratistas rurales, talleres mecánicos especializados, casas de repuestos y demás soportes productivos. La logística y abastecimiento desde las zonas centrales es un capítulo en sí mismo, se requiere de un sinfín de postas y redespachos que suman tiempos y costos para que lleguen insumos y materiales desde las regiones que “ya son” hacia las regiones donde “queremos ser”.
Nuestros proyectos son complejos requieren de mucha inversión en “fierros”. Lo que en zonas maduras solo llevaría un llamado a algunos de los varios contratistas rurales disponibles, acá se resuelve comprando implementos que muchas veces se termina usando muy poco pero que resultan imprescindibles. La falta de mano de obra capacitada (aún para tareas menores) y con compromiso para adaptarse a la dinámica propia de la actividad es otra de las grandes debilidades de este tipo de emprendimientos.
Llevar el agua al lote no es una tarea sencilla, hay para todos los gustos y bolsillos: desde el riego por pivot, riego por goteo pasando por el riego por inundación en sus distintas variantes de manto o surcos (para horticultura). Cada uno con sus ventajas y complejidades. Si bien el suministro de agua proviene casi exclusivamente de la cuenca del río Negro, a cada campo llega de distintas maneras. En algunos (los menos) lo hace a través de consorcios de regantes, pero en la gran mayoría se hace con bombeos y redes de canales propios que toman agua del río que “suben” el agua al sistema con bombas de alto caudal que funcionan con energía eléctrica o combustible líquido.
Reto aceptado
Los que tomamos el desafío de esta transformación hacemos camino al andar, al principio se trata de copiar, luego de adaptar y con el tiempo vamos trazando nuestra propia huella. La falta de paquetes tecnológicos propios para la zona (variedades de semillas, herbicidas, fertilizantes, fechas de siembra, sistemas de riego) nos llevan a tener que probar, innovar, desarrollar, errar y algunas veces también a acertar. La omnicausalidad es un denominador común tanto en el éxito como en el fracaso.
Los que tomamos el desafío de esta transformación hacemos camino al andar, al principio se trata de copiar, luego de adaptar y con el tiempo vamos trazando nuestra propia huella.
Guillermo Villanova, productor agropecuario de Río Negro.
¿Habrá sido el tipo de cultivo? ¿La variedad de semilla? ¿La fecha de siembra? ¿La dosis de fertilizante? ¿El riego? ¿El clima del año? Todas preguntas a las que muy de a poco y gracias a la experiencia compartida con técnicos, proveedores y colegas van encontrando las respuestas y la fórmula mágica de cómo y qué producir en la zona.
Nos motiva el desafío de hacer, de transformar, de generar, y encontramos nuestra recompensa, en lograr lo imposible. Queremos mostrar al resto de la Argentina (y por qué no al mundo) que los valles irrigados del río Negro muy pronto van a ocupar un espacio destacado entre las mejores tierras del mundo para producir altísimos volúmenes de la mejor calidad, como ya lo hizo en algún momento la fruticultura del Alto Valle. Hoy el Valle Medio y el Valle Inferior del río Negro están en la antesala de ser las vedettes de la producción hortícola, forrajera y ganadera del país.
(*) Contacto: guillermo@grupovillanova.com.ar
El potencial productivo de los valles irrigados del río Negro ya es un secreto a voces, cada vez y con mayor frecuencia nos enteramos de algún nuevo récord de producción logrado en la zona: maíz, trigo, soja, alfalfa, cebolla, kilos de carne por hectárea encuentran valores que no dejan de sorprender a locales y foráneos.
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