Ruta de la arena: breve reseña de un insumo clave para Vaca Muerta

Se pasó de usar 1.500 a 14.000 toneladas por pozo. El precio bajó de 500 a 100 dólares. Este año la demanda llegará a su récord.

Cuando amanecía Vaca Muerta, en 2012, las primeras fracturas parecían actos de campaña. En cierto modo lo eran. Las autoridades provinciales estaban buscando la licencia social. Uno de los atractivos era la arena, a tal punto, que en mas de una oportunidad era el souvenir para la visita. Una suerte de “degustación” de arenas y cerámicos importados que se mostraban en platos separados por su uso.

De su calidad dependía el éxito del pozo: cuánto tiempo podía mantener abiertas las grietas creadas, por el agua a presión, en la roca generadora (una especie de mármol enterrado a 1.500 metros de profundidad) y cuánto hidrocarburo dejaba pasar. Por entonces los ingenieros tenían un cálculo, casi de receta doméstica, había que hacer los pozos con el máximo de calidad en todos sus insumos para testear la productividad óptima y desde ahí comenzar a ensayar la baja de costos.

En medio de una de las tantas visitas de RÍO NEGRO a Vaca Muerta, una exalta fuente de YPF explicó la ecuación: “en algún momento el volumen de perforaciones y pozos será tal, por la baja de costos, que se podrá usar casi cualquier tipo de arena”.

Más que una frase literal, se trataba de un concepto. Y ese día llegó. Es un insumo pasó del 30% al 15% del costo de un pozo. Las arenas comenzaron a conseguirse en el país y cada vez más cerca de Vaca Muerta, por ahora no será in situ como soñaba algún neuquino, pero podría estar en el patio del vecino.

La tonelada de arena, o agente sostén como se lo llamó en un principio, pasó de casi 500 dólares la tonelada importada, a poco más de 200 dólares la nacional y en la actualidad cotiza unos 100 dólares. Ese valor incluye la extracción, tratamiento, almacenamiento y transporte. Si prospera el boom de las canteras rionegrinas, el precio podría abaratarse mucho más.

La curva de aprendizaje en el diseño de los pozos y el conocimiento de Vaca Muerta, la baja de costos y la mayor actividad también dispararon el consumo de arenas.

Cuando shale neuquino estaba en pañales, utilizaba, por ejemplo en 2012, unas 30 mil toneladas. Cada pozo utilizaba unas 1.500 toneladas. En 2019 la demanda fue de 1,4 millones toneladas y en lo que va de 2021 -el año pasado la actividad estuvo fuertemente afectada por la pandemia- lleva 1,2 millones toneladas y terminará en 2,2 millones o más.

Los pozos shale, al convertirse en horizontales excluyentemente, pasaron progresivamente a necesitar 3.000, 5.000, 7.500 y, según los últimos datos de la industria, 14.000 toneladas. En lo que va del año se hicieron 5.300 fracturas, con un promedio de 250 y 200 toneladas por cada una: un pozo puede tener entre 40 y 80.

En julio Neuquén alcanzó los 200 mil barriles de petróleo diario, récord en 17 años.

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