Salud: La pobreza y la exclusión 28-5-03

Uno de los máximos referentes en la Argentina a la hora de hablar del HIV, Pedro Cahn, se refiere a las causas de la expansión alarmante de la enfermedad en todo el país.

Menos del cuatro por ciento de los afectados de sida reciben los remedios necesarios.
El crecimiento de la epidemia del HIV-sida en la Argentina alarma por sus dimensiones. «Los números que tenemos hasta ahora son más que preocupantes», insiste una vez más Pedro Cahn, uno de los máximos referentes en la Argentina a la hora de hablar de HIV-sida.

• En Río Negro, la enfermedad afecta a unas 600 personas. Cerca del 50% de los que conviven con el HIV tienen entre 20 y 29 años. El 36% de ellos contrajeron la enfermedad a través de relaciones heterosexuales y el 33% por drogadicción intravenosa.

• En Neuquén, los que conviven con el virus suman 636. Durante el 2002 los casos se incrementaron un 30% con respecto al año anterior. Quienes más expuestos al riesgo son los jóvenes, admiten las autoridades sanitarias provinciales neuquinas.

Ante este cuadro, Cahn hace foco en el rol preponderante que juegan la pobreza y la exclusión social en la expansión del HIV-sida.

Días atrás, al participar como disertante en el 11° Congreso Panamericano de Infectología que se desarrolló en Córdoba al hablar con la prensa admitió que «la cantidad de enfermos se ha estabilizado relativamente, porque si bien continúa evolucionando a sida una proporción de pacientes, también es cierto que la posibilidad de contar con terapia antirretroviral de alta eficiencia ha reducido la aparición de la enfermedad en un porcentaje significativo. De todos modos, tenemos un número que estará en alrededor de 25 mil casos notificados al ministerio de Salud, con un subregistro y un retraso en la notificación que nos permite suponer que esa cifra debe ser no menos de un 20 por ciento más elevada. Y con respecto a los infectados, no hay un dato cierto, si bien hay una estimación que siempre ronda entre las 120 mil y 140 mil personas infectadas. Pero no sabemos a qué ritmo viene creciendo esto.

-Pero existen parámetros para evaluar si el HIV-sida sigue aumentando o no en la Argentina.

-La manera de evaluarlo es haciendo estudios de vigilancia epidemiológica. Habría que tomar, por ejemplo, maternidades y observar el porcentaje de mujeres infectadas. El problema es que los números que tenemos hasta ahora son muy preocupantes. En La Matanza, que tiene más habitantes que muchas provincias argentinas, la proporción de embarazadas con HIV asciende al dos por ciento, cuando la estimación global para población adulta en el país es del 0,7 por mil.

-No es casual entonces que la Argentina sea el segundo país de Latinoamérica con mayor cantidad de sida pediátrico.

-El problema es que como en el país el patrón de la epidemia tiene una alta tasa de transmisión heterosexual, y se trata de mujeres sexualmente activas en edad reproductiva, y a su vez tenemos un mal control prenatal, el resultado es que el siete por ciento de los nuevos casos que se producen son hijos nacidos de madres infectadas. Lo dramático es que esa cifra se podría reducir muchísimo con el tratamiento de la embarazada y el bebé, pero ahí lo que se requiere es, no una acción sobre el sida, sino sobre la maternidad no controlada. Porque la realidad es que, con la crisis, el nivel de control de embarazo viene cayendo, al punto que en una maternidad tipo la mitad de las embarazadas no tiene ningún control, cuando la OMS recomienda al menos cinco controles prenatales.

-De esto se deduce que lo que pasa en el país es preocupante.

-Absolutamente. Y la crisis económica y la exclusión social no hacen sino agravar estas condiciones. La pobreza es la fuerza motora que más rápidamente impulsa la expansión del HIV.

Mal, 20 años después

Veinte años después del descubrimiento del sida, más de 20.000.000 de personas murieron por la enfermedad y otros 42.000.000 llevan el virus HIV en su sangre, lo que implica que al comenzar la tercera década de la pandemia, este mal continúa invicto en su carrera mortal.

Aunque los grupos de trabajo de Luc Montagnier, en Francia, y Robert Gallo, en Estados Unidos, dieron a conocer el 20 de mayo de 1983 en la revista «Science» que habían aislado por primera vez el virus, la ciencia logró sólo desarrollar medicamentos que detienen el curso de la enfermedad. Pero, según admitió Gallo a la agencia de noticias DPA «pasarán aún al menos veinte años antes de que se logre una vacuna que permita su prevención». La enfermedad afecta principalmente a los pobres, pero menos del cuatro por ciento de ellos recibe los medicamentos necesarios.

Grave error

La prensa en general insiste en hablar equivocadamente de «portadores de sida», pese a que los especialistas en el tema a diario recuerdan que hay que referirse a «personas que conviven con el HIV-sida». Portador, sobre todo en la Argentina, tiene una carga negativa en su significación. Se convive con el HIV, no se lo «porta» .

Darwiniano

«En la actual situación de pobreza generalizada en el país, el problema es que la gente que convive con el HIV o que tiene sida no llega al hospital. Yo trabajo en un hospital público en Capital Federal, y lo que tenemos son muchos pacientes de clase media que han perdido su obra social o su prepaga, pero la gente más necesitada tiene muchas dificultades para acceder a la atención médica porque no tiene 50 centavos para el colectivo.O sea que tenemos un sistema de provisión de medicamentos que por un lado ofrece tratamiento sin cargo a todas las personas que lo necesitan, pero que por otro lado es darwiniano: sobreviven los más aptos. Esto significa que el sistema no rechaza a ninguno de los que llegan, pero el que se queda por el camino perdió», sostuvo Cahn, en el 11° Congreso Panamericano de Infectología de Córdoba.

Ayudar a la gente

-Doctor Pedro Cahn, en un contexto nacional en el que más de la mitad de la población está por debajo de la línea de la pobreza y donde, además, nunca se hizo demasiado en prevención, ¿cuáles son las acciones más urgentes para prevenir el HIV-sida?

-Lo primero es combatir la pobreza y la exclusión social. Sin dudas, ésa es la medida más efectiva para prevenir el avance del HIV. Y después están las medidas específicas en materia de campañas consistentes de prevención.

Y con esto quiero decir que no solamente le digan a la gente lo que tiene que hacer, sino que también le faciliten cómo hacerlo. Porque hablarle de que hay que usar preservativo a una persona que no le alcanza para comprar la leche a sus hijos, evidentemente es poco serio. Entonces, lo que hay que hacer, además de informar, es entregarle a la gente los medios de prevención.


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