Saúl Huenchul: cuarentena de payadas en el campo

El payador patagónico vive estos días de pandemia en el sur de La Pampa, entre el repaso de las canciones de su nuevo disco y trabajos rurales. Mientras tanto, Polvareda de un trovero, la pelicula producida por el IUPA que aborda su historia, ya tiene más de 250 mil vistas en Youtube. Acá podés verla.

“Aquí estoy amigo, en Puelches, para cargar combustible y comprar alimentos”, dice don Saúl Huenchul y su voz suena animada. El payador que desde la Patagonia le puso música y letra a la vida rural hace la cuarentena en soledad en sus tierras al sur de La Pampa, donde repasa las canciones de su nuevo disco, el 53. Respondió el llamado de Río Negro cuando salió a buscar provisiones, por eso tenía señal. Una hora después emprendería el regreso para manejar unos 60 km por un camino de tierra hasta llegar a El Picazo, el campo que lleva el nombre del caballo que se quedó a su lado aquella vez que pisó mal en una vizcachera y él rodó y se desvaneció del golpe en la cabeza.

Don Saúl, los perros y la casa en el campo al sur de La Pampa. Foto de Gonzalo Maldonado/ Noviembre 2019.

Está pegadito al río Colorado y lo conoce palmo a palmo de chico, desde que su padre lo mandó de peón al puesto de su compadre. De grande se dio el gusto de comprarlo, con los ahorros logrados a base de giras y venta propia de casetes y discos compactos. En el medio, se las ingenió para aprender a tocar la guitarra y a leer y escribir pese a que no pudo ir a la escuela. Y un día dejó de hacer trabajos rurales para otros y salió a bolichear para describir las alegrías y las penurias de los puesteros y la peonada. Lo vivió para cantarlo. Y una legión de seguidores lo escucha con devoción.

Acá escribe las letras en un cuaderno. Foto de Gonzalo Maldonado/ Noviembre 2019.

Esa historia es la que muestra el largometraje documental Polvareda de un trovero, una producción del IUPA dirigida por Néstor Ruggeri que ya superó las 250 mil reproducciones en Youtube. Un informe especial sobre la vida del payador hecho en conjunto por Río Negro y el Instituto Universitario Patagónico de las Artes fue el marco del estreno on line de la película.

Ahora, a los 73 años, don Saúl ya tiene listo su nuevo disco, el 53, pero no puede ir al estudio hasta que pase la pandemia, aunque ya estaba todo listo. Tampoco puede usar su viejo grabador porque se le rompió y no le encuentra la vuelta al digital que compró después. “Me pongo a la noche a ver si puedo, pero no hay caso, toco botones y borro lo que grabo o no lo puedo encontrar. Una pena porque me gusta escuchar todo al otro día, los tonos, cómo se acomoda la melodía. Con la cabeza fresquita uno se da cuenta de todos los problemas. Ya lo haré en el estudio. Mientras tanto practico las canciones aunque no las pueda grabar. A mí la tecnología me juega en contra”, dice y larga la carcajada.

Así es su cuarentena, solo en el campo. El temor al virus lo advierte cuando va al pueblo y observa los controles y los barbijos. “En El Picazo estoy tranquilo, todos los días hay algo para hacer, ahora voy a vacunar a los animales y arreglar unas alambradas. Y siempre tengo a mano la guitarra, anotando ideas para nuevas letras, me iré morir así…”, dice.    

Llegó al campo hace dos semanas desde Villalonga, provincia de Buenos Aires, donde vive con su mujer Rosana y su hijo más chico. Se vino por la ruta nacional 3 hasta empalmar con la 22. En el control de La Pampa mostró el permiso que debió sacar y piensa quedarse un tiempo, al menos hasta que pasé lo peor de la pandemia. “Son cosas complejas. Hay que tratar de salvarnos entre todos haciendo lo que hay que hacer, otra cosa no se puede”, reflexiona.

Antes de cortar, cuenta que pasó un buen verano. “Anduve por Santa Cruz y el sur de Neuquén. También fui un fin de semana al Chaco. Siempre sale algún laburo, gracias a Dios”.

El concierto con Estudio Orquestal del IUPA.

Y recuerda un gran momento previo a las giras, cuando se presentó en un concierto inédito en Roca con Estudio Orquestal del IUPA, que nuclea a docentes y estudiantes.

Con María Pía Vivet, coordinadora artística de Estudio Orquestal y docente del IUPA. «Insistió mucho para hacer el concierto. Fue muy lindo. Ya haremos otras cosas», afirma Saúl Huenchul.

“Ver toda esa gente, todos los músicos jóvenes fue muy lindo, porque que me tengan paciencia para que yo esté con ellos para mí es maravilloso. Me sigue haciendo bien cuando me acuerdo”, dice don Saúl y se despide para volver a su mundo de caballos, guitarras y payadas.


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