Se estrenó“Caballo de mar”, el último filme de Pablo Cedrón

Un marinero que encuentra el amor inesperadamente es el protagonista de la ópera prima de Ignacio Busquier que se estrenó en Cine.ar. El director habló sobre la película, con pocos diálogos, y contó cómo fue trabajar con el actor, pintor y músico.

Rolo fue la última interpretación para cine de Pablo Cedrón, fallecido en 2017, en “Caballo de mar”, ópera prima de Ignacio Busquier que pone al personaje, un marinero rústico e inocente, en un pueblo perdido de la costa bonaerense en medio de una situación peligrosa y no buscada, y por la que encuentra el amor, que se puede ver en Cine.ar y Cine.ar Play.

“A partir de unas historias (que filmó en una serie documental) y vivencias me parecía muy atractivo tomar un personaje de vida ordinaria, rutinaria y enfrentarlo a un hecho absolutamente azaroso que modifique su vida y su destino, y en esa búsqueda de recuperar su normalidad, se encuentra a sí mismo, se enamora y está dispuesto a todo por esa historia de amor”, explicó el director a Télam.

Con pocos diálogos, la expresión de los actores, sumado al clima generado y una música casi de parodia, “Caballo de mar” desmitifica el idilio que rodea a la vida en los pueblos.Un favor a un desconocido, el robo a un supermercado, la aparición de una hermosa joven con ganas de irse del paraje y la corrupción policial lo ubican a Rolo en la lugar y momento menos indicado para su existencia. Él sólo quiere subirse a su barco y zarpar de ese lugar, pero, así como decía Michael Corleone en “El Padrino 3”, “cada vez que quiero salir, vienen y me empujan a quedarme”.

“Es como si mirara hacia atrás y todo lo que esta tratando de recuperar: volver a subir a su barco, su exmujer (de la que sabemos muy poco, pero lo suficiente para entender que no lo quiere), nada de eso es mejor que lo que tiene ahora. Y todo eso no es otra cosa que lo que le da sentido a su vida: el amor”, comentó el realizador.

“A su vez -agregó-, se redescubre haciendo cosas diferentes. Andando a caballo y volviendo a sentirse vivo. Se hace preguntas, que no tienen respuestas. Pero de algo parece estar seguro, que no vuelve atrás. Rolo buscaba el sentido a su vida o al menos que pase algo diferente”.

La película fue filmada en Quequén y Necochea durante cuatro meses, luego de ganar el concurso de óperas prima del Instituto Nacional de Cine y Arte Audiovisuales.

“Lo que más rescato es que aún con toda la logística y limitaciones que debíamos enfrentar, hubo margen para improvisar y experimentar. Previamente al rodaje tuvimos unas dos semanas de ensayos que fue fundamental para trabajar personajes y encontrar el tono que tiene la historia y sus personajes”, señaló Busquier.

P- ¿Cómo pensaste el amor que siente Rolo por Dora, siendo tan diferentes en varios sentidos?

R- Diría que el amor puede ser como una adicción. El personaje sabe que eso le puede hacer mal, pero hay algo irresistible, suicida y sobre todo desconocido que siempre nos hace pensar que hasta lo más estúpido puede salir bien. Rolo roza la ingenuidad. Siempre hay “una puerta”, que no sabemos a dónde nos lleva. El amor es un poco así.

P- ¿Cuánto ayuda para la trama y escritura la sensación claustrofóbica que puede dar un pueblo?

R- El pueblo ayuda a crear el ambiente claustrofóbico, pero considero que no es determinante. Lo que lo define como claustrofóbico son los personajes que quieren irse de ese pueblo. Que están ahogados allí. Que están dispuestos a cualquier cosa por unos pocos pesos. Son estos personajes decadentes los que inmediatamente se contraponen a la idea que suele construirse de la vida en los pueblos.

Un artista indefinible

Ignacio Busquier destacó la personalidad y la “sensibilidad” del recordado Pablo Cedrón y destacó “la curiosidad y la constante inquietud” que lo movilizaba como artista y persona.

“Pablo es indefinible, al que más conocimos es al actor. Pero podía ser y hacer casi cualquier cosa, aunque no fuera el mejor, no lo movilizaba la competencia, sino la curiosidad y una constante inquietud”, dijo Busquier a Télam.A Cedrón, Busquier le envió el guión de “Caballo de mar”. Tras leerlo, se juntaron en Parque Lezama para charlar sobre la historia. A pesar de que el realizador creía que al actor no le gustaba el texto, se llevó la sorpresa de que era todo lo contrario.

“Para mí fue una emoción enorme, era como tener a Diego Maradona en tu equipo de fútbol 5. Era una ópera prima, a mí no me conoce nadie y si lográbamos hacer la película iba a ser con un presupuesto ajustado”, confió el director santacruceño.

“Pablo -señaló- era un gran observador de la gente. Deconstruía a las personas hasta el hueso, entendiendo todo lo que sentían: sus miedos, vicios, sus extremos, su soledad, sus penas, sus demonios. Y en la mayoría de los casos era una observación de admiración a esos personajes. Por eso los podía reconstruir”.
A Cedrón «le atraía lo marginal» y es por eso que, si bien podía interpretar una obra de William Shakespeare, los personajes que más le llamaban la atención eran los peones de campo, jinetes, linyeras, herreros o cantores de tango, entre otros.
«Tenia mucho mundo y mucha calle. La película se la dedico a Pablo y siento que es poco. Lo admiro profundamente y extraño que no esté entre nosotros», afirmó.

Télam

Ficha técnica

Título original: Caballo de mar.
País: Argentina.
Dirección y guión: Ignacio Busquier.
Música: Christian Basso.
Fotografía: Fernando Marticorena.
Reparto: Ailín Zaninovich, Pablo Cedrón, Alfredo Zenobi.
Para ver: En Cine.ar TV mañana a las 22 y por Cine.ar Play, gratis durante una semana.


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