Santoral del 3 de mayo 2025: por qué la Iglesia Católica celebra hoy a San Felipe
San Felipe fue uno de los doce apóstoles de Jesús y es venerado como santo en la Iglesia Católica. Es conocido por su papel en el Evangelio de Juan. Los detalles.
San Felipe fue uno de los doce apóstoles de Jesús y es venerado como santo en la Iglesia Católica. Según los evangelios, Felipe era natural de Betsaida y fue llamado por Jesús para seguirlo mientras pescaba en el lago de Galilea.
San Felipe es conocido por su papel en el Evangelio de Juan, donde lleva a Natanael a Jesús con las palabras: ‘Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y también los profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José’.
Después de la Ascensión de Jesús, San Felipe continuó predicando el Evangelio y realizando milagros. Según la tradición, predicó en Frigia y murió mártir en Hierápolis.
La festividad de San Felipe se celebra el 3 de mayo en el calendario litúrgico católico, recordando su papel como apóstol y su testimonio de fe en Jesucristo.
Oración a San Felipe
Oh dulce San Felipe, que glorificaste a Dios y te perfeccionaste, siempre con tu corazón puesto en Él, y tuviste una gran caridad por todos los hombres, ahora vienes del cielo en mi ayuda.
Ves que yo sufro bajo el peso de muchas miserias, y vivo en una continua lucha de pensamientos, de deseos, de cariños y de pasiones, que me querrían alejar de Dios.
¿Y sin Dios qué haría yo?
Sería un esclavo que colmado de miseria, ignora la misma esclavitud.
Pronto el enojo, el orgullo, el egoísmo, la impureza y ciento de otras pasiones devorarían mi alma.
Pero yo quiero vivir con Dios; por eso invoco humildemente y confiadamente tu ayuda.
Intercede para que obtenga el regalo de la santa caridad; haz que el Espíritu Santo, el que te inflamó milagrosamente, descienda con sus regalos en mi alma.
Consígueme que yo pueda, aunque sea débilmente, imitarte.
Qué yo viva en el continuo deseo de salvar almas para Dios; qué yo las conduzca a él, siempre imitando tu dulce mansedumbre.
Que pueda ser casto de pensamientos, de deseos y de cariños, como fuiste tú.
Concédeme aquella santa alegría de espíritu que procede de la paz del corazón y de la plena resignación a la voluntad, a la voluntad de Dios.
Alrededor de ti exhaló un aire benéfico, que sanó a las almas enfermas, tranquilizó a las temerosas, aseguró las tímidas, confortó a las afligidas.
Tú has rezado por los que te maldecían; por los que te perseguían; conversaste con los justos para perfeccionarlos, y con los pecadores para reconducirlos a la conciencia.
¿Pero por qué no he sido capaz de imitarte? ¡Cuánto lo desearía! ¡Me parecería tan santificante hacerlo!
Ruega por mí, pobre alma, para que yo pueda realmente imitarte en la vocación a la que he sido llamado, que siempre sea apóstol de Cristo. Favoreciendo a las almas que me ha puesto en el camino, para convertirlas a Él.
Si tuviera el corazón lleno de Dios, llevaría tu apostolado, que es el mismo que el de Jesús, a mi familia, a mi trabajo, a la iglesia, a los hospitales, con los enfermos y también con los sanos, a los ricos y a los pobres. A todos los que necesiten de la simplicidad del amor de Dios.
Te lo pido por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
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