Sin respuestas para los desafíos que vienen


El debate ya no solo se ajusta a si es hora de abrir la economía ni cómo hacerlo, una preocupación global. El presidente deberá dar respuesta a desafíos propios de la Argentina.


En Italia estalló un escándalo por la excarcelación de 376 mafiosos que integran grupos de riesgo del coronavirus. Algunos son celebridades de la Camorra, la Ndrangheta o la Cosa Nostra con condenas a perpetuidad. El caso provocó la renuncia del administrador del sistema penitenciario y puso en jaque al ministro de Justicia Alfonso Bonafede, quien lanzó a la política al primer ministro Giuseppe Conte. Bonafede parece haber cambiado de opinión en las últimas horas: impulsó una resolución que habilita a revisar las excarcelaciones, ahora que el virus parece retroceder en la península. Un fiscal antimafia sin embargo agravó el cuadro: denunció que el ministro había bloqueado hacía poco su ascenso, precisamente en el servicio penitenciario, por exigencias de los jefes mafiosos. La historia la contó el diario La Repubblica.

En la Argentina, la cuestión de las excarcelaciones masivas por el coronavirus no parece estar vinculada como en Italia al crimen organizado ni tiene su misma densidad literaria. Responde a cuestiones tanto sanitarias como ideológicas y, podría decirse, también ambientales. Es lo que sucede cuando la Justicia actúa como entiende que desea la política o bien cuando responde abiertamente a una instrucción política. Una historia que hemos visto repetidamente.

El rechazo social a la suelta de presos resultó abrumador y la política por ahora parece haberse despegado del asunto. La Suprema Corte de Justicia bonaerense suspendió los efectos de un fallo de un solo integrante de la Cámara de Casación y definirá esta semana si revoca el hábeas corpus colectivo que permitió la liberación de cientos de detenidos en cárceles de la provincia.


Hay extenuación, una relajación de hecho del aislamiento y urgencias en sectores económicos a los que la ayuda oficial no llega eficazmente o resulta insuficiente.


Se descuenta que Alberto Fernández habló del tema con la vicepresidenta Cristina Kirchner durante la reunión de tres horas -según la agencia oficial de noticias- que compartieron el martes en Olivos. Un encuentro que, a diferencia de anteriores, fue curiosamente anunciado por el presidente el día anterior en una entrevista periodística. Nada trascendió sobre el contenido. Pero se sabe que una de las preocupaciones permanentes de la vicepresidenta es la administración de su frente judicial: venía de hacer una fuerte embestida contra el procurador general de la Ciudad de Buenos Aires, Juan Mahíques, a quien acusó de haber presionado a la jueza de casación Ana Maria Figueroa en la causa por el memorándum con Irán, por la que la expresidenta debe ser juzgada por un tribunal oral. “¿Qué pensamientos atravesarán la cabeza de Horacio Rodríguez Larreta al enterarse de que el fiscal a quien propuso y designó aprieta jueces?”, dijo en Twitter.

El presidente también cambió su rutina previa al anuncio de la continuidad de la cuarentena. Descartó la ronda con todas las provincias y se concentró en unificar posiciones con el jefe de Gobierno porteño (el cuestionado Larreta) y con el gobernador bonaerense Axel Kicillof. Son los responsables además de la situación en el área metropolitana de Buenos Aires, la más castigada por la pandemia en el país y que ya presenta un escenario alarmante en los barrios populares. Fernández, Larreta y Kicillof registran lo que está pasando allí. Hay extenuación, una relajación de hecho de las exigencias del aislamiento y urgencias en sectores de la actividad económica a los que la ayuda oficial no llega eficazmente o resulta insuficiente. La situación en muchos casos no tendrá retorno.

El debate ya no se ajusta a si es hora de abrir la economía ni cuál es la manera de hacerlo, una preocupación de alcance global. El presidente deberá dar respuesta además a desafíos que son propios de las vulnerabilidades argentinas.

La noche del viernes no pudo responder a un periodista de la agencia Bloomberg, el único extranjero que preguntó en Olivos, cómo el Estado va a financiar el paquete de asistencia sin recursos -la recaudación se desplomó en abril- ni acceso al crédito internacional y sin riesgo inflacionario. Dijo que aún no es tiempo de hablar de eso. Fernández tampoco quiso anticipar el resultado adverso de la oferta por la deuda, que ingresó en un laberinto en el que parece perdido el Gobierno.


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