“Situaciones insólitas, extrañas”

La monotonía no es una característica de nuestra política. Al contrario, frecuentemente se generan hechos y situaciones insólitas, extrañas, hasta para una actividad naturalmente dinámica .Y como algunos de esos hechos descolocan a las autoridades poniéndolas en situaciones comprometidas, los funcionarios se sienten obligados a tratar de justificarlos mediante argumentos forzados, incongruentes y hasta contradictorios, despreciando la inteligencia del público al que está dirigido, aún con el riesgo de caer en el ridículo. Lo ocurrido en dos importantes episodios institucionales recientes son elocuentes muestras de lo comentado. El primero tiene que ver con la elección de las PASO en la provincia de Santa Fe, donde días después de haberse dado a conocer los resultados y proclamados los candidatos se informó que se omitieron u olvidaron escrutar más de 700 mesas que aportaban alrededor de 250.000 votos. Algo así como el 15% de los votantes; poca cosa, una bagatela. Ante la situación, sin tener una explicación lógica que explicara tal bochorno, el gobernador Antonio Bonfatti sostuvo que se trató de “un error” y que, al dar a conocer esa situación, “tal vez nos hayamos extralimitados en ser tan transparentes”. Es decir que, en lugar de asumir la responsabilidad que le cabe a su gobierno por no haber controlado el recuento electoral como correspondía, se reprochaba por haber sido “transparentes” al reconocer el faltante de los votos. El segundo lo protagoniza el jefe de Gabinete Aníbal Fernández quien, ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia declarando nulas las designaciones de conjueces hechas por el oficialismo en flagrante violación a la ley –producto de su persistente proyecto de controlar al Poder Judicial–, sostuvo que ese fallo “es un principismo que no tiene ningún sentido”. Es decir que, para el verborrágico ministro, lo grave no es que los diputados de su gobierno hayan votado una ley tramposa que les posibilitara entrar por la ventana a la Corte sino que esos magistrados hayan tenido una posición “principista” rechazando ese engendro, es decir que hayan defendido la Constitución y el Estado de derecho. Si bien estas declaraciones desopilantes pueden considerarse como parte del “grotesco mágico” en que vivimos los argentinos, no podemos dejar de señalar la gravedad que tiene para la política el hecho de que funcionarios de tanta jerarquía consideren que no sea positivo ser transparentes o tener principios en el desempeño de sus cargos, posición que no creemos sea compartida por la mayoría de los ciudadanos que, por el contrario, valoran y respetan esas conductas . Para funcionarios tan lenguaraces sería recomendable aquello de “al buen callar llaman Sancho” . Carlos Segovia, LE 7.304.065 Cipolletti

Carlos Segovia, LE 7.304.065 Cipolletti


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