20 años de inestabilidad y el miedo a perderlo todo: la angustia de una trabajadora de Nación
Virginia pasó casi la mitad de su vida trabajando en el Ministerio de Desarrollo Social de Nación. Siempre con contratos precarios, entró con 23 años y hoy ve un futuro gris. Conocé la historia de una de tantos agentes, en la cuerda floja.
«Todos los años hace 20 años, yo firmo un contrato». Fuerte y clara, entre la incertidumbre, alguna risa irónica y la resignación, María Virginia Ordóñez Correa dijo sí. Sí a decir en voz alta lo que hace dos décadas le aqueja y que se volvió un gran miedo. Una mujer trabajadora más, caminando al borde de la cornisa en este diciembre incierto.
Desde el 10 de diciembre, su puesto en el Ministerio de Desarrollo Social de Nación sede Bariloche y todo lo aportado durante décadas a la realidad social de la región, está en tinieblas. El 2024 llegará para ella luego de haber cumplido un nuevo aniversario al que no creía nunca jamás llegar: 20 años de precariedad laboral.
Virginia tiene 43 años, es trabajadora social y hoy ante la inminente asunción de un nuevo gobierno nacional, no solo ve en riesgo su puesto de trabajo sino todo lo hecho y aportado durante años en materia social junto a sus colegas del organismo nacional.
“Estamos en una situación bastante angustiante, todos los que trabajamos en organismos nacionales”, balanceó. “Quienes somos Resolución 48 -una modalidad de contratación anual- somos entre el 70 y 80% del Ministerio. Tenemos contratos hasta el 31 de diciembre”, agregó Victoria en una entrevista con Diario RIO NEGRO.
Nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires y empezó su trayectoria en el Estado Nacional de muy joven, a los 23 años. Previamente, en 2001, había estado en una función administrativa en el Municipio de su ciudad natal recuerda que durante algunos meses cobró su sueldo en Patacones cuando tenía solo 21 años.
“Cuando se empezó a fortalecer nuevamente el Ministerio de Desarrollo Social, en el 2003-2004, pedían currículums para administrativas. Yo envié mi currículum, me hicieron una entrevista y entré a una dirección que se llamaba la Dirección Nacional de Asistencia Crítica”, recordó.
Eran todas mujeres, diez trabajadoras sociales y dos administrativas, entre las cuales estaba ella. Ingresó en 2004 como monotributista y en 2005 la pasaron a un tipo de contratación que dentro del Ministerio se llama Resolución 48, que son contratos con renovación anual.
Ese mismo año, empezó a estudiar Trabajo Social en un terciario, ya dentro de las funciones en Desarrollo Social. Así como empezó su carrera, logró terminarla y se recibió en la misma situación laboral que está ahora, varios años después. En 2010, se radicó en Río Negro. Hoy alquila porque no pudo tener su casa propia hasta ahora y tiene una hija de 11.
Así pasaron los años, firmando y firmando renovaciones de un contrato precario, con la ilusión de pasar a planta permanente, pero eso nunca sucedió.
Hoy acompaña a trabajadoras de la economía popular, emprendedoras textiles y tejedoras. Hace siete años conformó la Mesa Textil Bariloche, un espacio interinstitucional que también espera pueda continuar.
“Trabajamos con más de 150 mujeres, que acompañamos desde capacitaciones, espacios de comercialización, presentación de proyectos. Hacemos un acompañamiento súper integral de los emprendimientos”, contó con orgullo del proceso que llevan adelante y los frutos que ha dado en los últimos tiempos partiendo de las necesidades de las artesanas.
“Acá hay compañeros y compañeras que viajan kilómetros y kilómetros para meterse en un paraje a laburar con cinco familias. Eso si no lo garantiza el Estado, no lo garantiza nadie, me parece súper importante”, sentenció Virginia.
“Se están advirtiendo los despidos en todos lados y por todos lados, se están jactando de que va a haber despidos”, dijo, con angustia la empleada pública. “Creo que estamos muy en riesgo”, recalcó.
Algunos de sus colegas con más de diez años de antigüedad y con título profesional actualmente estaban en proceso de exámenes para pase a planta permanente en el marco del programa de regulación del Estado Nacional, que se había comprometido en 2020 la actual gestión. Hace un año y medio, algunos de ellos estaban rindiendo concursos.
“Estamos para garantizar derechos”
Su angustia no solo pasa por la posibilidad de perder su fuente de trabajo, sino porque “el presidente electo (Javier Milei) se jacta de que va a achicar el Estado”, contó. En ese sentido, peligran no solo las fuentes de trabajo sino también los usuarios de los organismos.
Para ella, la contribución de los trabajadores del Estado es esencial. “Estamos para garantizar derechos, o para eso deberíamos estar”, reflexionó la joven mujer.
“Los acompañamientos que podemos hacer desde nuestros lugares de trabajo, son súper importantes para las diferentes poblaciones, para los territorios, sobre todo en lugares como la Patagonia, que a veces son muy inaccesibles”, dijo.
“Lo que a mí como persona, como argentina en este momento me pone más nerviosa es la apertura y la posibilidad de habilitar ciertos discursos de odio, como la cuestión que durante el macrismo se instaló de que somos ‘todos ñoquis’ y que no somos nadie. Habilitarlo nuevamente me parece tremendo”, razonó Virginia.
«Somos gente que nos gusta nuestro trabajo y queremos trabajar”, contrarrestó.
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