25.000 ediciones: la guerra de Malvinas y el intento por llevar la capital del país a Viedma

Desde aquella primera edición en 1912 hasta la número 25.000 que hoy se imprimió y se subió a la web, muchos sucesos fueron marcando cada década.

Nos describen hoy, guardados en el archivo “de papel” y digital, cómo fue vivir esos años en la región, desde la mirada de los periodistas, fotógrafos y editores que pasaron por la redacción.

Años 1979 al 1989 |

Malvinas:

Si bien hubo varios hechos que marcaron esta época a nivel político-económico, como el conflicto limítrofe que tuvo nuestro país con Chile, a raíz del Canal de Beagle, el más destacado fue la invasión a Malvinas.

El 2 de abril de 1982, y contando con el respaldo de gran parte de la sociedad argentina, los comandantes al frente de la dictadura decidieron “recuperar” las Malvinas, un hecho que fue alimentado por la educación que a lo largo de mucho tiempo recibieron generaciones de argentinos en cuanto a que esas islas pertenecían a Argentina.

En 1964 el gobierno argentino ya realizaba gestiones ante las Naciones Unidas para lograr el reconocimiento de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas.

El 2 de marzo de 1982, Galtieri nombra al general Menéndez gobernador de las islas, y el 19, un grupo de operarios desembarca en la isla San Jorge (Georgias) para desmantelar instalaciones balleneras y pone en alerta al gobierno británico.

El 26 de marzo, Galtieri da la orden de iniciar la operación rumbo a las islas.

El 31 de marzo, Londres logra que el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU exhorte a ambas partes a abstenerse de usar la fuerza, con lo que sienta un precedente negativo para el avance de las tropas argentinas.

El 1 de abril, el presidente Reagan habla con Galtieri advirtiéndole de las consecuencias que tendría esa ocupación, pero en la noche del 1 de abril y la madrugada del día 2, las primeras fuerzas argentinas desembarcaron en la Isla Soledad y redujeron a la pequeña guarnición inglesa.

Por supuesto, Gran Bretaña reaccionó y derrotó a la Argentina en una guerra de algo más de 70 días. Si bien fue un hecho que no tuvo mucho sentido, marcó el camino para la transición a la democracia, y también fue el inicio para la pérdida del miedo al poder militar.

En julio de 1982 asumió el gobierno Reynaldo Bignone, quien anunció que se realizarán las elecciones, donde en octubre de 1983 resulta triunfador Raúl Alfonsín. Este hecho marcó el retorno a la democracia y el Juicio a las Juntas Militares fue un gran alivio para muchos personas que necesitaban un ínfimo reparo para su angustia, o de alguna manera cerrar heridas.

Si bien se pensaba que estos hechos daban un asiento sólido para la vida en democracia, hubo otras sublevaciones militares de la mano de los “carapintadas” que se encargaron de poner en estado de alerta a la sociedad y en cuanto surgieron se tardó muy poco en sofocarlas.

En total fueron cuatro alzamientos, el primero fue en 1987 con Aldo Rico a la cabeza y último el 3 de diciembre de 1990, ya en el gobierno de Carlos Menem.

La gestión de Alfonsín tenía la ardua tarea de poner en marcha un país con su aparato productivo destruido, una deuda externa exorbitante contraída durante la dictadura, el peso argentino sin valor, pocas reservas y una pobreza que iba en aumento de la mano de la inflación, que iba marcando la debacle económica, y por ende la entrega anticipada de su mandato.

Alfonsín pide que la Capital sea en Viedma:

Marchar al sur, al mar, al frío” fue el pedido del presidente Raúl Alfonsín, cuando planteó el traslado de la Capital Federal del país desde Buenos Aires a Viedma.

Desde el balcón del Ministerio de Economía, frente al majestuoso río Negro, el primer mandatario lanzó el mensaje el 16 de abril de 1986. Buscaba consolidar la democracia, abandonando el concepto reinante del federalismo y lanzando una esperanzadora estrategia geopolítica. El mensaje estremeció a 10.000 asistentes.

El proyecto original derivó en la sanción de la Ley Nacional Nº 23.512 y la creación del Ente de Traslado, conocido como “Entecap”.

Los técnicos analizaron a las grandes ciudades, que se construyeron al borde de un río, y luego de recorrer la Patagonia se eligió este lugar”, recordó Oscar Sanguinetti, integrante de ese organismo, cuando celebraron en Viedma por el 30° aniversario de ese proceso inconcluso.

“Le pedimos a Alfonsín que en lugar de mostrar maquetas ejecute derechos posesorios mediante acciones de gobierno en Viedma, como firmas de decreto pero empezaron al revés”, recordó Eduardo Rosso, que fue “el intendente del fracaso por la relocalización”, según su definición.

Después, entre las compensaciones, el Banco Hipotecario Nacional y el Fondo Nacional de Viviendas (Fonavi) liberaron fondos que motivaron obra pública y avances que unas 80.000 personas pueden disfrutar aún hoy.

El proceso había despertado la atención de la prensa mundial. “Atendí a periodistas suecos, me llamaron de la televisión de Moscú, algunos no sabían dónde estaban parados y en las crónicas periodísticas pronunciaban ¡Vietnam!… Vinieron empresarios, aventureros. Se infló todo… Hubo mucho de fábula”, recordó Juan Cabalieri al momento del anuncio.


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