Día del inmigrante: Manuel, el dominicano que se enamoró en Bariloche
Llegó con 19 años a Bariloche, donde estaba radicada su tía. Advierte que no le costó encontrar trabajo aunque hoy está desempleado. Espera una hija argentina, tramitó la nacionalidad argentina y se siente agradecido por el país que le abrió sus puertas en 2017.
La inmigración está asociada a la búsqueda de oportunidades, pero también al duelo y al desarraigo. Son muchos los que coinciden en que el corazón queda dividido entre la propia tierra y aquella que se elige. Uno nunca se termina de ir del todo, ni logra establecerse del todo.
Con apenas 19 años, Manuel Liriano llegó a la Argentina desde República Dominicana. Nunca más volvió, pero no sabe qué podría pasar en dos años más. «Llegué en 2017. Era un chico medio rebelde, me gustaba andar en moto y correr carreras. Mi tía ya vivía en Bariloche desde hacía unos años y se puso de acuerdo con mi madre para que viniera yo», cuenta este muchacho que hoy tiene 28 años, está en pareja y espera una hija en dos meses.
No sólo él decidió emigrar. También su hermano y su madre dejaron Dominicana atrás. «Si bien hoy la situación en Argentina no es fácil, allá es muy complicado. Los sueldos son mucho más bajos. No hay muchas opciones excepto en gastronomía o hacer repartos de comida. Por eso, hay mucha migración. Uno pretende progresar, salir adelante y allá es imposible«, reconoce.
Su primer paso fue por Buenos Aires, pero su destino final era Bariloche donde vivía su tía desde hacía diez años y por lo tanto, tenía un techo garantizado. «Nunca tuve problemas para conseguir trabajo. Siempre me gustó la atención al público, también vendí celulares y ahora estoy desempleado porque trabajaba en una confitería de la calle Mitre, pero vendieron el fondo de comercio», lamenta. Su beba llegará en solo dos meses, de modo que la búsqueda de trabajo es incesante.
«Vivir en Argentina fue un cambio inmenso. Lo que más me impactó cuando llegué a Bariloche y me bajé del micro fue el frío. ‘No puedo’, pensé. Me quería volver. Después me enganché con los paisajes, la gente, el lago y la pesca. Con el frío, sin embargo, todavía no me amigo», reconoce.
Tiempo atrás, cuando trabajaba en una confitería conoció a una muchacha a la que veía pasar constantemente. Se la cruzaba en todos lados, pero no lograba entablar conversación con ella. «No me daba bolilla y lo cierto es que hice un trabajo de hormiga. Por los algoritmos la encontré en Instagram, pero no me aceptaba la solicitud. Finalmente me aceptó. Comencé a comentarle las historias hasta que me animé a invitarla a tomar una cerveza. ‘Unos mates sí’, me dijo. Yo nunca había tomado mate. Lo probé en Circuito Chico y me quemé toda la boca. Ella se reía«, recuerda risueño.
Ya lleva cuatro años y tres meses junto a Yamila con quien le tocó atravesar momentos lindos y otros muy duros, al perder a las mellizas que nacieron prematuras. Un año después, la muchacho volvió a quedar embarazada y están a un paso del nacimiento de Adara (el segundo nombre de la niña porque el primero «está en disputa»). Pero la pareja también evalúa emprender un nuevo rumbo. Quizás en Dominicana; quizás en Europa. Estados Unidos, plantean, «es más difícil».
«Siempre me sentí muy bien recibido en Argentina. Pero suelo ser una persona que cae bien en cualquier lado. De hecho, tomo Fernet, tomo mate y hasta se me pegó el acento. Pero siempre está presente la nostalgia. Lo que más se extraña es a la familia. Cuando falleció mi abuelo, no pude viajar», asegura y añade: «Hubo momentos buenos y malos».
Este año Manuel tramitó la nacionalidad argentina. Lo tenía como un asunto pendiente. «Voy a tener una nena en este país con una argentina. Si el día de mañana nos vamos y queremos volver para que la nena conozca a su familia queremos que no haya problemas», advierte. ¿Su sueño hoy? Conseguir un trabajo para que nada le falte a su hija.
Los chilenos siguen encabezando la lista de migrantes en la Delegación de Migraciones de Bariloche y la región. Sin embargo, en los últimos 10 años llegaron gran cantidad de paraguayos, venezolanos y bolivianos.
Los inmigrantes europeos ya no representan un porcentaje tan amplio como hace 30 años.
Comentarios