El desafío de evitar la deserción en la carrera de Medicina en Bariloche

Un alto porcentaje de los 57 estudiantes que cursan la carrera en la Universidad Nacional de Río Negro proviene de familias de bajos recursos y requiere de ayuda para seguir estudiando.

Los 58 estudiantes de la flamante carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Río Negro atravesaron la cursada de la primera mitad del año en Bariloche. El desafío de las autoridades es la retención de estos alumnos, evitando cualquier posible deserción.

Hasta ahora, solo una de las estudiantes que había logrado pasar todas las instancias de examen abandonó la carrera porque decidió regresar con su familia a Rosario, su ciudad natal.

Ana Domínguez Mon, profesora titular de la carrera de Medicina y Ciencias Antropológicas, recalcó que los 58 alumnos ingresantes pertenecen a grupos sociales heterogéneos. “Hay sectores medios y medios altos, de padres profesionales con formación universitaria y un grupo importante que es primera generación universitaria. En algunos casos, sus padres no pudieron terminar el secundario”, puntualizó.

El 70% de los estudiantes ingresantes corresponde a una “primera generación de universitarios”. Según Domínguez Mon, este dato se condice con el perfil general de la Universidad Nacional de Río Negro.

Los estudiantes cursan en las sedes de Mitre y Anasagasti, pero también concurren constantemente a cuatro centros de salud. Foto: gentileza

Hasta ahora, las universidades de La Plata, Buenos Aires, Rosario y Córdoba eran las más elegidas por los estudiantes que soñaban con estudiar Medicina y cuyas familias podían costear sus estudios en otras ciudades. Muy pocos. La posibilidad de estudiar en Bariloche, en cambio, generó más accesibilidad para los sectores más humildes de la ciudad y la región. Muchos chicos, aclaran desde la universidad, residen en los barrios Altos de la ciudad.

El dato

140
personas se anotaron para rendir el examen de ingreso a la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Río Negro. Solo 58 lograron pasar las tres etapas del ingreso.

El promedio de edad de los estudiantes es de 24 años -entre 17 y 53- ; mientras que el 50% tiene 21 años o menos. Por otro lado, el 88% de los alumnos es de Bariloche, El Bolsón y Dina Huapi. El resto proviene de áreas rurales de Chubut y la Línea Sur Rionegrina, Viedma y Plottier (en Neuquén).

“También hay gente de comunidades originarias -mapuches-. Todo esto da un perfil interesante de estudiantes de esta carrera orientada a la medicina general y rural. Son muchachos que, más allá de la especialidad que elijan, serán formados en Derechos Humanos, perspectiva de género y diversidades”, aclaró Domínguez Mon que coordina el área Cuerpo Social de la carrera de Medicina.

Dijo que “pese a la heterogeneidad social y cultural, hay una convergencia en la importancia de este perfil orientado al trabajo en territorio y en las comunidades”.

La carrera apunta a sacar a los estudiantes al terreno. Foto: gentileza

El sueño de recibirse

Los estudiantes que pasaron el filtro de ingreso arrancaron la cursada con la esperanza de finalizar sus estudios y poder solventarse económicamente de alguna manera. Algunos intendentes de la región otorgaron becas a los alumnos de sus localidades. “Alquilar y vivir en Bariloche es difícilísimo. Por eso, el sueño de la universidad es lograr una residencia para estudiantes y comedores universitarios”, reconoció.

Otros chicos se ven obligados a trabajar a contraturno para colaborar con sus familias. “A estos últimos se les está haciendo difícil seguir adelante. Esta carrera implica mucho tiempo de cursada y horas de estudio. Requiere mucho compromiso personal y disciplina”, advirtió Domínguez Mon que se plantea como objetivo que los 57 alumnos continúen sus estudios hasta recibirse.

“Hay que sostener este perfil que tanto costó formar. Para eso, hay estudiantes que requirirían una ayuda extra para no abandonar sus estudios en función del mercado laboral”, añadió.

La universidad no descarta la colaboración de fundaciones o cualquier tipo de ayuda institucional. Domínguez Mon recordó que las becas se tramitan a principios de año; de modo que deberán esperar al 2023. “Para muchos esto está demasiado lejos”, señaló la antropóloga.

Los estudiantes cursan en la sede de Mitre y Anasagasti y en cuatro centros de salud. El laboratorio está en la sede de Tacuarí. Foto: gentileza

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