El médico guardián de la casa museo de Colonia Suiza

Alcides “Coco” Storti es uno de los primeros cirujanos que trabajó en Bariloche y hoy recibe a los turistas en la casa museo del poblado histórico para contar sus historias, el origen de los europeos de los alpes en la región y su estilo de vida.

Puntualmente a las cuatro de la tarde, Alcides “Coco” Storti abre la puerta de una pequeña casa de madera, de color amarillo, en el corazón de Colonia Suiza. Afuera, seis turistas aguardan expectantes. “Bienvenidos, pasen nomás”, los recibe con una sonrisa.

El guía de la Casa Museo es uno de los primeros médicos cirujanos que tuvo Bariloche.

Hoy, con 82 años, continúa recibiendo a los visitantes con el mismo entusiasmo. Encabeza una recorrida por el lugar, colmado de fotos viejas y objetos, relata con precisión datos históricos y regala infinidad de anécdotas sobre los primeros pobladores de Colonia Suiza, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad.

“¿Cómo surge todo esto? De un matrimonio malhabido entre mi difunta esposa, Elena, y la Municipalidad, hace ya más de 20 años. Se prometieron fidelidad: Elena cumplió; el municipio, no. Habían acordado personal, mantenimiento y el pago de la luz”, cuenta.

En esa casa sencilla, ubicada en un predio de 45 hectáreas, nació Marcelo Goye, uno de los primeros pobladores de Colonia Suiza y padre de Elena. Con el transcurso de los años, la vivienda quedó deshabitada; luego se alquiló en varias ocasiones hasta que un día, 30 años atrás, Elena resolvió inaugurarla como museo en homenaje a sus abuelos.

El museo que guía Coco se puede visitar miércoles y viernes, en Colonia Suiza. Foto: Chino Leiva

Según Storti, la mujer fue alentada por el secretario de Cultura que comprometió ayuda. Pocos años después, cuando Elena murió, sus dos hijas -Valeria y Gabriela- decidieron preservar la casa museo “en su honor”.

Hasta ese momento, Storti trabajaba como médico cirujano y solía concurrir al lugar, “como casa de descanso”. “Cuando fallece Gabriela, mi hija médica, eso me arraigó más a Colonia y me recayó esta responsabilidad. Ejercí la medicina hasta el 2005 y decidí ocuparme de la casa museo. Al no contar con personal, el funcionamiento solo depende de mi voluntad”, asegura el hombre que nació en Bahía Blanca y se radicó en Bariloche, cuando tenía apenas 13 años.

Resignado, explica que poca gente suele recorrer el museo. “El argentino, el latino, no es tan afecto a los museos, sobre todo a los históricos. Y muchos turistas vienen con chicos, el peor enemigo de los museos. Hay quienes programan una visita y después, no vienen”, confía Storti.


Los suizos en Bariloche


La recorrida por la casa tiene como eje central el relato de la radicación de suizos en ese poblado. “Suiza, aunque parezca mentira, padeció hambruna hacia 1880. La población que vino a la Argentina era muy joven. Llegaron a Buenos Aires y se dispersaron. Por alguna razón, los Mermoud, Felley, Creton y tres hermanos Goye se fueron a Chile, donde fueron maltratados y no se adaptaron a las costumbres de ese país”, relata. “De pronto -agrega-, se enteran que en Argentina daban tierras a quienes la querían habitar. Cruzan la Cordillera y llegan a Bariloche hacia 1892 o 1893, donde encuentran su propio Canatón de Valais, de donde son nativos, que les da cierta nostalgia”.

En la casa museo de Colonia Suiza hay elementos antiguos y fotografías de época. Foto: Chino Leiva

Con una memoria y un nivel de precisión envidiable, Alcides no para de mencionar apellidos, uniones de matrimonios y detalles sobre la cantidad de hijos que tuvo cada inmigrante. “Vivían de faenar sus animales, de sus quesos, del trigo. Son gringos que trabajaban como bestias”, menciona.

Máquinas de escribir y otras de coser, una vitrola, el “violín del diablo”, esquíes antiguos, un piano y una cocina a leña son solo alguno de los tantos objetos que rebalsan una pequeña sala del museo.

Luego de probar el sonido de la vitrola, Alcides señala una foto blanco y negro en la que se ve a un grupo de unas 30 personas en Colonia Suiza, a mediados de 1900. “Ahí abajo, está mi difunta esposa cuando era chica. El suizo es muy conservador. Muy tradicionalista. Acostumbraban a festejar aniversarios de acontecimientos. Lo que suponemos es que, en esa foto, celebraban el fin de la Segunda Guerra Mundial”, indica perplejo en la imagen. Su cabeza gira a una de las tantas máquinas de escribir. “Esta la usó nada menos que el profesor Richter, el mismo que estafó a Perón con el proyecto nuclear en la Isla Huemul”, señala risueño.

Alcides Storti decidió dedicarse al museo que su esposa Elena creó en homenaje a sus abuelos Goye. Foto: Chino Leiva

Luego avanza hacia otra foto antigua colgada en una pared, en la que se puede ver a un grupo de jóvenes. “Muestra el comienzo del mochilero en Bariloche. Marcelo, mi suegro, buscaba con camiones a los chicos de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) a fines del peronismo y los traía a Colonia Suiza”, menciona.

La visita continúa en el ingreso a la casa donde se exhibe una fragua con un cartel en el que se lee: Siglo XX. “Esto es una genialidad. La hicieron con la llanta de un coche”, se admira el hombre. En ese preciso momento, más turistas se acercan a la casa en busca de anécdotas e historias de un rincón de Bariloche.


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