Fuego prohibido: tormentas eléctricas, incendios en la Patagonia y un pedido urgente en un «verano crítico»

Con tormentas eléctricas tempranas, déficit de lluvias y focos que se multiplican en la Patagonia, el sur entra en su temporada más vulnerable. Entre brigadistas y una prohibición estricta del fuego, Parques Nacionales busca frenar un verano que empezó antes de tiempo.

Cuatro focos de incendio actiban la alerta ayer en los parques nacionales de la región: tres en Lanín y uno en Los Alerces. “Se deben al paso de tormentas eléctricas desde Neuquén hasta Chubut”, explicaba Ariel Amthauer, titular de la Dirección de Lucha contra Incendios Forestales de Parques Nacionales, mientras los brigadistas combatían el fuego. Al mismo tiempo, se conocía la resolución del Directorio de la APN que prohibe el uso del fuego hasta el 30 de abril de 2026 en cinco parques nacionales, una medida preventiva frente a las condiciones meteorológicas y los riesgos de la temporada estival.

Al mediodía, un avión observador también sobrevolaba el Nahuel Huapi para confirmar que no hubiera sorpresas. “Son focos chicos, pero una de las características de las tormentas eléctricas es la complicación en el acceso. La tormenta descarga en zona de bosque alto, no se puede llegar en helicóptero y llegar rápido es muy difícil”, explicaba.

Los brigadistas iban a lomo de montaña, con herramientas de mano y motosierras. En ese lugar no había agua, y por eso se sumaba en el Parque Lanín el helicóptero con helibalde. “Anoche intentaron llegar a uno de los fuegos del Lanín. No pudieron. Hoy arrancaron temprano de nuevo”, contaba Amthauer.

La noticia se replicaba hacia el sur, otro foco aparecía en el brazo sur del lago Menéndez, detectado por un prestador del Parque Nacional Los Alerces. “Ahí ya se despachó un equipo de 12 personas: nueve brigadistas, tres guardaparques embarcados con equipo de combate y un avión anfibio. El avión hace ataque directo hasta que llega el personal por agua y luego por tierra”.

La lista seguía hacia Chubut. Allí, el incendio de la Reserva Provincial Río Turbio no da tregua desde hace más de una semana. “Desde el miércoles de la semana pasada movilizamos brigadistas de Lanín, Nahuel Huapi, Lago Puelo y Los Alerces. Hoy tenemos 30 personas trabajando. Está a 6 o 7 kilómetros de Lago Puelo”, detallaba. También ese fuego empezó con una tormenta eléctrica, hace dos semanas. El escenario del día era complejo, y mostraba el trabajo y las necesidades que comienzan a surgir por el fuego en la cordillera.


El verano crítico ya empezó


La conversación vuelve una y otra vez a lo mismo: el clima. “Lo que nos está pasando en Patagonia es que estamos transitando un verano crítico”, admitía. Déficit de precipitaciones de hasta el 50% en zonas de cordillera, temperaturas por encima de la media y un dato que inquieta al sistema de manejo del fuego: descargas eléctricas registradas desde fines de octubre. “No son muy habituales, es algo muy adelantado para la región”.

Por eso, el viernes Parques Nacionales firmó la Resolución 390, publicada ayer en el Boletín Oficial, que restringe el uso del fuego en toda la región cordillerana. Río Negro, Neuquén y Chubut acompañaron la medida. “En los parques cordilleranos, Alerces, Lago Puelo, Nahuel Huapi, Los Arrayanes y Lanín, el fuego está prohibido, salvo en áreas concesionadas con fogones estructurados”, remarcaba.

En áreas de uso diurno y acampe libre, la prohibición rige hasta el 30 de abril. “No podemos garantizar vigilancia en zonas libres cuando tenemos un despliegue territorial tremendo por los incendios”, explicaba.


El equilibrio se vuelve un tablero delicado


Amthauer volvía sobre el mensaje clave. “Lo decimos todos los veranos, pero este año es más fuerte”. La restricción no es nueva, se aplica desde 2022, cuando un decreto nacional declaró la emergencia. Hoy, el escenario es desigual. Corrientes, por ejemplo, que el año pasado ardía junto con la Patagonia, hoy tiene lluvias e “índices de peligrosidad totalmente distintos”.

Se realiza un informe técnico que mide precipitaciones, humedad del combustible y capacidad de respuesta. “En Patagonia, el contenido de humedad del combustible está muy bajo. Es probable que superemos valores históricos. Por eso, puede estar complicada si el fuego se escapa de control”, advertía.

Mientras los equipos suben y bajan laderas, los aviones anfibios cruzan lagos y las cuadrillas se acomodan en el silencio de la montaña, Amthauer mira el pronóstico y mide cada palabra. “Por ahora los focos están con personal. Esperemos que el apoyo aéreo y el trabajo de los brigadistas logren cumplir el objetivo: frenar el avance”.

Pero sabe que la tarea recién inicia. “La administración de Parques tiene 400 personas que son brigadistas de incendios, pero cuando es necesario, se suma también la dotación de guardaparques”, detalla. Y cuando la emergencia escala, “tenemos una disponibilidad de entre 300 y 400 personas, hasta 500 podríamos movilizar”. Y no es más porque la vida dentro de los parques no se detiene. “Los parques siguen funcionando y con peligro de incendios”, recuerda. Ese equilibrio se vuelve un tablero delicado. “Es un movimiento permanente de recursos de un lugar para otro”, describe.

El trabajo tampoco es en soledad. “Trabajamos permanentemente con las provincias y con el Servicio Nacional de Manejo del Fuego”, destaca. Entre jurisdicciones se define qué región puede ceder personal sin quedar expuesta.


El asado puede esperar


“Si antes íbamos a un camping de uso libre para hacer fuego para el asado, hoy vamos a tener que esperar a que estén dadas las condiciones y si no, tendremos que cambiar de menú”, dice Ariel Amthauer, mientras suma que no se cierran puertas ni se desalienta el disfrute de los Parques, sino, que piden que se cuide.

“Cuando necesitás mucho personal luchando contra el fuego, el territorio de parques te queda un poco vulnerado en lo que es la vigilancia”, admite. Y es justo cuando la cordillera se llena de visitantes que más se necesita control. Responsabilidad social, repite. “Es fundamental el acompañamiento del turista y del local”.

“¿Hay más conciencia después de tantos bosques perdidos?” Amthauer hace una pausa. “Creo que es una lucha permanente”. Patagonia está más sensibilizada, sí, pero el país no es homogéneo. En algunos lugares, aún se queman desechos forestales frente a laderas ardiendo. “Estamos transitando un momento de transformación, lo que antes se quemaba en una época del año, tal vez hoy no se puede hacer.Se necesita mucha educación”.

Cuando el fuego avanza no pregunta quién vive ahí, ni qué historia guarda cada árbol. Arrasa y sigue. Y si bien brigadistas y voluntarios ponen el cuerpo, la verdad es que ningún operativo alcanza cuando el bosque llega débil y la sociedad mira tarde. Por eso , Amthauer, explica que evitar lo peor no es sólo una tarea técnica, es una responsabilidad colectiva, cotidiana, de todos.


Cuatro focos de incendio actiban la alerta ayer en los parques nacionales de la región: tres en Lanín y uno en Los Alerces. “Se deben al paso de tormentas eléctricas desde Neuquén hasta Chubut”, explicaba Ariel Amthauer, titular de la Dirección de Lucha contra Incendios Forestales de Parques Nacionales, mientras los brigadistas combatían el fuego. Al mismo tiempo, se conocía la resolución del Directorio de la APN que prohibe el uso del fuego hasta el 30 de abril de 2026 en cinco parques nacionales, una medida preventiva frente a las condiciones meteorológicas y los riesgos de la temporada estival.

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