Irma, la partera de Roca que estuvo desde el inicio del hospital, cumplió 99 años

Irma fue una de las primeras enfermeras y una guía indispensable para muchos médicos. Mientras rememora su vida, sigue activa: baila, cocina y teje.

Con 99 años, dos agujas y lana roja Irma Rodríguez teje sweaters y bufandas para sus nietos, sigue entusiasmada por lo que le depara el futuro, ya que ha vivido grandes desafíos como ser una de las primeras parteras antes del Hospital Francisco López Lima en Roca.


Irma trabajó como enfermera desde antes de que se construyera el Hospital Francisco López Lima. Fue una guía indispensable para los médicos que hoy en día están ejerciendo en ese establecimiento de salud.


Ella teje, pinta, cocina, limpia, baila, camina y lee, de hecho, es una fiel lectora del diario RÍO NEGRO, pues todos los días lo espera en su casa. Está en constante movimiento, nada la detiene.


Nació en Mendoza y a sus seis años su familia se mudó a Roca. Ya de adulta, se postuló para trabajar en la sala de maternidad en Don Bosco y Tucumán. “La maternidad era el hospital chico antes de que estuviera el hospital Francisco López Lima”, explicó su hijo, Roberto García. Pues ese era el único lugar de asistencia, principalmente para los partos de las embarazadas.

A la izquierda al fondo, Irma realiza sus trabajos de enfermería junto a sus compañeras. Foto: Gentileza.


Cuando ingresó a trabajar la recibió el doctor Navarre. Entró para realizar tareas de mucama, porque era lo que faltaba. “Cuando él me vio dijo ‘no, vos no sos para mucama. Yo te voy a enseñar algo de enfermería y vos vas a tener que aprender’”, contó Irma y agregó “le dije no doctor, cómo voy a ser enfermera yo, después de andar lavando ropa durante tanto tiempo”. A pesar de sus dudas se animó y aprendió, siendo una de las mejores de la época.


El médico le enseñó a llenar las jeringas, a inyectar y todo lo necesario para acompañar a las pacientes. Ahí trabajó durante 15 años hasta que se trasladaron al nuevo Hospital Francisco López Lima, que hoy funciona sobre Gelonch y Avenida Roca.


“Cuando fuimos al hospital nos encontramos con un jefe que era bravo. Nos dividieron por sectores, algunas fueron a cirugía y otras fueron a obstetricia. Yo les dije que quería trabajar en la parte clínica de mujeres, pero me mandaron a la de los hombres y no me gustaba”, expresó.


Las enfermeras, eran llamadas “las enfermeras a dedo”. “Cuando vino la jefa de enfermería quería que fuéramos a la escuela a aprender. Fui un tiempo, pero después querían que yo les enseñara a las jóvenes que estaban estudiando. Un día les dije: no, si yo soy enfermera a dedo por qué debería solucionarles ese problema”, contó Irma. Después de eso nunca más la subestimaron.

La mujer rememoró su historia junto a RÍO NEGRO. Foto: Andres Maripe.


Luego la trasladaron al área de maternidad y fue partera durante 10 años. Le enseñó a cientos de médicos residentes. “Son profesionales que hoy están ejerciendo”, apuntó su hijo Roberto.


En paralelo, empezó a trabajar en la Clínica del Comahue, que funcionó en Tucumán casi San Juan. “Me llamaron para hacer una licencia de días y estuve siete años”, señaló. Por la mañana trabajaba en el hospital, luego volvía a su casa para cocinarle a sus hijos, limpiaba y por la tarde se iba a trabajar a la clínica. “Ahí me trataron muy bien. Todos eran muy buenos”.


Hoy en día, uno de sus compañeros, el doctor Vivas, la visita seguido y entre charla y charla rememoran esos años. También pacientes que tuvieron complicaciones durante sus partos le siguen agradeciendo por su ayuda.


“El otro día me encontré con una señora. Me miró y me dijo ‘¿Usted es Irma? Sí, le dije. Me abrazó y se puso a llorar. ‘Usted me atendió en mi parto. Hoy mi hijo tiene 45 años’. Esas cosas a mí me emocionan mucho”, expresó, con lágrimas en los ojos.
“Un día cerraron el hospital debido a una infección. Como estaba cerca de la edad jubilatoria, me jubilaron”, explicó la mujer.


Pero su carrera como enfermera no terminó en el hospital, ya que junto con el doctor Vivas pusieron una enfermería donde también trabajó de camillera.


Pasado un tiempo, decidió comprarse un terreno en Las Grutas y construyó su hogar, sobre la calle Isidro, a cuatro cuadras de una de las bajadas al mar. Cada tres meses vuelve a Roca a visitar a su hijo Roberto y a sus nietos, quienes la esperan ansiosos.


Irma mira el álbum de fotos familiares. Las observa orgullosa. Besa uno de los retratos y señala “este es mi nieto” y luego sigue con el resto.


La cumpleañera tiene dos hijos: el mayor es Roberto y la menor es Irma Ruth, a quien apodan Titi.
«Yo soy muy ambiciosa, me gusta tener y ahora a los 99 sigo buscando lo que quiero”, expresó.


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