Karina Loyola, la barilochense que se empoderó a partir del deporte adaptado

Integra la selección argentina de bádminton paralímpico, pero antes lo suyo era el lanzamiento de disco y bala. Superó varios obstáculos en su vida hasta que conoció el deporte.

Karina Loyola observa orgullosa las dos últimas medallas de oro que obtuvo en el Torneo Nacional de Para Bádminton en San Luis y empieza a soñar con su próxima participación en el Open de Brasil del 16 al 26 de abril, junto a otros 11 atletas de todo el país.

Jamás imaginó que, a través del deporte, lograría empoderarse. Que su infancia y adolescencia signadas por el acoso escolar quedarían atrás. Hoy, esta mujer de 32 años trabaja en un jardín maternal, entrena, compite y hasta recorre escuelas contando su historia de vida para sensibilizar a los jóvenes.

La acondroplasia, un trastorno genético, le dio una esta mujer una talla diferente.

Loyola incursionó en atletismo y durante cinco años, practicó lanzamiento de disco y bala. Participó de los Juegos de Río de Janeiro en 2016 y de los Panamericanos en Lima en 2019. Pero en esta última oportunidad en Perú, conoció el bádminton, un deporte adaptado nuevo en la categoría de talla baja. Hoy es la única deportista en esa disciplina en Río Negro.

“Lo probé y me encantó. Es divertido, dinámico, aeróbico y en equipo. Nada que ver a lo que yo hacía. El atletismo es individual, competís con vos misma. De modo que al conocer el bádminton decidí contactarme con el entrenador y arrancar. Hoy sigo aprendiendo”, confió.

Loyola no tuvo una infancia fácil. Las numerosas situaciones de acoso escolar que le tocó atravesar la llevaron a encerrarse en su casa y en su ámbito familiar.

“Como tengo talla baja, he vivido muchas situaciones de bullying en la adolescencia. Me costaba enfrentar a la sociedad. Padecí bastante el colegio y la calle. Me cansaba que todo el mundo me mirara de arriba a abajo como si fuera un extraterrestre. Hasta que no quise salir más”, recordó y añadió que cuando la persona es más joven, las burlas afectan más.

Karina tiene un lugar en la historia del deporte de su ciudad y aspira a sumar medallas en una nueva disciplina. Foto: Chino Leiva

La historia cambió en 2014, cuando su madre y su hermana la convencieron de que las acompañara al gimnasio municipal 2 para practicar gimnasia. Al llegar, la clase anterior -con integrantes de ADAM (Actividad Deportiva Adaptada Municipal) no había terminado.

“Empezamos a entrar en calor caminando alrededor del gimnasio, cuando en eso, se acerca la profesora de ADAM, Andrea Laskay, y de atrás, me dice: ‘Te estamos observando’. La miré y me dice: ‘¿Cómo te ves lanzando jabalinas y bala en los Juegos Paralímpicos 2016?’ No dudé en decirle que sí”, contó.

En ese momento, inició la actividad con mayor compromiso hasta que fue convocada por el técnico de la Selección Argentina de Atletismo en el Cenard. “Me empecé a cruzar con Las Leonas y con deportistas de alto rendimiento. Como mi categoría (jabalina) no estaba, empecé con lanzamiento de disco y bala. Fue complicado aprenderlo, pero fui avanzando y obteniendo marcas”, expresó.

En 2018, se radicó en Buenos Aires para prepararse para los juegos de Lima, pero con la pandemia, decidió regresar a Bariloche en mayo del 2020.

Hoy, tiene 32 años y entrena en la escuela del barrio Melipal. Su máxima meta son los Juegos Paralímpicos en París 2024. Pero antes, el esfuerzo está puesto en competir en Brasil para lo cual reúne fondos y busca sponsors.

“No bien entré en el deporte adaptado y conocí a otros chicos que tenían otras discapacidades, pensé: ‘Guau, lo mío no es nada”, reconoció y agregó: “Hoy, la gente ya no se para a mirarme sino que me agradece por representar a la sociedad. El deporte fue un antes y un después”.

El deporte le permitió atravesar la etapa más frágil de su vida, empoderarse y sentirse mucho más segura de sí misma. Pero también le permitió entender que podía convertirse en referente de muchos jóvenes que atraviesan experiencias de bullying. “Les cuento mi historia, hablo sobre las discapacidades que uno puede llegar a encontrar y hago mucho hincapié en lo mucho que sufrí a esa edad. Sobre el compañerismo y la necesidad de mirar al otro poniéndose en su lugar. En su momento no entendí por qué yo era así. Hoy puedo entender que había un propósito para mí”.


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