Murió Magalí Muñiz, activista por los derechos LGBTIQ y sobreviviente de la dictadura militar

Magalí era trans y fue una parte fundamental del Archivo de la Memoria Trans (AMT). La mujer vivió durante 30 años en Neuquén donde luchó intensamente por los derechos de su comunidad. Conocé más de su historia.

Dos días antes de que el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunciara el cierre definitivo del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), murió Magalí Muliz, una activista y sobreviviente de la última dictadura y «parte fundamental» del Archivo de la Memoria Trans (AMT).

Magalí fue de las pocas mujeres trans que llegaron a los 60 años. Durante sus últimos meces de vida mostró su lucha contra la muerte a través de sus redes sociales donde se la veía positiva y batallando a pesar de su dolencia.

Fue una parte fundamental del Archivo de la Memoria Trans (AMT) y sus aportes fueron esenciales para el movimiento del que formaba parte. Ayer fue despedida ayer por gran parte de la comunidad a pesar de su temprana partida.

«Es un día muy triste. Magalí Muñiz era parte fundamental del AMT. Su trabajo, legado y su maravillosa personalidad quedarán siempre en el corazón de toda la comunidad», posteó la AMT que dirige María Belén Correa y que Muñiz integraba desde 2017 como una de sus caras más visibles.

Quién era Magalí y por qué fue tan importante para su comunidad


Diana Magalí Muñiz nació el 9 de febrero de 1964 en la localidad bonaerense de Tigre. En medio de la dictadura cívico-militar estuvo detenida en el Centro Clandestino de Detención Comisaría 1° de esa ciudad, que fue señalizado como sitio de la memoria en 2020.

Con el retorno de la democracia, la situación no mejoró sustancialmente para las personas trans, porque seguían vigentes los edictos policiales que criminalizaban su identidad y la prostitución callejera. Por lo que decidió mudarse a Neuquén en 1988.

«En 1989, tuvo su segundo exilio a Chile por la situación que estaba viviendo nuestro país donde el presidente Alfonsín entregaba el mando antes de tiempo y se corría el rumor de que podía volver la dictadura», dijeron desde el AMT.

En 1990 volvió a Neuquén, donde vivió por 30 años y desarrolló un intenso activismo, llegando a presidir la «Asociación Conciencia Vihda» donde trabajan por los derechos de las personas seropositivas.

En 2017, después de haber salvado milagrosamente su vida tras un robo violento, volvió a su tierra natal y se vinculó al AMT, donde se desempeñó con gran entusiasmo hasta el día de su muerte.

Seis años después se casó por civil con su compañero de siempre, lo que había anunciado con mucha alegría en sus redes sociales.

«Ella era la referente cuando se necesitaba el testimonio presencial de alguien del AMT, porque era una sobreviviente de la violencia policial en la Panamericana, de la dictadura, del exilio en Neuquén y Chile. Con el tiempo vuelve para Buenos Aires, después de una agresión muy fuerte, cuando la llegaron a dar por muerta y que le dejó marcas en la cara», indicó Correa.

Desde hace tiempo que Muñiz tenía problemas de salud como consecuencia de las violencias sufridas. En los últimos meses había tenido que someterse a «diálisis dos veces por semana por problemas renales», situación que le impedía trabajar desde septiembre, una indicación médica que ella a veces no seguía porque «decía que la despejaba».

«Al Estado le exijo una reparación por todo el daño, pero no va a cubrir el daño que me hicieron que no se va a reparar nunca, y menos con dinero, porque yo viví presa la mitad de mi vida, pasé un montón de cosas que no tendría que haber pasado«, había dicho en una entrevista para el AMT en año 2022.

«Yo era muy inteligente de chica, quería estudiar pero tuve que elegir entre ser trans y estudiar porque las dos cosas no eran compatibles, así que todo eso me lo deben. Yo fui trabajadora sexual porque no tenía oportunidad de ser otra cosa, y si viví todas las cosas que viví en la vida es responsabilidad del Estado por no darme derechos, un nombre, una identidad. No van a poder reparar nada del daño que nos han hecho pero por lo menos vamos a poder tener una vejez digna», manifestó.

Magalí murió sin recibir ese reparo y sin poder dar su testimonio en los juicios por los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura.

Con información de Télam


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