Pesebre Viviente en Neuquén, símbolo de la unión cultural y religiosa

Neuquén capital vivió anoche una verdadera noche de paz. Artistas locales recrearon el nacimiento de Jesús, en un encuentro organizado por iglesias de diferentes cultos.

Mirra, oro e incienso para el "Rey de Reyes". (FOTOS: Oscar Livera)

La previa de la Navidad terminó en la ciudad de Neuquén con una celebración popular que reunió a un centenar de vecinos en torno al árbol de Navidad que el municipio capitalino instaló en la explanada del monumento a San Martín, durante la jornada de hoy.

Desde las 20, una multitud se dio cita para ser parte del Pesebre Viviente, organizado de manera conjunta por iglesias de distintos cultos, en una propuesta para celebrar el nacimiento de Jesús, desde el encuentro, la fe y la convivencia comunitaria.

Participaron la parroquia María Madre de La Paz, Iglesia Metodista Pentecostal Argentina y la Iglesia Impacto de Poder, con la colaboración del municipio de la ciudad capital.

Desde las primera horas del atardecer ya se palpitaba el espíritu festivo en el centro neural de la capital. Las luces del lugar comenzaban a encenderse tímidamente, la gente de la organización iba y venía ultimando detalles. María y José venían en viaje.

Es que se había programado que llegaran con la oscuridad de la noche. Porque tenían que llegar a destino guiados por el Lucero y para eso era necesario que el Sol se fuera a descansar. Así lo dicta la tradición religiosa.

Cuando todo estuvo listo, la música comenzó a sonar. Se sumaron actores y músicos en vivo que se ocuparon de darle la bienvenida a ese hombre que nació un 24 de diciembre a la medianoche, en un despoblado con tan solo unos harapos para cubrirse, unas cabras para alimentarse y la fe de ser quien “cambiaría la historia del mundo”.

Desde la organización aseguraron que “es un llamado a la fraternidad y la paz”, algo que en los últimos años parece haber desaparecido de nuestro país y del mundo.

El “niño Dios” llegó al mundo hace 2025 años atrás, y nadie estuvo allí para esperarlo, excepto sus padres: un carpintero y una ama de casa. En un pequeño establo se escucharon sus primeros llantos y solo unos animales de granja estuvieron para darle cobijo.

María y José llevaron a ese niño a Egipto para escapar de las atrocidades del Rey Herodes, quien había ordenando matar a todos los bebés varones en Belén y sus alrededores tras escuchar a los Magos que le habían informado que había nacido “el rey de los judíos”, al que Herodes consideraba una amenaza para la continuidad de su reinado.

Todo eso se vio reflejado ayer en el Pesebre Viviente de la ciudad de Neuquén. Pasadas las 22, se produjo el “milagro”: el rey de los judíos estaba allí. Hubo música alegórica y danzas en su entorno.

La pastora Linda Verónica Ulloa de la Iglesia Impacto de Poder y el sacerdote Diego Canale de la Parroquia María Madre de la Paz, fueron los encargados de oficiar la Oración.

Los vecinos se congregaron a su alrededor con mates, reposeras, alguna que otra vianda para pasar la cena y celebraron la víspera de la Navidad, tal como lo hicieron durante el fin de semana pasado, cuando más de 90.000 personas concurrieron al evento Neuquén Emprende y Confluencia de Sabores, realizado en el Parque Jaime de Nevares.

Lo que ocurrió en ese pesebre ya es conocido por todos o por la mayoría de los concurrentes. Pero algo quedó absolutamente claro: en tiempos tormentosos también se puede confluir en un mismo lugar con el bagaje de creencias e historias diferentes. Algo que nuestro país tendría que empezar a entender para achicar las grietas de la desigualdad.

El Pesebre Viviente, una representación tradicional del nacimiento de Jesús, se convirtió con el paso del tiempo en una expresión cultural y espiritual que trasciende lo estrictamente religioso. En este caso, la particularidad del evento radica en la participación de diversas iglesias de la ciudad, que trabajan de manera articulada para ofrecer a la comunidad una puesta en escena cargada de simbolismo y valores compartidos.

La iniciativa pone en relieve el diálogo interreligioso y el trabajo colectivo entre distintas expresiones de fe, con el objetivo de transmitir un mensaje común: paz, esperanza, solidaridad y fraternidad.


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