Suicidios en adolescentes: temor hasta de nombrarlos
La pandemia agravó una situación que no retrocede. Se de estos episodios luego de que ocurren pero no antes. Los espacios para buscar ayuda no están siempre al alcance de la mano. Opinan especialistas y voluntarios.
Los casos se conocen a cuentagotas, pero son muchos más de lo que uno imagina. Si bien no hay estadísticas recientes, en la mirada de los especialistas, el número de suicidios por parte de adolescentes es preocupante.
“El adolescente está construyendo su vida. Tiene incertidumbres, dudas, soledades y menos capacidad de soportar el dolor. Cuando uno es más grande sabe que puede sufrir y seguir adelante. El joven no”, advirtió Marcos Vanzini, vicepresidente de Escenarios Saludables, una asociación civil que trabaja en la prevención del suicidio desde hace 10 años.
Pandemia, suicidio y filosofía
La situación se agravó aún más durante la pandemia. Durante las dos primeras semanas del aislamiento, se registraron dos suicidios de adolescentes en Bariloche y El Bolsón, con una diferencia de 15 días. Las alarmas se activaron y la Dirección de Educación Inclusiva, Orientación Técnica y Educación Especial puso en marcha el dispositivo “Te cuido, nos cuidamos” para acompañar a las comunidades educativas de Río Negro en el tratamiento de los duelos por presunto suicidio de estudiantes.
Hasta ahora, se han acompañado unas 25 situaciones de duelo por suicidios. “Las escuelas reciben las resonancias del dolor de la muerte por suicidio en todos sus actores (compañeros, familias, profesores, personal de apoyo, directivos y equipos técnicos). Contener, acompañar de una manera responsable y con recursos pedagógicos es una manera de hacer prevención”, plantean las tres integrantes que conforman el dispositivo, al tiempo que aclaran que el trabajo se realiza de manera articulada con otras instituciones vinculadas a la salud, desarrollo social y cultura.
Por cada muerte por suicidio, se estima que hay otros 20 intentos. Estos datos estadísticos se reflejan en los registros de las guardias en lo que va del año, no solo con intentos de suicidios sino con autolesiones.
Por eso, el dispositivo se propuso trabajar más allá del duelo, en la prevención de posibles situaciones. Si los equipos técnicos y docentes transmiten preocupación respecto a algunos estudiantes, de inmediato se articula con salud para que reciban atención psicológica.
La mayoría de las personas que se suicidan dieron señales antes. Hay que saber interpretarlas, estar atentos”.
Marcos Vanzini, vicepresidente de Escenarios Saludables.
Ayuda temprana para los jóvenes en riesgo
Los especialistas coinciden en que hay mucho temor a hablar de suicidio. O se habla pero ya del hecho consumado. El interrogante es cómo prevenir y dónde buscar ayuda.
Ante una situación límite, la recomendación es acudir a la guardia del hospital, que cuenta, a su vez, con una guardia de salud mental las 24 horas. Pero ¿qué pasa cuando no se trata de una urgencia inminente? Si se avizoran situaciones de alarma, la recomendación es consultar con un psicólogo o un psiquiatra.
Con obra social, la cobertura de un profesional está asegurada. De otro modo, conseguir un turno con el área de Salud Mental del hospital es una misión imposible. Además, falta recurso humano especializado en adolescencia.
Por otro lado, los equipos técnicos de Educación están desbordados y no hacen tratamientos sino diagnósticos. Acompañan en determinadas situaciones críticas y elaboran informes pero no hacen asistencia.
Cristina Giménez, integrante de la Fundación San José Obrero, puso en marcha encuentros para jóvenes a modo de terapia grupal abierta para brindar un espacio de escucha. “Por una experiencia personal empecé a averiguar qué pasaba en Bariloche y solo del boca en boca, me encontré con siete casos de suicidios el año pasado. Cuando miramos a nuestro alrededor, todos conocemos a algún chico que pasó por eso. Pero es un tema tabú. Y hay que empezar a hablar para hacer prevención”, expresa.
El aislamiento por la pandemia afectó la salud emocional de la población joven. En el consultorio destinado a adolescentes que funciona en el hospital modular, entre el 70 y 80% de la demanda está vinculada a cuestiones emocionales.
“Hubo mucha pérdida de hábitos, de rutinas de trabajo, de acompañamiento de las adolescencias y se ve una enorme desmotivación, desesperanza y falta de visión positiva del futuro. Hay muchos adolescentes que perdieron herramientas para vincularse”, puntualiza Natalia Zemp, médica de adolescentes y a cargo de la Coordinación de Adolescencia del Ministerio de Salud de Río Negro.
No es todo. En el último tiempo, los especialistas advierten un incremento de violencia, de consumo problemático de sustancias, bullying y situaciones de abuso sexual que exacerban la problemática.
“Cuando se habla de suicidio en adolescentes, hay una situación de dolor. No es que quieren dejar de vivir. Quieren dejar de vivir en las condiciones en las que están. El relato, en general, cuando uno empieza a profundizar es la falta de lazos sociales y una profunda situación de soledad (real o percibida)”, asevera.
El suicidio, explican, es multicausal. “Nadie se suicida por una pelea con la novia si no hay una historia de decepciones o de violencia. Ningún chico que va mal en un examen se tira abajo del tren. Solemos identificar el suicido con el disparador, que no es el motivo”, añade Vanzini.
Cuando se habla de suicidio en adolescentes, hay una situación de dolor. No es que quieren dejar de vivir. Quieren dejar de vivir en las condiciones en las que están”.
Natalia Zemp, médica a cargo de la Coordinación de Adolescencia del Ministerio de Salud de Río Negro.
Los especialistas identifican muchos mitos en torno del suicidio: que la persona que anuncia una decisión drástica finalmente no lo hará. Que el suicida atraviesa una situación de depresión. “No siempre hay un trastorno mental evidente que permita prevenir el suicidio. Hay que estar muy atentos a situaciones motivadas por alto grado de impulsividad o altos niveles de planificación. La persona que ya ha tenido un intento de suicidio o alguien en el entorno que se suicidó está expuesta a mayor riesgo”, acota Zemp.
Puede haber indicios, cómo no. “Por lo general -continúa la médica- suele haber algún tipo de indicación verbal o conductual con cierta intención de hacerse daño, como situaciones de aislamiento o agravamiento de consumos”.
Ante el aumento exponencial de la demanda en salud mental, los especialistas sugieren la necesidad de “reconfigurar” el funcionamiento de las instituciones, tal como sucedió con el Covid. De pronto, por ejemplo, urgió buscar médicos de terapia intensiva. En este momento, consideran, la pandemia es de salud mental y el foco debe estar puesto ahí.
Río Negro es una de las pocas provincias que aún no adhirió a la Ley Nacional de Prevención del Suicidio, aprobada en 2015 y reglamentada recién el año pasado. La norma destina presupuesto específico, garantizando información responsable, capacitaciones y recursos para contratar profesionales y generar los espacios demandados que no existen.
“Si los padres tuvieran información acerca de cómo trabajar con sus hijos sería más fácil. Hoy, si hay indicios de que algo pasa, quedan a la deriva. Ven que el chico se aisló del grupo de amigos, que no habla, o que llega y se va a dormir, que no se baña en semanas o que está con la misma ropa. O tienen arranques violentos. Pero ¿qué hacer?, ¿dónde buscar ayuda?”, especifica Giménez y cuestionó que en el hospital otorgan apenas un puñado de turnos por mes para Salud Mental.
Ayuda a transitar el duelo
Cintya Castañeda es psicóloga clínica y en plena pandemia, su sobrino tomó la decisión de quitarse la vida. Un año empezó a coordinar grupos en Empesares, una organización de Capital Federal. Empesares con “s” porque el lema es que la vida sigue a pesar de los pesares.
La misión de la asociación consiste en asistir a familiares, padres y hermanos que atraviesan el suicidio de jóvenes. También ayuda en primera persona a quienes se sienten mal. O padres que ven que sus hijos están mal.
“Cuando sucedió lo de mi sobrino, empezamos a frecuentar un grupo y nos dimos cuenta de que un duelo por suicidio es distinto que uno por enfermedad o accidente. Los padres sienten vergüenza, piensan en lo que pueda llegar a pensar el otro. Notamos que la gente que había padecido un suicidio necesitaba un lugar específico”, cuenta Castañeda.
Fue en ese momento que decidió aportar ayuda desde su lugar. Desde entonces, Empesares recibe gran cantidad de mensajes por día. “Eso marca la pauta de que acá pasa algo y falta algo”, señala la psicóloga.
La organización está conformada por un grupo de psicólogos que aportan su trabajo voluntario, aunque, aclara Castañeda, no cuentan con un equipo interdisciplinario para hacer frente a una urgencia.
Un dato que detectaron es que más allá de la suba de suicidios, bajó mucho la edad de las víctimas y la franja abarca de 10 a 19 años.
“Hoy tenés un hijo que intentó suicidarse y no tenés dinero, ¿quién te recibe? Uno puede ir a la guardia, lo medican y pasa el momento. Pero, ¿después quién la sigue? Con plata la pasás mejor porque accedés a equipos interdisciplinarios y a medicación que es cara (aunque tenerla tampoco quiere decir nada)”, recalcó Castañeda.
¿Por dónde pasa la prevención para esta psicóloga? Se requieren dispositivos que actúen ante un problema inminente y charlas en las escuelas. Considera esencial además la necesidad de enseñar a los jóvenes a hablar de sus emociones pero, a la vez, darles espacios de escucha.
“Se suicidan más hombres que mujeres y es cultural. Los hombres no lloran y no hay espacios para que se quejen. El hombre tiene que poder. La mujer tiene más recursos emocionales para pedir ayuda”, manifiesta.
Asesorías en las escuelas secundarias
Este año se implementaron asesorías de salud integral en escuelas secundarias, a partir de la firma de un convenio marco entre la Coordinación de Adolescencia del Ministerio de Salud de Río Negro y los Ministerios de Salud y Educación de Río Negro.
El objetivo es que el personal de salud concurra a los colegios para generar un espacio de escucha.
“Esto favorece la accesibilidad al sistema de salud y ofrece un espacio donde se pueden detectar situaciones de riesgo en forma temprana y, en caso de ser necesario, hacer la derivación”, resaltó Zemp.
Es una estrategia sanitaria que funciona a modo de prevención de ciertas situaciones, por ejemplo, el suicidio.
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