Un estudio argentino revela cómo la vida en grupo reduce el cáncer en mamíferos: cooperar protege
Publicada en Science Advances, la investigación analizó más de 110.000 ejemplares de casi 200 especies. Encontró que determinadas conductas sociales se vinculan con una menor aparición y mortalidad por tumores. El hallazgo aporta una nueva mirada sobre la evolución de la enfermedad.
Un equipo interdisciplinario de una universidad pública argentina logró un hallazgo que cambia la forma de pensar la evolución del cáncer y lo publicó en la prestigiosa revista Science Advances. Tras analizar datos de más de 110.000 animales de casi 200 especies y desarrollar un modelo matemático, demostraron que las especies de mamíferos más cooperativas tienen menor prevalencia y mortalidad por cáncer, mientras que las más competitivas exhiben tasas más altas.
Cáncer: ¿por qué en algunas especies animales aparece tanto?
El investigador Matías Blaustein, director del Grupo de Biología de Sistemas y Filosofía del Cáncer del iB3-Universidad Nacional de Buenos Aires, resumió la pregunta que disparó el estudio: “Si hay animales que prácticamente no tienen cáncer, como ballenas, elefantes, murciélagos, ¿por qué en otras especies aparece tanto? Evidentemente hay variables que no estábamos midiendo.”
Esas variables no son solo genéticas, sino de comportamiento. El equipo comparó características biológicas (masa corporal, gestación, tamaño de camada) con rasgos de estilo de vida: si las especies viven en grupo o solas, si crían cooperativamente o de manera individual, si compiten o comparten recursos. “Lo que encontramos», dijo Blaustein, «es que a mayor cooperación, menor cáncer. Nadie lo había explorado ni encontrado.”
Las especies que viven en grupos estables, con cuidado comunitario de las crías y roles sociales distribuidos, muestran muy baja incidencia de tumores. En cambio, en especies solitarias, territoriales y con camadas numerosas, el cáncer es mucho más frecuente. “Podríamos decir, hablando bien y pronto, que ‘cooperación mata cáncer’”, sintetiza.
El estudio también incluyó un modelo matemático que explica el mecanismo detrás de esta relación. Allí simularon el cáncer como un aumento en la mortalidad de los individuos mayores, que son los más afectados en la naturaleza. En especies cooperativas, esos animales cumplen funciones esenciales: transmiten experiencia, cuidan crías, organizan al grupo. “Cuando los sacás del sistema», explicó, «la población entera pierde fitness. En los cooperativos, más cáncer es siempre malo.”
Cáncer: efecto hidra y oncología comparada
Pero en especies competitivas apareció algo inesperado: el efecto hidra, un fenómeno ecológico en el que mayor mortalidad puede generar, paradójicamente, mayor crecimiento poblacional. “En los competitivos, la muerte de los individuos viejos que suelen acaparar recursos libera alimento y espacio para los jóvenes. Es un efecto antiintuitivo, pero real», agregó.
El trabajo se inscribe en la oncología comparada, un campo que busca entender por qué ciertas especies son naturalmente resistentes al cáncer. Para Blaustein, ahí hay claves con enorme potencial biomédico: “Si queremos tratar cáncer en humanos, ¿cómo no nos va a interesar saber qué mecanismos usan los animales que casi no lo padecen?”.
La investigación también habilitó un debate más amplio. “El cáncer afecta más a los sectores pobres, expuestos a carcinógenos y con menos acceso a prevención. Pensar la cooperación como un valor evolutivo protector invita a reflexionar sobre las condiciones sociales en las que vivimos», apunta.
En un contexto de fuerte ajuste al sistema científico, el trabajo publicado en Science Advances se realizó sin financiamiento específico. “Lo hicimos con salarios, becas y computadoras compradas años antes. La universidad pública sostuvo todo”, destacó Blaustein. Para él, la conclusión es doble: un aporte científico novedoso y una defensa concreta del valor de la ciencia argentina.
Cómo se hizo el estudio: bases de datos, especies y modelos
El equipo trabajó con tres grandes bases de datos internacionales que reúnen información de zoológicos, colecciones biológicas y estudios previos publicados en revistas como Nature y Cancer Discovery. En total analizaron más de 110.000 individuos de 190 especies. Entre ellas, cetáceos, murciélagos, ungulados, primates, roedores, felinos y cánidos.
No solo midieron prevalencia de tumores y mortalidad por cáncer: también incorporaron variables biológicas como peso corporal, duración de la gestación, tamaño de camada y longevidad. Pero lo novedoso fue sumar los estilos de vida: si las especies viven en grupo o en soledad, si crían de manera cooperativa o solitaria, si compiten o comparten recursos.
Luego, junto con físicos y matemáticos, desarrollaron un modelo que divide la población en jóvenes, adultos y adultos mayores. El cáncer se representó como un aumento en la mortalidad de estos últimos. El resultado fue claro: las poblaciones cooperativas colapsan cuando aumenta el cáncer, mientras que en poblaciones competitivas puede producirse el efecto hidra, donde la mortalidad de adultos mayores favorece el crecimiento de los jóvenes.
Por qué el hallazgo es importante para la medicina y qué puede enseñarnos
El trabajo abre una puerta enorme para la oncología comparada, un campo que busca entender por qué algunas especies prácticamente no desarrollan cáncer y qué mecanismos moleculares, celulares o comportamentales las protegen. Ballenas, elefantes, ratas topo y murciélagos tienen estrategias anticáncer muy distintas, desde copias extra de genes supresores hasta células hipersensibles al daño.
Para Blaustein, explorar esos mecanismos no es una curiosidad académica: es información con potencial terapéutico. Saber cómo ciertas especies evitaron que la multicelularidad derive en tumores podría ayudar a diseñar tratamientos más eficaces y menos tóxicos.
El hallazgo también aporta una mirada social: en humanos, el cáncer aumenta en contextos de desigualdad, exposición ambiental a carcinógenos y falta de acceso a salud. Pensar la cooperación como un valor evolutivo protector invita a mirar más allá del laboratorio: a las condiciones materiales que determinan quién vive, quién enferma y quién accede a tiempo a un diagnóstico.
Un equipo interdisciplinario de una universidad pública argentina logró un hallazgo que cambia la forma de pensar la evolución del cáncer y lo publicó en la prestigiosa revista Science Advances. Tras analizar datos de más de 110.000 animales de casi 200 especies y desarrollar un modelo matemático, demostraron que las especies de mamíferos más cooperativas tienen menor prevalencia y mortalidad por cáncer, mientras que las más competitivas exhiben tasas más altas.
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