«Zatti nos demuestra que la santidad puede darse en cualquier buen vecino»

El padre Vicente Torrens brindó un perfil del santo con un libro de las fotografías

El sacerdote salesiano Vicente Martínez Torrens, autor del libro “Artémides Zatti”, definió lo que representa la figura del primer santo patagónico para los creyentes.

“Con su acción por los enfermos y olvidados, Zatti nos demostró que la santidad no es solo de personas iluminadas y distantes, sino que puede darse en cualquier buen vecino. Zatti es el santo que tenemos al lado, es la santidad de lo cotidiano, como le gusta decir al papa Francisco”, resumió el vicario de la catedral de Roca.

Dijo que Don Zatti tenía un ojo clínico casi infalible para detectar enfermedades y un carácter jovial, divertido y generoso, que era su secreto para ayudar a sanar.


Los enfermos lo buscaban de todos lados


Desde Tandil hasta Sierra Colorada llegaban los enfermos que pedían atenderse con el salesiano de estilo campechano, de bigotes gruesos y bien corpulento, reseñó el sacerdote que fue capellán en Malvinas

Torrens le presentó en 2002 a Juan Pablo II en El Vaticano su libro sobre la vida del “enfermero de los pobres”. Allí recorre con más de 200 fotos y documentos la vida de Zatti.

Don Zatti de boticario. Una de las tantas actividades que desempeñó en Viedma para asistir a los enfermos

El libro fue un gran aporte para el inició del proceso de beatificación. Al ir hojeándolo en su presencia, el difunto Papa polaco le expresó con sorpresa que Zatti era el primer beato que tenía tantas fotografías.

En diálogo con Río Negro, Torrens, brindó una semblanza del primer “santo rionegrino”. “Zatti tiene tantas facetas…”, mencionó en principio, pero privilegió la frase que le dijo al enfermero un paciente al que atendía en el hospital de Viedma: “Usted es el pariente de todos los pobres”.

Zatti se movía todos los días en su bicicleta para atender y vacunar a los pacientes que tenían tuberculosis. Luchó contra esa enfermedad, la contrajo y se curó tras hacerle una promesa a Dios. A partir de allí, entregó su vida al servicio de los pobres”

Vicente Martínez Torrens, sacerdote roquense

Torrens puso de relieve la afinidad y estrecha cercanía de Zatti con los marginados, desválidos y olvidados.

“Él daba todo de sí -relató el capellán- muchas veces a riesgo de su propia persona. Adquiría las parcelas en el cementerio para los pobres que llegaban de la Línea Sur y morían en el hospital. Les pagaba hasta la tumba.


Un salesiano todorreno


Asoció a Zatti con la figura de “factótum” (todoterreno) que le atribuyen a los curas salesianos. “Hizo de todo. Fue cocinero, enfermero, boticario, carpintero. Trabajó de joven en una fabrica de baldosas en Bahía Blanca”, dijo el padre roquense que nació en España.

Torrens tiene 82 años y no viajó para la ceremonia en el Vaticano. Apeló con humor al refranero de Zatti para explicar su decisión: “Cuando los muebles están viejos, conviene no moverlos”.


Las mejores frases de Zatti


De su minucioso registro de las cartas que escribió Artémides Zatti o de dichos que le atribuyeron los enfermos que atendió, el padre Torrens destacó estos refranes:

“Los repollos si no se trasplantan no crecen” . La dijo el enfermero cuando tiraron abajo el hospital que había construido en Viedma, cerca de la catedral, y se lo trasladaron a la escuela agrícola.

Ante la miradas de angustia que recibía cuando su cuerpo cambió de color por un cáncer de páncreas que lo llevaría a la muerte, contestaba así: “Los limones cuando están a punto, se ponen amarillos”.

Al ingresar todos los días a la sala de internación, lanzaba la pregunta: “¡Buenos días! ¿Respiran todos? Si alguno había fallecido, lo cargaba en hombros y lo llevaba hasta la morgue.


El perfil del nuevo santo según las fotos


El matrimonio Calvo, agradecido por un curación,
posa con un Don Zatti de gesto adusto (Archivo Histórico Salesiano)

El padre Torrens explicó que en las fotografías de su libro se observan las actitudes de Zatti que van más allá de la simple imagen. Y las enumera:

– “Cómo su vida de pobreza arrancaba desde su familia”.

– “La piedad expresada en sus manos entrelazadas a la altura del pecho”.

– “El amor a Don Bosco y su afán por ubicarse cerca del cuadro del santo o sosteniéndolo”.

-“La humildad captada en la simpleza de su porte. Nunca en el centro de la imagen, a un costado del grupo”.

“Hospitalario siempre. Recibiendo enfermos que llegaban de muy lejos, de la pampa húmeda y de la cordillera”.


El libro Artémides Zatti del padre Vicente es un gran muestrario de los rostros de los misioneros en la Patagonia. Allí pueden verse a los curas carpinteros, enfermeros, catequistas, arquitectos, constructores, literatos, con sotanas humildes o ropas más esmeradas.

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