Sol+hojas+agua=vigor
La luz es el insumo más barato y promotor del crecimiento vegetal.
Nuestras mascotas en general, tanto animales como vegetales, son seres de comer lo justo y necesario… son frugales y comen para vivir, a diferencia de muchos de nosotros que nos gratificamos a través de la gula y esta costumbre la trasladamos a nuestras mascotas, en una muestra exagerada de cariño que hace más mal que bien.
Un vegetal se alimenta por dos vías principales. Por un lado, el “caldo” de nutrientes disueltos en agua y, por el otro, la energía que absorbe del sol.
La luz solar se absorbe por las hojas mediante la clorofila de sus partes verdes, en el proceso conocido como fotosíntesis. La luz solar que ingresa a las hojas desencadena una serie de procesos de alimentación, de los cuales el más importante es la absorción, ascenso y transformación fotosintética del “caldo” nutritivo desde sus raíces. Ambos, son procesos que están perfectamente equilibrados dentro de una planta que no sufre intervenciones irracionales, especialmente de poda.
Es muy simple deducir que, cuantas más hojas sanas que reciben sol tenga una planta, mayor será su capacidad de producir y almacenar alimentos. Esos alimentos se irán depositando principalmente en sus raíces, tallos y ramas… cuanto más gruesas son éstas, mayor almacenaje tendrán.
Si continuamos con este análisis, será sencillo deducir que a menor volumen foliar menor será la absorción de energía solar, menor la fotosíntesis y menor la evaporación de agua. Al haber escasa evaporación de agua por los estomas, el “caldo nutritivo” ralentizará su ascenso porque no hay espacio para él.
Esto es lo que sucede cuando se realizan podas irracionales, que no se hacen con el criterio de ayudar a la planta, sino de reprimirla. La planta indefectiblemente buscará restablecer su equilibrio fisiológico y eso le llevará tiempo y esfuerzo.
En lo que a la alimentación respecta, es evidente que los nutrientes no vigorizan si el vegetal no tiene capacidad de aprovecharlos. Si son de origen natural, orgánicos, quedarán en el suelo hasta que sean requeridos por la planta. Si son sales químicas, deben ser trasformados por los microorganismos del suelo en formas asimilables y eso lleva tiempo. En ese lapso, variable según producto, temperaturas del suelo y –como hemos visto– requerimientos de la planta, las sales se “lavan” y van a parar a la freática sin ser aprovecha- das.
Como dice el dicho, “al barrigón es al ñudo que lo fajen”. El secreto es que el suelo, como organismo vivo, sea el que disponga de los alimentos en forma natural en el tiempo y la proporción que cada especie, cada individuo vegetal, lo necesite… y para eso no hay reglas fijas.
Teodorico Hildebrandt
eljardin@rionegro.com.ar
jardinería
Nuestras mascotas en general, tanto animales como vegetales, son seres de comer lo justo y necesario... son frugales y comen para vivir, a diferencia de muchos de nosotros que nos gratificamos a través de la gula y esta costumbre la trasladamos a nuestras mascotas, en una muestra exagerada de cariño que hace más mal que bien.
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