Los 65 de Charly García

Nacido un 23 de octubre de 1951 en el barrio de Caballito, es la figura más trascendente del rock argentino. Líder de las bandas de sonido de las últimas cuatro décadas, no se rinde y vive un presente tan activo como creativo.

Los 65 de Charly García

Charly García, la figura más popular del rock argentino, llega hoy domingo a sus 65 en plena vigencia, con un nuevo disco de estudio en preparación y muestras de cariño de varias generaciones de fans y artistas a los que influenció.

Genial, irreverente, polémico, lúcido y, en muchos pasajes de su carrera, adelantado a su época, García logró trascender el rock y posicionarse como un símbolo nacional a partir de una rica obra que gráfica como pocas la idiosincrasia nacional, a las que sumó apariciones públicas en las que estableció la versión vernácula de la figura de “rockstar”.

El hombre del bigote bicolor nunca pasó inadvertido, al punto de llamar la atención incluso de quienes no comulgaban con sus posturas artísticas, lo cual muchas veces lo convirtió en un blanco fácil para sus detractores.

Sin embargo, ya sea a la cabeza de populares bandas como Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Seru Giran, o en su brillante etapa solista, no sólo se limitó a ser el mejor publicista de su obra, sino que sostuvo esta actitud con una música de alta calidad.

En este sentido, muchas de sus canciones se han convertido en clásicas bandas de sonido de distintos momentos de la historia reciente, tal como ocurre con “Aprendizaje”, “Canción para mi muerte”, “Películas”, “Peperina”, “No llores por mí, Argentina”, “Los Dinosaurios”, “No bombardeen Buenos Aires”, “No me dejan salir”, “Demoliendo hoteles”, “No voy en tren” y “Filosofía barata y zapatos de goma”, entre tantos otros.

También registró una moderna versión del “Himno Nacional Argentino”, en 1990, que generó acalorados debates pero, con el paso del tiempo, se convirtió en número puesto en muchos actos insittucionales.

Junto a Nito Mestre en tiempos adolescentes de Sui Géneris.

Nacido en una familia de buen pasar económico en el barrio porteño de Caballito bajo el nombre de Carlos Alberto García Moreno, inició sus estudios musicales a los cuatro años en el Conservatorio Thibaud Piazzini, donde recibió una rigurosa educación artística que le permitió aprender a tocar de manera prematura obras de Bach, Mozart y Chopin, entre otros clásicos.

Dotado de oído absoluto de nacimiento, es decir con capacidad de reconocer notas musicales con solo escucharlas, García no tardó en convertirse en una suerte de animador de las reuniones que se llevaban a cabo en su casa, a las que solían asistir artistas como Mercedes Sosa y Eduardo Falú, a partir de los lazos que su madre tenía con el mundo del espectáculo.

De hecho, es famosa la anécdota donde se descubren sus virtudes musicales, cuando con apenas cuatro años tuvo la osadía de interrumpir una interpretación de Falú, en el living de su casa, para advertirle que tenía una cuerda de su guitarra desafinada.

La vida de Charly cambiaría, según sus propias palabras, cuando descubrió la música de Los Beatles, la banda de la que dijo que “había inventado la juventud”, y decidió darle rienda suelta a su reprimido impulso de componer música.

Años más tarde, recordaría que una profesora del Conservatorio había rechazado esa faceta al sostener que “en la música clásica ya estaba todo compuesto”.

Serú Girán: Aznar, García, Lebón y Moro.

Con Nito Mestre, su compañero de la secundaria Damaso Centeno, formó Sui Generis, inspirado en la música folk proveniente de Estados Unidos, donde desplegó, hasta su separación en 1975, una obra que aún hoy refleja fundamentalmente el mundo adolescente.

La segunda mitad de los ‘70, en pleno auge del rock sinfónico, mostró a un García más cercano al rock progresivo, el cual desplegó de manera magnífica, uso de Mellotron mediante, en La Máquina de Hacer Pájaros y, más tarde, en Seru Giran, formación en la que también brillaban David Lebón, Oscar Moro y un joven Pedro Aznar y que fue calificada por la prensa especializada como “los Beatles argentinos”.

Esta etapa se caracterizó además por la capacidad de Charly para contar el oscurantismo al que la dictadura militar había sometido al país, sobre todo a partir de canciones como “No te dejes desanimar” de La Máquina de Hacer Pájaros y “Canción de Alicia en el país”, de Seru Giran.

En “Peperina”, de 1981, el último disco de estudio de Seru Giran, García anticipó lo que vendría en su etapa solista, en donde con trabajos como “Yendo de la cama al living”, pero fundamentalmente con “Clics Modernos”, marcó el ingreso del rock argentino a la modernidad, con influencias de la new wave y el uso de máquinas.

Charly y Luis Alberto Spinetta.

En esa etapa, además, coronó esta labor con la producción de algunas de las bandas más innovadoras del momento, como Los Twist y Los Abuelos de la Nada.

Si para el brillante “Piano bar”, de 1984, volvió a un rock más directo y sanguíneo, su posterior trabajo, el recordado “Parte de la religión”, de 1987, puso sobre la mesa la influencia que artistas como Prince estaban ejerciendo en él.

Los años ‘90 y la primera década del siglo XXI encontraron a García más concentrado en el concepto artístico vanguardista puesto en marcha en “La hija de la lágrima”, de 1994, y en “Say no more”, de 1996. En esos años, muchas de sus conductas resultaron escandalosas para la mayoría de la sociedad, que justificaba ese accionar a un creciente consumo de drogas.

La era moderna: Charly en los 80.

En2000, García protagonizó un enorme escándalo en la provincia de Mendoza al agredir a una de sus admiradoras, golpear a un cronista y, poco después, zambullirse en una piscina desde el noveno piso de un hotel, a una altura de al menos 16 metros.

Los tiempos convulsionados continuaron y en 2008 su salud le dio un gran llamado de atención. Se internó para realizar un tratamiento de rehabilitación y el músico argentino Ramón “Palito” Ortega le cedió una residencia de fin de semana en las afueras de Buenos Aires para que iniciara una nueva vida.

Cambió las paredes pintadas con desprolijos graffittis de su departamento en la capital por días de campo y bajo estricto seguimiento médico. Otros problemas de salud volvieron a poner en jaque a García, pero una y otra vez -para sorpresa de muchos- el hito del rock argentino salió adelante para celebrar la genialidad de su música.

La era Say No More, descontrol y caos.

Su amigo y músico Fernando Samalea reveló meses atrás que García volvió a grabar y en septiembre reapareció sobre los escenarios para tocar junto a Raúl Porchetto y reeditar por una noche la banda PorSuiGieco que integró en los años 70. Fiel a su estilo, que los años no lograron aplacar, García terminó su participación arrojando el micrófono fuera del escenario al grito de “basta de política”.


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