Inmigración coreana en valle medio: de la esperanza a la desilusión

Se cumple medio siglo de la llegada de los primeros contingentes de inmigrantes a Valle Medio. Llegaron para trabajar la tierra, pero pocos sabían de actividad agrícola. Medio siglo después, una sola mujer permanece del proyecto implementado por los gobiernos de Corea y Argentina.

a 50 años

A mediados de noviembre de 1965, tras 60 días de viaje en el barco de bandera holandesa “Boissvan” y haber tocado puerto en 14 oportunidades, 13 familias coreanas de la provincia de Busan, Corea del Sur, arribaron al puerto de Buenos Aires.

En total 78 personas llegaron patrocinadas por una entidad católica de beneficiencia de Corea y en virtud de un acuerdo entre los gobiernos de los dos países.

Por problemas con el equipaje tuvieron que parar durante días en el hotel Torino, muy cerca del puerto, que se convertiría en un lugar emblemático para los inmigrantes coreanos, dado que todos los contingentes irían parando en el lugar hasta entrados los 80.

De esas familias, sólo ocho partieron al sur del país en tren.

Luego de hacer escala en Darwin, se dirigieron hacia Lamarque, donde estuvieron parando durante días en lo que actualmente es el centro cultural y en ese momento era la comisaría.

El gobierno de la provincia les dio, entre Pomona y Lamarque, 400 hectáreas para su explotación. Durante meses, hasta que construyeron sus propias viviendas de adobe, las ocho familias se acomodaron en un campamento hecho de carpas, armadas muy juntas.

Dos culturas y un reencuentro.

“Se suponía que los nuevos inmigrantes poseyeran experiencia agrícola en Corea; sin embargo, pocos realmente la tenían. Debido a la falta de infraestructura económica y oportunidades de empleo en esas regiones, se vieron obligados a reinstalarse en centros urbanos”, sostiene el sitio xiahpop.com, dedicado a difundir la cultura del país del sur de Asia en Argentina.

Es por ello que se indica que muchas de las familias que llegaron al país decidieron asentarse en Buenos Aires, o en otras zonas urbanas, o partir principalmente hacia Estados Unidos o Canadá.

Graciela Eun es la única que ha quedado de esos contingentes coreanos en la zona.

Las familias no estaban capacitadas para la tarea agrícola y emigraron a otras ciudades.

“Nosotros llegamos en 1965, el segundo contingente en 1966 y la tercera colonia en 1969. De las tres, somos los únicos que quedamos por acá”.

Recuerda que en el 2000 se hizo un homenaje en conmemoración a los 35 años de la llegada de los primeros inmigrantes de su país. “En 2006 se inaugura con el intendente, Ricardo Pedranti, el museo de Lamarque en el centro cultural, donde nos hospedamos al llegar. Y a partir del 2008 nos abrieron la puerta para participar de la Fiesta Nacional del Tomate”.

Este año, al cumplir los 50 años, se realizará una cena. “Durante estos días llegarán dos conjuntos de danzas típicos: vienen de la embajada, de la asociación coreana, de la ICA -Institutor Coreano Argentina- de Buenos Aires”. Se prevé que lleguen a Lamarque decenas de personas coreanas. Desde inmigrantes que volverán a visitar los lugares por donde anduvieron sus familias, hasta funcionarios de la embajada.

En la chacra que durante años estuvo destinada a la producción de distintos productos agrícolas, como ají y pasta de ají para exportación, hay recuerdos y elementos que remontan a Corea. Un enorme monumento, similar a un tótem, o árboles del fruto de la pasión.

El impacto de la inmigración coreana en esta zona del Valle Medio fue tal que, aún hoy, la Escuela Primaria Rural 237 es conocida como “la escuelita de los coreanos”, en reconocimiento al haber tenido durante años chicos coreanos como alumnos. Este año el ICA reconocerá al establecimiento con la donación de materiales didácticos.

Una foto del primer flujo migratorio. Sólo ocho familias llegaron a Valle Medio.

Inmigración masiva

“La afluencia más grande y notable de inmigrantes coreanos en Argentina se inició en la década de 1980. El número total de migrantes entre 1965 y 1985 sólo ascendió a unos 6.000, pero comenzó a aumentar bruscamente después de aquello. Por aquel entonces, Corea del Sur era un país moderno e industrializado, pero la fuerte recesión proporcionó un factor de empuje para la migración hacia el extranjero; la firma del Acto de Procedimiento entre los gobiernos de Argentina y Corea del Sur ese año favoreció la migración.

La obtención de la residencia no era barata: aquellos empresarios que buscaban establecerse y obtener un permiso de residencia tenían que invertir 100.000 dólares estadounidenses. La población alcanzó un máximo de unas 50.000 personas en 1996”, se señala desde el sitio web. A finales de la década de 1990, la migración llegó en gran medida a su fin, y el tamaño de la comunidad comenzó a disminuir; hubo algunos casos de nuevos inmigrantes que lograron la reagrupación familiar, y algunos otros fueron deportados del país, pero la principal causa de la disminución de la comunidad fue la re-emigración, principalmente hacia Canadá y Estados Unidos.

SERGIO ESCALANTE

sescalante@rionegro.com.ar

SERGIO ESCALANTE


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios