Teléfonos públicos, una especie en extinción
Los pocos aparatos que sobreviven en las calles muestran abandono y vandalismo, a pesar de que algunos aún funcionan. Con la remodelación de Mitre, desaparecerán
El futuro próximo encontrará a las veredas céntricas de Bariloche sin teléfonos públicos debido a la inexorable pérdida de usuarios (a manos de los celulares y locutorios) y a los continuos actos de vandalismo de quienes buscan llevarse las pocas monedas recaudadas.
La lenta declinación de los públicos se acelerará, al parecer, con la modernización de la calle Mitre, ya que el municipio le pidió recientemente a Telefónica de Argentina que los reubiquen o los retiren.
Los teléfonos públicos, de hecho, nunca se llevaron del todo bien con el paisaje urbano y hoy perduran como aportes “retro” de escasa utilidad.
En las cuatro primeras cuadras de Mitre existen todavía cinco cabinas, que son de tres tipos diferentes: una mini cabaña de troncos, una caja vidriada y las hay también de forma triangular y abierta, donde el hablante debe lidiar con los ruidos de la calle.
A esta altura, la mayoría de los teléfonos están rotos y no hacen más que entorpecer el tránsito peatonal y servir como soporte para una amplia variedad de stickers y afiches.
De los ubicados en Mitre la semana pasada funcionaba uno sólo, otro devolvía las monedas pero igual permitía llamar y los otros tres no tenían tono. A la vuelta, sobre la calle Moreno, hay otros dos teléfonos públicos. Uno no tenía tono y el, otro al descolgar, permitía escuchar un programa de televisión.
El secretario de Desarrollo Urbano del municipio, Marcelo Ruival, dijo que le solicitaron en fecha a Telefónica que “los crucen con los niveles de consumo y si no prestan un servicio que los saquen”.
En caso de mantenerlos, la intención es que los de Mitre sean relocalizados en calles laterales, ya que esa arteria será renovada por completo con veredas uniformes y nuevo mobiliario urbano.
Desde Telefónica no fueron terminantes sobre el futuro de los aparatos, pero admitieron que la partida de defunción está cerca.
Ante una consulta de este diario, la empresa informó que “en los últimos años hubo un decrecimiento del 90 por ciento” en el empleo de esos aparatos y que en horario nocturno “es casi nulo”.
Subrayó que la indiferencia hacia la telefonía pública es particularmente marcada entre los jóvenes. Lo atribuyó a “las nuevas tendencias de comunicarse por otros medios”.
La firma señaló que el cambio de preferencias que relegó a los teléfonos públicos tiene que ver con “razones de seguridad”, y por eso el consumo se orienta a los “semipúblicos” instalados en kioscos, y también a los locutorios, aunque estos últimos también están en decadencia.
Descriptivo de los nuevos tiempos es también lo que pasa en las cárceles de la provincia, donde históricamente hubo teléfonos públicos para el uso de los internos, pero ya no existen más. “Los rompían a cada rato y Telefónica se cansó de arreglarlos”, reconoció el director provincial del Servicio Penitenciario, Hugo Cecchini. Los presos también prefieren los celulares.
Ruival dijo que la empresa prestadora del servicio no se mostró interesada en reubicar los teléfonos públicos y lo más razonable es que opten por eliminarlos. Señaló que tienen en marcha un relevamiento para conocer exactamente cuántos son en todo Bariloche, cuántos funcionan y qué tasa de uso registran.
Este portal pidió esos datos a Telefónica, que los omitió en su informe. Sí señaló que se han multiplicado los hechos de vandalismo que los dejan fuera de servicio. “Las agresiones más frecuentes son la colocación de objetos en las ranuras de ingreso de las monedas, la traba del cajetín de devolución de monedas, las roturas y trabas de los teclados de discado, los robos de las alcancías donde se encuentran las monedas recaudadas, las roturas de vidrios y la gran pegatina de afiches de publicidad no autorizada”, enumeró Telefónica.
De todos modos, las monedas ya no son el único medio de pago, ya que desde hace tiempo los públicos admiten también tarjetas prepagas y llamados de cobro revertido.
Lejos en el tiempo quedó el hábito de “pasar el dato” sobre los teléfonos que funcionaban mal y con la colocación de una sola moneda permitían hacer llamados de larga distancia sin límite, como ocurrió durante largo tiempo con el que estaba ubicado en Morales y Tiscornia.
La desaparición de los teléfonos públicos -cuando llegue-, no será lamentada por quienes necesiten realizar algún llamado urgente pero sí tal vez por los turistas, a quienes más de una vez se los vio tomándose nostálgicas “selfies” junto a la cabina de madera ubicada en Mitre y Quaglia.
Los locutorios sobreviven con el turismo extranjero
Los locutorios telefónicos tuvieron su máximo auge en los 80 y 90, cuando se multiplicaron sin parar, a la par de las remiserías y videoclubes. Su retroceso comenzó hace años y el primer síntoma fue cuando Telefónica dejó atrás la exigencia de los locales exclusivos y aceptó habilitarlos en combinación con otros rubros.
Manuel Gómez, titular de un kiosco céntrico que mantiene seis cabinas con teléfonos, asumió que si esa modalidad de comunicación sobrevivió hasta hoy se debe en buena medida al público extranjero, especialmente chileno. Ya que usar una cabina de telefonía fija les resulta más barato que la llamada internacional por celular.
Dijo que en la calle Mitre existen hoy sólo dos locutorios, cuando años atrás eran no menos de cinco. Admitió que son un servicio que está en extinción, porque se usa cada vez menos, al menos para llamadas locales. Pero en su caso todavía se justifica, porque deja una rentabilidad del 50 por ciento.
Las cabinas suelen mantenerse asociadas con máquinas para acceder a internet, quioscos y cafeterías.
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