Tiempo de vida

El tiempo, una de las tres coordenadas de nuestra vida y de todo el universo: tiempo, espacio y espíritu.

El espíritu trasciende el tiempo y el espacio habitando la eternidad y todo lo que tiene vida. El espacio, a su vez, es transitable en cualquier dirección; en cambio, el tiempo procede de pasado, presente, a futuro a un ritmo constante que no está bajo nuestra influencia.

El tiempo pasa, hagamos lo que hagamos; los segundos se suceden constantemente sin solución de continuidad, aunque a veces, según nuestra circunstancia, nos parece más rápido o más lento. Pero como los segundos de nuestra vida están contados y lo que hagamos mientras tendrá consecuencias después, más vale aprovecharlos de una y mil maneras con sabiduría, atención y generosidad.

No aconsejamos entonces desperdiciarlos sino priorizar los usos edificantes, que los hay y muy variados.

Descansar, trabajar, crecer, aprender, relacionarse, viajar, cocinar, comer, divertirse, leer un buen texto, cultivar la tierra, inventar algo útil, contemplar o crear lo bello, consolar al desdichado, tomarse el tiempo de escuchar al que precisa ser escuchado, percatarse del mal son acciones que transcurren en el tiempo, pero están signadas en el tiempo por las actitudes que asumimos: compartir, sincerarse, advertirse, agradarse, ayudarse, cuidarse, protegerse, disgustarse, malquererse, ofenderse, mimarse y, como corolario supremo, amarse, que es dar nuestro tiempo incondicionalmente.

Sufriendo una ausencia, padeciendo la soledad, en momentos de angustia o de carencia, el tiempo duele.

Cuando prevalece el intercambio afectivo el tiempo se convierte en una melodía inolvidable. Y cuando hay abundancia el tiempo engorda.

“Hay un tiempo para todo”, dice el libro de Dios; de llorar y de reír, de hacer y deshacer, de sembrar y cosechar…

Hay un tiempo del hombre bajo el sol que debiera vivirse dignamente.

De cada uno de nosotros depende porque estamos entrelazados.

Alberto Félix Suertegaray

DNI 14.169.481

“Cuando prevalece el intercambio afectivo, el tiempo se convierte en una melodía inolvidable. Y cuando hay abundancia el tiempo engorda”.

Datos

“Cuando prevalece el intercambio afectivo, el tiempo se convierte en una melodía inolvidable. Y cuando hay abundancia el tiempo engorda”.

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