Todo un acontecimiento para la vida silvestre: Un guacamayo ambiguo patagónico

Un ejemplar de Ara Ambigua vio la luz en Bubalcó, en la costa del río Negro, en Guerrico. Es la primera vez que esta especie se reproduce en Argentina y muy posiblemente en América del Sur. Hay sólo 1.200 en el mundo

Un raro loro de zonas tropicales sudamericanas se acaba de reproducir en la Patagonia, siendo el primer caso en Argentina y posiblemente en América del Sur en que se haya conseguido la reproducción de esta especie en cautividad. El loro fue logrado por Bubalcó, un centro de investigación y cría de especies en peligro de extinción, ubicado en Guerrico, en la costa del río Negro. Los guacamayos son grandes psitácidos que habitan América desde México hasta la Argentina y constituyen algunas de las aves de plumaje más colorido y vistoso del mundo. Son también las más inteligentes entre las aves, equivalente a los monos entre los mamíferos. Estas razones y la destrucción de sus hábitat son las causas de que también entre ellas se encuentren las especies más amenazadas de extinción. Así lo informó a “Río Negro” Jorge Nori, uno de los partícipes en el proyecto, quien señaló que el guacamayo ambigua o Ara de Buffon es el loro más grande del mundo después de los jacintos. Mide un poco más de un metro desde el pico hasta la terminación de la cola y se lo encuentra muy raramente en la zona comprendida entre Nicaragua, Costa Rica, el norte de Colombia y Panamá. Hay una subespecie en Ecuador, con una reducida población. Desde 1985 está incluido en apéndice 1 de la Convención Internacional para el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) y la única pareja existente en la Argentina está al aire libre cerca del río Negro, aunque tienen un amplio habitáculo para guarecerse del frío en el invierno y sobre todo, de los fuertes vientos patagónicos. Es posible que haya un tercer ejemplar en algún lugar desconocido, que hace algunos años con su poderoso pico (su presión equivale a veinte kilos por centímetro cuadrado) rompió los alambres acerados del recinto donde estaba encerrado y fue posiblemente robado o muerto. La deforestación y fragmentación de su hábitat, tanto por la extracción de madera como por el avance de la agricultura es su mayor amenaza. En las últimas dos décadas, Costa Rica perdió el setenta por ciento de su bosque nativo. Los guacamayos ambiguos comen una almendra de castaño amarillo o castaño de montaña, unas de las maderas más preciadas por su dureza y que ha sido objeto de la más despiadada tala. Se calcula que en Costa Rica, donde está más controlada la población de estas aves, quedan unos doscientos ejemplares entre los cuales sólo existen treinta y cinco parejas consolidadas, de las que sólo trece o quince permanecen activas, es decir, que están criando un pichón cada dos o tres años. Esta población según los científicos no es sustentable, es decir, está en riesgo de desaparecer. Se calcula que en Nicaragua puede haber otros quinientos ejemplares de la especie y que en Ecuador y Colombia hay un número indeterminado pero de todas maneras la cifra total no superaría los mil doscientos ejemplares en el mundo. Bubalcó, según señaló Nori, ya ha tenido éxitos notables en la reproducción de ejemplares pertenecientes a especies similares. El zoológico de San Pablo anunció hace un tiempo que después de cuarenta años de experimentación había conseguido reproducir el guacamayo jacinto. Y en Bubalcó ya se encuentra casi en condiciones de abandonar el nido la tercera generación nacida en cautividad de este fantástico guacamayo jacinto. También otro representante de las especies amenazadas, el guacamayo Caninde o Barbazul se ha reproducido en el establecimiento en dos oportunidades en años sucesivos. El recién nacido ejemplar de ara ambigua se encuentra en las mejores condiciones. Su madre no abandona el nido y el macho se encarga de alimentar a la hembra regurgitando comida que, a su vez, ella utiliza para alimentar al pichón. En tres meses es posible que el nuevo habitante de Bubalcó se asome al mundo exterior y abandone el nido.


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