¿Trámite sencillo o balotaje?

La virulencia de los casos Niembro y Tucumán quedaría opacada por futuros “carpetazos”.

Pasan hechos capaces de influir en el desenlace electoral del 25 de octubre. Pero –se coincide desde las usinas de los tres principales candidatos, el oficialista y los dos opositores que se muerden los talones entre sí– todavía no llegó el momento crítico. “Será un simple trámite”, le dijo a este diario un dirigente pegado como estampilla a Daniel Scioli, renuente a debatir. Argumentó que no hay una ley que fije las reglas y lo obligue a polemizar cara a cara en un foro público con sus contrincantes y preguntó: “¿para qué exponerse si va ganando por varios cuerpos de ventaja?”. “Lo de (Fernando) Niembro es una gota en el océano. En lo sucesivo se desempolvarán carpetas con cientos de acusaciones contra Cristina Fernández, Amado Boudou y Julio de Vido. La última semana será decisiva y abrirá la puerta al balotaje y la alternancia”, se ilusionó con datos de “focus group” un miembro del equipo gerencial de Mauricio Macri. “Somos los únicos con el coraje para hablar de temas tabú y derrotar al kirchnerismo, mientras Cambiemos, que hoy nos lleva unos seis puntos, no revela sus puntos de vista”, sentenció el peruano Sergio Bendixen, asesor de Sergio Massa, quien sueña con revertir a su favor la polarización y protagonizar una eventual segunda vuelta. Las diferencias en las PASO –que según las principales encuestas se mantendrían hoy con pequeñas oscilaciones– brindan un dato objetivo: el 40, 30 y 20 terminará de inclinar a los indecisos por una variante de continuidad con correcciones, enraizada en el modelo plantado por Néstor Kirchner en el 2003, o una de cambio, con menor o mayor componente peronista. Macri, apoyado en la Unión Cívica Radical y en la Coalición Cívica de Lilita Carrió, buscará mostrarse como garante de la gobernabilidad y sumar en el último tramo de la puja a conductores del sindicalismo justicialista. Así, promete fotografiarse esta semana con el secretario general de la CGT rebelde, Hugo Moyano, quien durante ocho años fue sostén estratégico del modelo K y crucial en la pelea con el campo, en el 2008. Luego de las graves denuncias por las irregularidades en los comicios de Tucumán (saldados por la Corte de esa provincia a favor de Hugo Manzur, del Frente para la Victoria), Macri logró acercarse a Massa en el loable propósito de asegurar la transparencia y evitar la trampa que discurre alrededor de los punteros políticos. Sin embargo, la semana que pasó varios macristas aseguraron que por lo bajo había una confluencia de intereses entre el Frente Renovador y el Frente para la Victoria, cuyo propósito era bajar a Macri y subir a Massa, que sería funcional a un predominio categórico de Scioli dentro de cuatro semanas. El peruano Bendixen descalificó por “débil” y “marketinero” a Macri, retomando el discurso agresivo de Massa contra sus dos oponentes. Un coro de lamentos se levantó desde los sectores que pretenden desbancar al kirchnerismo. “Si hubiésemos sumado antes a Massa, la elección ya estaría definida a esta altura”, se lamentó el exvicepresidente Julio Cobos, uno de los que creen que Cristina seguirá liderando al peronismo después del 10 de diciembre. Los problemas no son exclusivos de la oposición. Scioli, quien oscila entre la adscripción al proyecto K y la emisión de señales de sensatez económica para calmar a los mercados, es objeto de cuestionamientos internos. Imprevistamente, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, dijo que una gestión suya sería constructiva pero solo “transitoria”, a la espera del retorno de Cristina en el 2019. Esa manifestación, que avivó las tensiones actualmente disimuladas, debió ser subsanada por Juan Abal Medina y otros, que recalcaron una impronta sciolista para los próximos ocho años. Los argentinos que dudan hasta el último minuto, que son los que definirán la pulseada, prestan poca atención a los chisporroteos verbales y a los amagues en las tribunas. Lo explicó la encuestadora Mariel Fornoni: “La gente no cree ninguna de las cosas que dicen los candidatos. Se inclina por el que genera más confianza de que va a poder llevar las cosas adelante. Las promesas de campaña tienen muy poco que ver con la realidad. En las democracias más avanzadas, los anuncios programáticos cuentan; en la nuestra, no”.

DyN

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

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