Un científico de Bariloche dado por desaparecido, está vivo

El Instituto Balseiro lo informó de manera interna a principios de marzo. El egresado de esta institución tiene 85 años y vive en Estados Unidos.

La historia detrás del error por la “desaparición” del físico Gentile

Antonio Gentile no habla. Parece haberse quedado mudo hace treinta o cuarenta años. Aunque haya estudiantes del Balseiro, el instituto que hace seis décadas lo hizo físico, que no conocen el fax, este es el medio de comunicación que ha usado con dos de las tres personas del mundo nuclear argentino con las que se comunicó en los últimos meses.

Había sido dado por desaparecido por exestudiantes del Instituto Balseiro que lo incluyeron en el listado de graduados que fueron víctimas de la última dictadura, junto con Susana Grinberg (promoción 1971), Eduardo Pasquini (1964) y Manuel Tarchitzky (1972).

Nunca formó parte de una lista oficial de víctimas ni su caso fue llevado a juicio porque no hubo testigos que hablaran de su supuesto cautiverio. Pero la versión de que había vuelto, desde su exilio en Estados Unidos, por una hermana en problemas y que ambos habían sido secuestrados, fue dada por buena en el Balseiro.

A la derecha está Gentile sonriéndole a su padre (izquierda). Foto gentileza.

Lo cierto es que a principios de este año Gentile se comunicó con Carlos Balseiro, el hijo del mítico José Antonio que dirige desde el año pasado el instituto que creó su padre, para explicarle que él no estaba desaparecido.

También se comunicó con Enrique Pasqualini, de una comisión de trabajadores por los derechos humanos de la Comisión Nacional de Energía Atómica, que lo estaba buscando porque iban a imprimir su nombre en las baldosas colocadas en la vereda de la sede central del organismo, frente a la ESMA, en Buenos Aires.

La noticia corrió entre estudiantes, profesores y graduados del Balseiro.

La tercera persona con la que se comunicó es su excompañero de promoción Peter Thieberber, que vive en Long Island, a 80 kilómetros del departamento de Gentile en Manhattan.

Fue Thieberber quien reveló a “Río Negro” que la física Gentile que está desaparecida no es su hermana, aunque (ahora se sabe) tampoco era física sino estudiante en la facultad de Ciencias Exactas de La Plata.

Así como Antonio Gentile está callado, la Comisión Nacional de Energía Atómica y su brazo académico, el Instituto Balseiro, cerraron sus canales de información por orden del gobierno nacional. Nadie habla.

A través de su excompañero Thieberber, este diario intentó comunicarse con Antonio Gentile, pero, como se dijo, el hombre guarda silencio.

La aparición de un “desaparecido” alimentó de argumentos a los negacionistas que tienen predilección por las estadísticas y “cuentan los muérticos de los encuéntricos como frivólicos y bataclánicos”, como cantó Violeta Parra.

Gentile a la izquierda, con papeles en la mano. Foto gentileza.

Los negacionistas

Los que refutan la cifra de 30.000 víctimas (o la de 6.000.000 en el Holocausto) demuestran un revisionismo más miserable que revelador.

Lo explica bien el escritor Martín Kohan, para quien no es una cifra sino un postulado: “La discusión no es entre 8.000 casos probados y 30.000 casos no probados. A mi criterio, lo que la cifra 30.000 expresa es que no hay pruebas porque el Estado no da la información respecto de lo que pasó. La represión fue clandestina y fue ilegal, no pasó por ningún sistema judicial, fue tan clandestina como los centros clandestinos de represión y de tortura. Y la cifra de 30.000 expresa que no sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados”.

Los responsables de la represión enfrentan procesos judiciales, purgan penas y hasta se mueren sin dar un solo dato que conduzca a la verdad histórica.

Esa verdad se va construyendo. De hecho, “recién hace seis o siete años nos comenzamos a integrar” con mayor organización entre víctimas y familiares en procura de la verdad, hizo notar Elena Chena, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bariloche, que –aclaró– habló en nombre propio y no de la organización que integra.

Lo importante “es llegar a la verdad”, dijo Chena, que estuvo secuestrada, luego “blanqueada” en la cárcel de Devoto y recuperó la libertad en 1980.

Beatriz Gentile (cuya hermana, asesinada en 1977, es la que confunden con el físico del Balseiro) fue delegada de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación en Neuquén. “Están explotando este caso para decir que los 30.000 desaparecidos no son ciertos”, advirtió.

Hizo notar que en el largo proceso hacia la verdad y la justicia, la operación fue inversa: aparecieron nuevas víctimas que no habían sido denunciadas, como el caso de Felipe Lara, de Chos Malal: no estaba en los listados de desaparecidos, pero quedó demostrado hace unos años en uno de los juicios de La Escuelita de Neuquén, que fue una de las víctimas.

Gentile junto a compañeros. Foto gentileza.

Silencio nuclear

Tras el golpe de Estado de 1976, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) fue intervenida y al frente se designó al vicealmirante Carlos Castro Madero, un incondicional de Videla que más tarde se consolidó como presidente de su directorio.

Durante los primeros años de la dictadura detuvieron a 10 personas que trabajaban allí que luego fueron liberadas y otras 15 permanecen desaparecidas. Hubo cientos de cesanteados.

Pero como terrible contrapartida, fueron años de enorme desarrollo nuclear. De hecho, Invap fue creada por hombres del Centro Atómico Bariloche en 1976. Además se terminó la central Embalse y el reactor RA-6 también en Bariloche, y comenzó a levantarse la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu.

Cierta apertura que va de la mano del mundo ultraconectado se hizo trizas esta semana. El Centro Atómico volvió casi a su época de las cavernas: nadie habla y los que dicen algo prefieren hacerlo en sigilo y bajo anonimato.

Confusión de Gentiles

Estela Susana Gentile tenía 24 años, estudiaba Física en la facultad de Ciencias Exactas de La Plata, cuando fue asesinada, en Lanús Este el 19 de octubre de 1977. Formaba parte de Montoneros. Un aula de esa facultad de Exactas lleva su nombre.

Beatriz Gentile, historiadora de la Universidad Nacional del Comahue, es su hermana. Le contó a “Río Negro” que hace un mes, tal vez porque estaba cerca el 24 de marzo, la llamaron desde el decanato de Exactas de La Plata para preguntarle si Antonio Gentile, el físico del Balseiro dado por desaparecido, era hermano de ellas.

Estela bien podría ser la persona que mencionan como hermana, para construir el relato de la desaparición de Antonio en un viaje para rescatarla, refutado por el propio físico devenido comerciante y ciudadano de Manhattan.

Pero lo cierto es que Estela y Antonio no son parientes. Ella tendría hoy 65 años y él cuenta 85. “Nosotros podemos dar testimonio porque tenemos el cuerpo”, apunta Beatriz.

Los físicos María Elena Porta y Francisco De la Cruz, ex compañeros de Gentile. Foto gentileza.

Un simple error

“Tengo la impresión, porque no conozco bien el caso, que ante la falta de noticias de Gentile y seguramente con el rumor de lo que le había pasado a la hermana, se tomó como cierto que Gentile estaba desaparecido”, opinó la exintegrante de la Conadep Graciela Fernández Meijide.

Consideró que se trató de “un error”. “Lo único que lamento es que no hayan tenido el cuidado (los amigos y exalumnos del Instituto Balseiro que lo dieron por desaparecido) de chequear en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, donde están todos los archivos y la documentación sobre las personas desaparecidas”, señaló Fernández Meijide. Afirmó que en ese listado “Gentile no figura como desaparecido”. “Lamentablemente, no tomaron esas precauciones”, indicó. Cuando se le preguntó si recordaba algún otro caso de una persona dada por desaparecida por equivocación, Fernández Meijide respondió: “No. En absoluto. No recuerdo”.

Dijo que el caso Gentile “generó mucho ruido, pero veo que sólo fue un error”. “Había una sensibilidad especial en ese momento y no se tomó la precaución de verificar la información”, consideró. Respecto de la polémica que disparó el caso Gentile, pidió analizar la situación con calma. “Lo más rápido y más fácil es entrar en teorías conspirativas”. Dijo que es un caso que no afecta la lucha por los derechos humanos porque “ni siquiera hubo presuntamente un aprovechamiento” por alguna compensación económica. “No le den más importancia al asunto”, planteó. “Lo importante, realmente, es que es un muerto menos de los que se creía”, afirmó Fernández Meijide.

Más información: Qué se sabe de Antonio Gentile, el físico que no estaba desaparecido

Una confusión que creció con el silencio y la omisión

Así era el Centro Atómico en la Bariloche a fines de la década del 50. Foto gentileza

Lo que se sabe de la vida de Gentile

Era de Mar del Plata.

Se graduó de Licenciado en Física en 1959 en el Instituto Balseiro de Bariloche.

Se doctoró en la Yeshiva University de Nueva York, una entidad privada ligada a la comunidad judía.

Hizo al menos un posgrado en el International Centre for Theoretical Phsysics, en la ciudad de Trieste, Italia, durante la década del 60.

Vive en Nueva York desde 1971 ó 1972.

Dejó la física y se dedica al comercio, orientado a las operaciones de exportación e importación.

Datos

La primera referencia a la condición de desaparecido de Gentile es de hace 9 años, cuando se cumplió medio siglo de su graduación como físico y la promoción se reunió para festejarlo. Adquirió estatus institucional en 2012 cuando se colocó una placa que lo recordaba.
Mientras tanto, Gentile vivía en su departamento de Manhattan. Es una imagen soñada para los negacionistas, que ya se entusiasman con descubrir nuevos casos, como si no estuviéramos ante nada más que un error.
El silencio del físico que hace tiempo dejó la profesión y se dedicó al comercio no deja de llamar la atención. ¿No se enteró de que en Bariloche lo daban por muerto? ¿Por qué no trató de enmendar un error que terminó haciendo tanto daño?
Las instituciones del mundo nuclear argentino volvieron a optar por la omisión. Y después se preguntan por qué genera tanta desconfianza la energía atómica.

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