Un híper le cambió el paso al barrio militar neuquino

Los vecinos dicen que ahora es un caos de vehículos y peatones.

NEUQUEN (AN).- Los vecinos del barrio militar de Neuquén dicen que perdieron seguridad, tranquilidad, la vida pacífica y tutelada digna de un country a la que estaban acostumbrados por habitar una vivienda del Ejército en un sector poco concurrido por extraños.

La ruptura la produjo la atracción masiva que provocó en los neuquinos la apertura del hipermercado Jumbo, el shopping y el Easy, complejo al que confluyen miles de personas diariamente, e incansablemente los feriados y fines de semana.

El barrio militar, donde viven con sus familias los gendarmes y agentes del Ejército en funciones, está ubicado en la zona oeste de la ciudad a la vera de la ruta 22 y justo enfrente al edificio comercial. Sólo la multitrocha los separa del complejo desde que el ex jefe del ejército, general Martín Balza, puso en venta los terrenos castrenses del ex polo club.

El lugar fue adquirido por el grupo económico Cencosud, que el 29 de noviembre abrió las puertas del gigante comercial. Antes debió adecuar espacios en la multitrocha para conseguir el acceso peatonal y vehicular directamente al edificio de compras.

La quietud del barrio de amplios jardines y árboles generosos otrora concurrido sólo por las bicicletas de los niños del sector o las caminatas de sus padres, se observa hoy con calles desbordadas de vehículos, un incesante flujo de peatones y pocos días de tranquilidad.

“Esto es un movimiento infernal”, se quejó Ricardo Saumel, quien sin embargo respiró aliviado porque este fin de semana se mudaba a Río Gallegos, donde fue trasladado. Sin embargo, hace dos años que vive allí con su familia y consideró que el Ejército deberá evaluar la puesta en marcha de algún sistema de seguridad para mantener la calma que predominó siempre en el barrio.

Una de las primeras medidas se observó la medianoche del 6 de diciembre, cuando familias enteras se agolparon en las inmediaciones del “Portal” para disfrutar del espectáculo de fuegos artificiales ofrecido en forma inaugural por la cadena comercial. Esa noche, la policía militar dirigió el tránsito en los alrededores del barrio militar y hubo vigilancia especial en las esquinas.

Saumel no fue el único habitante del barrio militar que se mostró preocupado por el impacto del complejo comercial en los alrededores. Una mujer que hace un año llegó de Mendoza con su familia, dijo que el tránsito es “caótico” desde la apertura del complejo y que falta señalización. “El pasado fin de semana hubo tres accidentes”, dijo preocupada.

Es madre de cuatro chicos que ahora debe vigilar con mayor constancia, porque las casas no tienen medianeras y los autos que ahora transitan por las calles internas son muchos.

Sin embargo, tampoco pudo escapar a la fascinación de contar con un complejo comercial y shopping a pocos metros de su casa.

“Es un progreso espectacular para la ciudad”, comentó deslumbrada al tiempo que agregó: “tengo la pileta justo enfrente del Jumbo y me da la sensación de estar en Las Vegas”.

Los vecinos apuestan a que aminore la fiebre consumista. “Siempre pasa lo mismo los primeros días por la novedad, pero seguro que se normaliza en poco tiempo”, dijo esperanzado Juan, un vecino que llegó hace un año desde la provincia de Santa Fe.

Nostalgia de los privilegios perdidos

NEUQUEN (AN) – “¡Señora… señora…! Ahí no puede estacionar, saque su auto”, dijo con voz firme y fuerte un hombre de frente amplia, negros bigotes y gesto severo. La advertencia fue para una mujer que estaba dejando su vehículo a un costado de la calle Chaco, en un sector del barrio militar, el día de la inauguración Jumbo.

La mujer dudó un instante, subió de nuevo al rodado, pero de inmediato se bajó destilando furia y contraatacó. “¿Por qué no puedo estacionar? Esta es una calle pública. ¿Y usted quién? A ver deme su nombre, dígame dónde vive”, replicó la automovilista cada vez más decidida a defender su posición.

Mascullando cosas inentendibles, con la cabeza gacha como perrito que ha perdido una pelea, el sujeto emprendió la retirada, cortando camino por amplios predios cubiertos de verde y se perdió entre las casas militares, que se levantan frente al híper del elefantito.

La escena quizá haya sintetizado la sensación de frustración que sienten los vecinos del complejo comercial, al ver que el derecho que se arrogaron desde hace varios años de vivir en un coto cerrado, lo han perdido irremediablemente.

En realidad, la arbitraria decisión de pretender cerrar las calles aparece más como una actitud arrogante que un privilegio que les asista, más allá de la razonable pretensión de querer brindarse seguridad.

La situación tendría que resolverla el municipio. Si cuando se hizo el convenio con el Ejército por el cual este organismo cedió los predios que actualmente ocupan las canchas de Afuven se contemplaron estas prerrogativas, deberán ser formalizadas de manera que no haya confusión.


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