Un parte desde el frente inflacionario

Si bien la tasa mensual de inflación confeccionada por el Indec sigue siendo decididamente inferior a la estimada por consultoras privadas, la diferencia es menos abismal de lo que era antes de optar el gobierno por prestar más atención a la realidad que a sus propios deseos. Mientras que, según el índice difundido por los legisladores opositores, en febrero el costo de vida aumentó el 4,3%, el Indec dice que lo hizo el 3,4%, una cifra que de acuerdo común podría considerarse verosímil aunque muchos sospechan que los kirchneristas no han dejado de manipular las estadísticas. Sea como fuere, el que el gobierno mismo haya reconocido que en el primer bimestre los precios al consumidor han subido el 7,2% hace pensar que el equipo encabezado por el ministro de Economía Axel Kicillof entiende que no serviría para nada continuar procurando engañar al resto del mundo difundiendo guarismos claramente falsos. Con todo, admitir que la inflación es algo más que un invento de los medios “concentrados” y una banda de conspiradores “neoliberales” es una cosa, combatirla sin provocar una convulsión social será otra muy distinta. El gobierno espera frenar la inflación mediante acuerdos corporativos con el sindicalismo y el empresariado. Aunque muchos sindicalistas parecen dispuestos a colaborar, conformándose con aumentos relativamente modestos, otros, empezando con los docentes, insisten en defender el poder adquisitivo de los afiliados y por lo tanto piden más del 30%. Puede que algunos consigan lo que están reclamando, pero no cabe duda de que la mayoría perderá la carrera contra la inflación porque la economía nacional no está en condiciones de satisfacer sus expectativas. De todos modos, los más perjudicados no serán los trabajadores que cuentan con el apoyo de sindicatos fuertes sino los del enorme sector informal que, desde luego, viven en un universo regido por las reglas a veces despiadadas del “capitalismo salvaje”. También sufrirán los jubilados. Como señaló el senador radical Ernesto Sanz, “la inflación del bimestre se comió el aumento a los jubilados; en abril van a cobrar menos que en diciembre”. Hasta hace poco, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y sus principales asesores creían que les sería dado elegir entre el crecimiento con inflación por un lado y, por el otro, una economía comatosa con estabilidad monetaria. Muchos sindicalistas coincidían en que sería mejor convivir con la inflación ya que, a su juicio, estimulaba la actividad económica. Tal tesis tendría sus méritos si no fuera por la propensión a acelerarse propia de la inflación, un fenómeno producido por la ilusión voluntarista de que si un gobierno actúa como si siempre contara con recursos financieros abundantes éstos no tardarían en generarse, sobre todo en un país como la Argentina que la clase política cree que es mucho más rico de lo que en verdad es. La inigualable experiencia nacional en materia de inflación debería haberle enseñado que reducirla a dimensiones tolerables no es nada fácil, que si bien en ocasiones habrá algunos meses en que parece haber amainado sería prematuro cantar victoria. Así, pues, se prevé que este mes se produzca una sensación de alivio porque, gracias al estancamiento, los precios aumentarán menos que en enero y febrero, pero sólo será cuestión del comienzo de un período que para muchos será muy ingrato. El ajuste subrepticio que se ha iniciado traerá problemas; se informa que en febrero se multiplicaron los despidos y suspensiones, lo que, combinado con el escaso interés de los empresarios en arriesgarse creando nuevas fuentes de trabajo, hace temer que aumente la tasa de desempleo. Asimismo, al subir mucho los precios de los alimentos y otros productos de primera necesidad, el impacto del cambio de clima será muy fuerte entre los más pobres que dependen de subsidios procedentes de “la caja” estatal. Es que liberar el genio de la inflación de la botella en que casi todos los gobiernos, salvo los de nuestro país y Venezuela, lo mantienen atrapado es tan fácil como tentador, pero capturarlo después no lo es en absoluto. No sabemos cómo continuará la versión actual de este relato ya tradicional, pero sorprendería que los próximos capítulos resultaran ser tan amenos como quisiera el gobierno kirchnerista.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.124.965 Director: Julio Rajneri Codirectora: Nélida Rajneri de Gamba Vicedirector: Aleardo F. Laría Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Sábado 22 de marzo de 2014


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