Un paseo por la kermés menos pensada
La cara del "Lirio de la Patagonia" está en cada rincón del predio lindero al Parque Ceferiniano. Son casi cien stands con vendedores que llegaron desde todo el país en los que se mezclan el espíritu religioso y la mercadería ilegal. "Ceferino nos salvó el año a un montón de gente. Ése es el milagro más grande": quizá en esta confesión de una vendedora se pueden resumir los aires de merchandising que inevi tablemente iban a correr en esta ceremonia.
CHIMPAY.- El otro milagro de Ceferino ocurre acá, a cien metros del ya famoso Parque Ceferiniano, en un enorme predio de tierra y barro, de música estridente, ofertas imposibles y memorabilia falsificada. Son varios los que pueden dar fe de ello. La mujer-empresaria-devotísima que llegó desde San Nicolás con unos estilizados «ceferinos» que miran impávidos atrapados en unas botellas de vidrio retocadas, a cinco pesos la unidad; los amigos que llegaron de la capital neuquina con una colección interminable de películas y discos pirateados y que no están seguros que funcionen bien; la familia de bolivianos que vende zapatillas Nike a $ 55 y amontonan en el fondo de su pequeña globa otras glorias de la imitación, y también el más original de todos. Juntó tierra chimpayense en bolsitas de nylon y las vende a un peso. Hay muchos que le compran. Y la mayoría fantasea que se lleva tierra santa.
«Y qué te parece… Ceferino nos salvó el año a un montón. Ese es el milagro más grande», dicen algunos y otros se ríen. Todos saben que es cierto.
Ahora son las once de la mañana y el viento hace imposible el armado de una globa en estos pocos metros en los que se confunden la devoción al santo y la piratería indiscriminada. Acá es así: hay imágenes del homenajeado en platos, cajitas, remeras, velas, estampitas, relojes, portarretratos y pañuelos, pero lo que abunda es la ropa trucha.
La mayoría de los puesteros, que suman cerca de cien, llegaron el jueves y todos pagaron 150 pesos el metro.
El stand más chico ocupa cinco metros y todos reniegan porque recién el viernes a la noche les conectaron la energía. «La improvisación es terrible…», se amargan. Hay rionegrinos, neuquinos, porteños, santafesinos y hasta chilenos. También hay unos senegaleses-argentos que venden pulseritas y collares y que detestan las fotos. «No… acá nada de fotógrafos», gritan ante el mínimo acercamiento.
Al lado, una mujer se ríe. Ella no escatimó en gastos. Instaló un 29 pulgadas y en una manta desplegó los últimos estrenos de Hollywood. Pese al esfuerzo, las caras de Tom Cruise y Denzel Washington quedan un poco desubicadas ante tanto folclore local.
Pero no es la única que se preparó con todo. Rolando Lobos es cipoleño y cantor. Hace un tiempo grabó un disco dedicado al milagroso y ahora lo vende a 20 pesos. Desde bien temprano su voz se escucha a todo volumen en su propio stand, un pequeño toldo de medio metro en la mitad del predio. A poco de allí, otra muestra del Ceferino multimedia. Hay una productora católica de Capital Federal que vende a $ 25 el DVD oficial del beato mapuche, con un título bastante marketinero: «El príncipe de las pampas».
Pero el hit de la beatificación se vende en la santería oficial. Son unas figuras de casi 50 centímetros del mapuche hechas en Roma, en alabastro, que se venden a $ 50 y tienen una particularidad: una nariz respingada y una piel rosada que en nada recuerdan al más venerado de estas tierras. Pero calma, a este lugar también llegó la falsificación: la versión en yeso, hecha en nuestro país, cuesta menos de la mitad. En este local las ventas en agosto, cuando miles llegan a recordar el cumpleaños de Ceferino, llegan a los 30.000 pesos. Este año esperan triplicar las ganancias. Y de un poco de eso se alimenta todo esto: algo de especulación, otro tanto de fiebre comercial y también un poco de espíritu religioso. Apenas un poco.
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