Una regla fiscal es el verdadero salto institucional

Rodrigo Álvarez *


Un fondo de estabilización y desarrollo productivo es una herramienta necesaria. La clave de su éxito reside en las particularidades de su implementación.


La sociedad neuquina parece decidida a evolucionar. Se está construyendo un gran consenso en torno de la necesidad de generar las herramientas necesarias para un desarrollo sostenido a partir de la estabilidad macroeconómica, la diversificación de la estructura productiva y la equidad intergeneracional. Una gestión responsable de los recursos extraordinarios de Vaca Muerta puede poner a la provincia en la vanguardia de las políticas públicas argentinas.

El aprendizaje luce traumático. Para una provincia cuya matriz productiva depende en más de un 40% de la producción de petróleo y gas, las inversiones en el sector se desplomaron de más de US$ 4.500 M en 2018 a alrededor de US$ 1.200 M este año. Esta volatilidad amplifica y se retroalimenta de los desequilibrios macroeconómicos, generando una tensión muy difícil de afrontar para toda la sociedad. Es tiempo de apostar a la estabilidad.

Un fondo de estabilización y desarrollo productivo es una herramienta necesaria. La intuición es muy simple, pero la clave de su éxito reside en las particularidades de su implementación. De todas las aristas de la iniciativa voy a concentrarme en la que creo fundamental: limitar la prociclicidad de la política económica y lograr la sustentabilidad fiscal. Precisamente, los países ricos en recursos naturales establecen reglas fiscales y, en ocasiones, constituyen fondos soberanos con diversos objetivos según las necesidades que experimentan. Primero una regla de ahorro y gasto, luego un fondo de acumulación.

Una regla es el criterio a partir del cual la provincia diseña su política fiscal para definir bajo qué circunstancias se ahorra y bajo cuáles se puede hacer uso de los recursos disponibles. El equivalente para una familia sería acordar una metodología a partir de la cual se define cuándo y cuánto ahorrar y consumir en los distintos momentos de la vida. Por ejemplo, si un integrante tiene una mejora inesperada de sus ingresos, este acuerdo podría indicar que se ahorren esos recursos extraordinarios, de la misma forma que si uno de los integrantes pierde su empleo se podría hacer uso transitorio de los ahorros generados para sostener relativamente estables los niveles de consumo de la familia. Lógicamente los fondos se podrían acumular y desacumular en una cuenta de ahorro e inversión, pero la capacidad de mantener estable el nivel de vida de la familia no reside en la existencia de la cuenta de inversión sino en generar una regla clara y cumplible de ahorro para la familia.

En este sentido, una regla fiscal constituye para la provincia un verdadero salto institucional representando el compromiso de la sociedad con la sustentabilidad del Estado que es, en definitiva, el garante de la provisión de los bienes públicos básicos: salud, educación, justicia y seguridad.

Hace más de un año nos propusimos con un conjunto de profesionales diseñar el traje a medida en términos de políticas públicas. Formamos un equipo de especialistas en políticas públicas, macroeconomía, energía, modelos de simulación y en el análisis de fondos anticíclicos.

Llegamos a la conclusión que una regla fiscal basada en el balance estructural, similar a la que rige en Chile, es la adecuada porque permitiría equilibrar el gasto provincial, ahorrar los ingresos extraordinarios provenientes de Vaca Muerta y suavizar el ciclo económico provincial, aislándolo de la volatilidad de los precios del petróleo y el gas.

Este tipo de esquemas también permite, aun bajo una regla, sostener niveles de gasto más elevados durante los primeros años de implementación. Bajo una regla fiscal de balance estructural, si la provincia está atravesando un shock que golpea su actividad, puede que el presupuesto tenga que contemplar gastos muy por encima de sus recursos efectivos recurriendo a la totalidad de los ingresos por recaudación y tal vez a una parte del fondo.

Parte de nuestro trabajo fue generar un modelo para proyectar distintas trayectorias de inversión y producción en Vaca Muerta y simular no sólo la dinámica de los ingresos y gastos de la provincia sino también la capacidad de acumulación en un fondo anticíclico. También corrimos el modelo hacia atrás para ver cómo hubiera funcionado.

De haberse implementado la regla de balance estructural de acumulación de recursos a través de un fondo de estabilización como el chileno, la Provincia podría haber ahorrado USD 2.000 millones de dólares entre el año 2000 y 2018. ¿Cómo se llega a este ahorro? La regla de balance estructural indica que los recursos provenientes de ingresos extraordinarios (motivados en un precio del petróleo alto) deben asignarse al fondo de estabilización, mientras que cuando el precio está por debajo del ciclo, deben desahorrarse para mantener estable el gasto público. La flexibilidad de la regla implica que se hubiera podido ahorrar en la mitad de esos años y aumentar el gasto en forma anticíclica en la otra mitad, suavizando de esta forma el ciclo económico. Lo relevante es que se habría acumulado un fondo equivalente al 18% del producto bruto provincial.

Neuquén está frente a una oportunidad histórica para lograr un verdadero salto institucional que lo ponga a la altura de los países modelo por el manejo responsable de sus recursos. Tiene todas las herramientas a su alcance y supo construir el consenso necesario respecto de la necesidad de comenzar a pensar de manera distinta. No es poco. Ahora llegó el momento de acuñarlo en una ley que verdaderamente le cambie la calidad de vida presente y fundamentalmente futura a todos los neuquinos.

* Economista. CEO de Analytica


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