Una reputación marcada

A lo largo de los años, diversos escándalos mancharon la reputación del banco del Vaticano (IOR), ya que círculos criminales aprovecharon el anonimato o testaferros para blanquear sus fondos. El más importante se produjo en 1982 con la quiebra del Banco Ambrosiano, un escándalo bancario que implicaba a la CIA y a la logia masónica. El caso Enimont (1993), de sobornos a partidos políticos italianos, también salpicó al IOR y más recientemente el tribunal de Roma detectó casos de blanqueo de dinero por parte de mafiosos. El suizo René Brülhart, consejero de la Autoridad de Información Financiera (AIF), que supervisa al IOR, indicó que en 2012 se señalaron seis transacciones sospechosas. El banco del Vaticano gestiona 19.000 cuentas pertenecientes en su mayoría al clero católico, es decir, unos 7.000 millones de euros, que incluyen tanto a personas de menor rango en la jerarquía vaticana como los de obispos y cardenales o los de algunos diplomáticos, así como las trasferencias de dinero de las congregaciones religiosas.


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