Vacaciones de invierno en Marte, la nueva misión espacial

Mientras gran parte de la población permanece en aislamiento, las próximas semanas serán claves para la aeronáutica espacial: tres misiones harán su recorrido rumbo al planeta rojo. Repasamos los proyectos y los objetivos a mediano y largo plazo.

Este invierno los terrícolas tienen una cita con Marte: tres misiones de exploración volarán hacia el planeta rojo, con la esperanza, cada vez más creíble, de detectar señales de una vida pasada y, en el futuro, posarse en él.


El ciclo de la mecánica celeste ofrece una oportunidad cada 26 meses, cuando la distancia entre Marte y la Tierra es más corta de lo habitual, lo cual facilita el viaje (55 millones de kilómetros, que de todos modos suponen unos seis meses de viaje).

Tres países figuran en la parrilla de salida. Emiratos Árabes Unidos la estrenará, enviando el 15 de julio la primera sonda árabe interplanetaria de la historia, “Al Amal” (“Esperanza”), para estudiar la atmósfera del planeta. Le seguirá China, que también celebrará su bautismo marciano con “Tianwen” (“Preguntas al cielo”), con una sonda y un pequeño robot guiado por control remoto, entre el 20 y el 25 de julio.

La más ambiciosa es la estadounidense “Marte 2020”: será lanzada el 30 de julio para llevar el rover Perseverance, que marcará el comienzo de un programa faraónico de toma de muestras para traerlas a la Tierra.

Estaba prevista una cuarta iniciativa ruso-europea, “ExoMars”, con un robot de perforación, pero se aplazó hasta 2022 debido al coronavirus.

El proyecto “Al Amal”, de Emiratos Árabes Unidos, se lanzará el próximo 15 de julio con destino a Marte.


La carrera al planeta rojo no es nueva: nuestro vecino más cercano ha recibido desde los años 1960 decenas de sondas automáticas, en su mayoría estadounidenses, pero muchas fracasaron.

Desde los años 2000, con el hallazgo de que en el pasado hubo agua líquida en su superficie, el interés por el planeta se ha disparado hasta convertirse en la prioridad espacial.

“Es el único planeta en el que tenemos la posibilidad de detectar una forma de vida pasada, y cuanto más conocimiento acumulemos, más prometedor será el lugar”, explica Michel Viso, exbiólogo de CNES, la agencia espacial francesa que diseñó uno de los principales instrumentos del rover Perseverance.


Rastro de vida



Estados Unidos, Europa, India, China y Emiratos tratan de anotarse tantos en esta búsqueda, para afirmarse como potencia científica y espacial. En 2024 lo hará Japón, que enviará una sonda para explorar Fobos, una de las lunas de Marte.

Con otro sueño en mente, más lejano: el de “contribuir a la aventura de la exploración humana en Marte, que representa la próxima frontera a la que el hombre podrá ir, en 20, 30 o 40 años”, comenta Michel Viso.

La construcción de Tianwen, la sonda de China que buscará llegar a Marte a fin de mes.


Estados Unidos se plantea seriamente el objetivo de un vuelo tripulado a Marte. Es el único país que ha realizado estudios detallados sobre su viabilidad pero otros podrían asociarse.

Emiratos está considerando la construcción de una “Ciudad de la Ciencia” que reproduciría las condiciones ambientales de Marte con el fin de establecer una colonia humana de aquí a 2117.

El planeta se ha convertido en un enorme desierto helado, que ha ido perdiendo su atmósfera densa después de un gigantesco cambio climático, hace unos 3.500 millones de años, y ya no está protegido de la radiación cósmica. Por lo tanto no es ‘habitable’. El tema es saber si estuvo habitado en el pasado, cuando contaba con las condiciones para una vida metabólica.

“Hace cuatro mil millones de años, las condiciones en la superficie eran muy cercanas a lo que había en la Tierra cuando apareció la vida”, con una atmósfera densa, de agua líquida, afirma Jorge Vago, jefe científico de ExoMars en la Agencia Espacial Europea (ESA).


Entonces, ¿por qué hay vida en la Tierra y, a priori, ya no en Marte, si es que alguna vez la hubo? Esta es la pregunta que intentan responder los diferentes robots que recorren la superficie, como Curiosity. 

Perseverance completará la búsqueda del famoso robot, posándose en un entorno inexplorado, el cráter Jezero, rico en rocas sedimentarias y que alberga un relieve en forma de delta atribuido a la desembocadura de un antiguo río que vertía sus aguas a un lago: el lugar ideal para contener rastros de una vida pasada (lo cual requiere la presencia de agua líquida y carbono).

Marte 2020 tomará unas cuarenta muestras, de las cuales unas treinta volverán a la Tierra. Esta vuelta implica una misión extremadamente compleja en varias etapas, con un redespegue inédito. Debería permitir analizar estos fragmentos con instrumentos terrestres. Pero paciencia, no se hará antes de diez años.

Por Juliette Collen (AFP).-

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