Así hicieron realidad su sueño los Otaño: crónica de una travesía por Las 5 lagunas de Bariloche

Luis Otaño es osteópata y, tal vez por su conocimiento del cuerpo, le gusta caminar en la montaña para mantenerse sano y joven, pero también para desconectarse y ponerse aprueba. Esta vez, la aventura lo llevó junto a sus hijos, Tomás y Pedro, a esta travesía de más de 50 kilómetros, mucho desnivel y pleno contacto con la naturaleza. La época del año recomendada para hacer este recorrido es entre diciembre y marzo, pero te contamos esta historia para que comiences a prepararte.  

Lo que empezó como un sueño de hacer cumbre en el volcán Domuyo, el imponente “techo de la Patagonia” como suele llamar al gigante del norte neuquino, se convirtió en una travesía de cinco días en la cordillera de Bariloche, para unir Colonia Suiza y Pampa Linda, atravesando “Las 5 lagunas”, el ya mítico sendero que atrae a caminantes experimentados y aventureros.

Entre llamados telefónicos y mensajes por WhatsApp, el cincosaltense Luis Otaño y sus hijos, Tomás y Pedro sellaron el acuerdo para aventurarse a recorrer, en cinco días y cuatro noches, las lagunas Negra, CAB, Cretton, Jujuy e Ilón, además de observar de lejos, la belleza de la laguna Azul. La primera opción, era trepar el volcán que limita con Mendoza, pero no consiguieron guía, y este desafío también parecía una buena idea.

Casi 55 kilómetros de considerable desnivel, varios pasos en altura y la piedra laja suelta, tan común en las partes altas de la zona. Eso sin contar la posibilidad de tormentas y noches realmente heladas, en una travesía llena de emoción, adrenalina y aventura. Y todo, rodeado por la inmensa y boscosa cordillera, con su infinita paleta de colores y especies.

Luis es un conocido osteópata, nacido y criado en Cinco Saltos y amante de la montaña. Por estos días trabaja en Neuquén, da clases y entrena seguido. “Siempre hay que tratar de hacer algo, de forma regular”, dice. Tomas volvió hace poco de Buenos Aires, donde se recibió de abogado en la UBA y trabaja en un galpón de empaque de Cipolletti. Pedro estudia ortesis y prótesis en Buenos Aires y sigue de cerca los pasos de su papá.

“Nos faltaba entrenamiento y no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar, pero gustó el desafío y mi papá, que ya tiene experiencia en la montaña, nos ayudó a planificar bien y armarnos de buen equipamiento”, cuenta Tomás.

Con las primeras luces que asomaron detrás de la montaña, Luis y sus hijos ya estaban listos en la camioneta, con sus tres mochilas preparadas en la caja y camino a Colonia Suiza. Mate, algo de música, la emoción de empezar una aventura y las ganas de una buena desconexión en la montaña fueron los ingredientes elementales para emprender este recorrido.

Día 1: De Colonia Suiza a Laguna Negra con lluvia

Tiempo de caminata: 6 a 7 horas

En un sendero muy poco transitado, con escaza señalización mediante pircas, empezaron a caminar con destino al refugio Manfredo Segre, en la zona de la laguna Negra, donde ya habían reservado la noche. Un día lluvioso para caminar, con los arroyos desbordados y muchísimo frío, pero que se suponía, representaba un pasaje en la travesía real, ya que de allí en más no hay refugios ni servicios.

“En el refugio nos pasaron fotos satelitales del camino y nos advirtieron sobre los tramos difíciles, algo que fue de mucha ayuda”, reconoce Luis, que recuerda sobre la importancia de siempre caminar la montaña con radios y baterías cargadas.

La época del año recomendada para hacer esta travesía es entre enero y principios de marzo, pero te contamos esta historia para que comiences a prepararte.

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Día 2: Del Manfredo Segre a laguna CAB y crece la aventura

Tiempo de caminata: 8 a 9 horas.

La segunda jornada hizo que la caminata lluviosa hasta Laguna Negra parezca un paseo, porque la dificultad recién empezaba, con la subida al cerro Bailey Willis seguida de la bajada pronunciada hasta un arroyo que es necesario cruzar, y luego un ascenso bien empinado para atravesar un bosque en el que es posible perderse.

El dato es, siempre ir atento a las pircas que indican el sendero. Son pocas y no siempre están del todo visibles. La caminata sigue y el bosque se va tornando cañaveral, luego una cascada y algunos piletones, inundados por la lluvia del día anterior.

Es importante mantener una activa observación y atención para ir siguiendo las pircas que indican el sendero. Son pocas y no siempre están visibles.

Ya en la laguna CAB, es necesario rodearla con una caminata por el agua, que llega casi a las rodillas en esa parte de la orilla. Nota mental de Tomás: es más larga de lo que parece.

“Preparamos la carpa, un fogón y despacito nos dispusimos a comer algo y calentarnos”, recuerda Luis, que ya iba preparado con viandas termo estabilizadas que, según calificó, “son espectaculares para estos viajes”. Luis vivió aquella segunda jornada maravillado por el hermoso paisaje, que caminaron charlando y pensando en cuanto valió la pena el sacrificio.

Sin embargo, Tomas estaba preocupado. “No sabía si iba a lograr cumplir con el cronograma que teníamos, sentía raras las rodillas por una lesión que tengo hace años”, mencionó. Por lo pronto, los esperaba la caminata más compleja de toda la travesía, y lo sabían.

Día 3: La caminata más difícil y un premio en laguna Cretton

Tiempo de caminata: 7 a 8 horas.

El acuerdo fue que, a mitad de camino pararían a descansar y hacer honor al mallín del Mate Dulce. Allí resolverían si continuar hacia la laguna Cretton, o bien encarar el regreso.

«Con todo el cagazo, pasamos una noche cortita y a las 6 am nos levantamos. Con muchísimo frío, a las 7 ya teníamos todo levantado”.

Empezaba así, la subida al cerro CAB, una pendiente muy elevada y con piedra laja suelta, que complicó el ascenso y demoró unas tres horas. La mañana siguió con un faldeo por otro pedrero, hasta llegar al necesitado descanso y punto de inflexión -o no- en el mallín Mate Dulce. Era mediodía, así que entre risas disfrutaron del almuerzo y al terminar, sintieron que podían con lo que venga.

“Nos la bancamos bien, pero faltaba la parte más difícil, que es el cerro Cristales, y nos habíamos quedado sin agua”, rememora Luis. El paisaje cambia rotundamente y se embellece, pero a su vez la dificultad llegaba a su punto máximo en cuanto a complejidad y exigencia técnica, además de ser el punto más alto de todo el sendero.

“Al bajar, hicimos algunas partes casi en cuatro patas por la inclinación, en lo que nos pareció el sector más exigente”, aseguró Luis. Tomás y Pedro en cambio, recuerdan el cambio en las vistas, que al fondo dejaban ver la laguna Cretton. “Los paisajes se vuelven alucinantes, es una locura estar ahí”, revive Pedro.

En Cretton se puede pernoctar en una zona boscosa, o al borde de la laguna. Ellos vieron que al costado del agua no había nadie, y efectivamente, armaron campamento y se refrescaron en esas aguas heladas para recuperar el cuerpo.

“Recién ahí pudimos relajarnos, empezamos a reírnos más y esa noche, con la cena, abrimos un vinito, uno de los varios premios que nos llevamos para el camino”, reveló Luis.

Día 4: Camino a Ilón, con vista a la laguna Azul, breve pausa en la Jujuy y la foto del Tronador

Tiempo de caminata: 5 a 6 horas.

Con una pendiente suave y terreno cómodo, caminaron hasta un filo que les mostró la laguna Azul, la más grande de todas y, para Luis, “la mejor vista de toda la travesía”. Desde ahí un descenso leve y la laguna Jujuy, que atraviesa el filo del cerro Capitán y sigue por un mallín y uno de los bosques más hermosos, con vistas inolvidables que van dando cierre del recorrido, hasta llegar a Ilón.

La laguna está rodeada por bosque y ofrece una de las mejores vistas del cerro Tronador, con tonalidades amarillas y celestes al amanecer, y colores violáceos al ocaso.

Un refugio relativamente nuevo que, además brinda la posibilidad de comprar comida y bebida, y de dormir en domos, aunque también hay zona de acampe.

Día 5: La mirada del doctor y el descenso final

Tiempo de caminata: 4 a 5 horas

“Nos levantamos temprano y caminamos unos 45 minutos hasta la Mirada del Doctor. Al recorrido lo acompañan unos paisajes impresionantes y allí se obtiene una vista de 360 grados que muestra el brazo Tristeza del Lago Nahuel Huapi y el Lago Frey. El ultimo tirón desde allí, luego de otros 45 minutos para retomar el camino hacia Pampa Linda, y una bajada de bosque y cornisas, para despedirse de una travesía llena de aventura y en medio de la naturaleza más agreste.

Allí esperaron unas horas, hasta que los traslado el servicio de transporte que habían contratado hasta Bariloche que implica un viaje de unas tres horas y fin del recorrido.

«Es impagable ver a tu viejo tan feliz al lado tuyo, y ver la buena vida que lleva como para poder vivir estas cosas es inspirador», dijo Tomas, emocionado y a modo de reflexión que cierre esta travesía.


Los Otaño

Nacieron, se criaron y vivieron gran parte de su vida en Cinco Saltos, con la compañía del club local durante toda la vida. “Pedro fue goleador de la escuela Maracacino”, dice Luis orgulloso, y cuenta que se recibió en la Universidad Nacional de Córdoba, y sus hijos en la Universidad de Buenos Aires. Es uno de los mejores osteópatas de la región, y quienes hayan pasado por sus manos podrán confirmarlo.

Esta no es la primera aventura de la familia valletana, y sus pasos los han llevado al volcán Lanín, Tromen, al cerro Champaqui y Luis ya tuvo el placer de hacer cumbre en el Domuyo, donde pronto volverá con Tomás y Pedro, y además, pudo darse el lujo de subir a pie los más de 6900 metros del Aconcagua.

“La montaña me hace sentir libre, me llena de energía y me permite aprender que lo importante es el camino no la llegada, para mí es un cambio de paradigma con respecto a la vida urbana”, reflexiona Luis.


Dos consejos de Luis Otaño para esta travesía:

Mantenerse bien entrenado.

Elegir cuidadosamente lo que se lleva en la mochila.


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