Es hincha de Ford pero cumplió el sueño de llegar a Ushuaia en un Chevrolet de 1967

Maxi Rosano hizo 8342 km para llegar al fin del mundo y volver a Buenos Aires en un clásico fabricado hace 55 años. Lo acompañaron cuatro amigos, todos de Ford y de River como él. Acá cuenta la historia.

Maximiliano Rosano es hincha de Ford pero no cree en las grietas. «No importan las marcas, importa la pasión por los fierros. Es como una mujer, si te gusta da lo mismo si es rubia o morocha”, suele explicar. Y por eso acaba de cumplir un sueño: llegar a Ushuaia en su Chevrolet 400 Super 230 de 1967, un clásico de 55 años que levanta oleadas de admiración en las estaciones de servicio y le rinde en ruta 12,5 km a 110 km/h. «Una joya que nos llevó al fin del mundo sin un problema en 8.342 kilómetros», cuenta entusiasmado desde su taller de carpintería en San Martín, al norte del Gran Buenos Aires. A los 33 años, fue su séptimo viaje a la Patagonia en esa nave: partió el 29 de enero rumbo a Tierra del Fuego junto a sus inseparables compañeros de aventuras, Walter Massimino y Alan Rucci, para volver 16 días después, ruta 3 derecho ida y vuelta. Esta vez se sumaron a la travesía dos nuevos integrantes de la banda, Pablo Mazzeo y Matias Poltronieri, a bordo de un Peugeot 307 del 2005. «Buenísima onda los dos, ya son parte del grupo. Todos hinchas de Ford y de River, la pasamos de diez. Y no sabés cómo respetan al Ojudo, lo tratan y lo quieren como si fuera un Fordcito más», cuenta Maxi.

El Ojudo es el Chevrolet y le dice así en homenaje a un perro callejero que se encariñó con él y tenía los ojos saltones, como las luces de esa reliquia que cuida como a un bebé.

¿Y que hace un fanático de Ford en un Chevrolet? Antes que nada, Maxi agradece el respeto de los fanas del Óvalo por la oveja descarriada, si a veces hasta llega a los encuentros del Club Amigos del Falcon en el Ojudo y ni una mala mirada. Y después cuenta que lo descubrió en la calle hace 11 años uno de esos domingos que llevaba de vuelta a la capital a su tío abuelo Gustavo Dudka que iba a visitarlos a la provincia.

Tomaba la General Paz y al bajar por Constituyentes lo vio, sucio y desprolijo, con una lata en el techo. Una tarde se decidió a dar una vuelta para probarlo, aunque no estaba convencido.

“Compralo, no seas boludo”, fue el consejo de su padre. Le hizo caso: cuando lo estacionó, supo que sería suyo y aún le agradece esas palabras y a Osman y Germán que se lo hayan vendido.

Lo dejó como nuevo con sus propias manos y siempre se encarga de la mecánica, excepto lo que deja para el carburista Fabián González, el único al que le permite meter mano. “Una eminencia”, lo define, que lo dejó a punto antes de salir a la ruta en el verano 2022, como antes de cada viaje.

«Fue maravilloso llegar al fin del mundo en el Ojudo», dice Maxi. «Me faltaba conocer Ushuaia, soñaba con eso. Y este caño nos llevó hasta allá perfecto: se bancó el viento, la lluvia, el ripio, algo impresionante lo que anda. Y no es lo mismo que ir en avión. Con el auto pasamos los cuatro controles fronterizos, nos subimos al transbordador para cruzar el Estrecho de Magallanes, que a la ida se movió de lo lindo», agrega.

«Y ya en la isla, cuando pasás Río Grande son unos 200 km hasta Ushuaia. Es increíble lo lindo que es el camino. Hay una parte con un precipicio, el Paso Garibaldi, tremendo. Y después llegar a Ushuaia, rodeada de montañas, cómo es el casco de la ciudad, lo bien que están hechas las avenidas, la costanera, la callecita principal que es hermosa. Y de ahí al glaciar Perito Moreno, otro lugar único. Todo esto no sería posible sin un buen grupo de amigos, sin estar rodeado de buena gente. Eternamente agradecido», continúa.


Un viaje inolvidable en 15 fotos


En la ruta 3 rumbo a Río Gallegos. Foto: Alan Rucci.

En la ruta 3 rumbo a Rio Gallegos. «Salimos de Puerto San Julián y le dimos pata para llegar a Río Gallegos y así el otro día encarar temprano rumbo a Ushuaia. Acá estamos los cinco, paramos para agregar un bidón reglamentario de 10 litros de nafta. El cielo estaba hermoso, las nubes como encima tuyo. Es distinto el cielo allá que el que vemos en Buenos Aires. Y ese día estaba nublado, con ese sol que asoma. Espectacular», relata Maxi.

Selfies en el camino. «Acá estamos los cincos en Ushuaia cargando nafta, era un día lindo, soleado y nos hicimos la selfie grupal. Como los recorridos son largos, siempre hay que llenar el tanque. Al lado una foto muy especial. En uno de los miradores del glaciar Perito Moreno. Posamos, digamos con estilo (risas) con el Ojudo y de fondo el mítico glaciar», continúa Maxi.

Un caño en la ruta 3. «Esta foto la sacó Alan en Ushuaia, a la vuelta de Bahía Lapataia, donde termina la ruta 3. Es un hermoso camino, muy linda la vista, con muchos, muchos lugares para meterse y conocer. Es todo ripio, menos una partecita de asfalto. Además, es una meta llegar al final de la ruta 3 a la zona más austral a la que se pueda llegar, abajo de todo», agrega Maxi.

La laguna Esmeralda y el glaciar Perito Moreno. «Acá estamos en la laguna Esmeralda. Se llega caminando unos 5 km de dificultad media baja. Aunque la lluvia nos complicó un poco llegamos bien, rápido. El camino hermoso, íbamos apreciando las ‘represas’ que arman los castores. Es muy lindo andar por el medio de bosque. Cuando llegamos, brindamos con un licor artesanal y después fuimos a tomar unos mates a otra parte de la costa. El increíble color de la laguna es por los sedimentos que bajan de los hielos eternos de los cerros. No nos quedamos a dormir, teníamos pensando al otro día irnos de Ushuaia rumbo a Calafate. Así que pegamos la vuelta porque nos agarró la noche. Cruzarlo con las linternas mineras en el bosque fue otra linda experiencia», describe Maxi.

Descubrir un paraíso. «En la otra foto estamos todos y a lo lejos el glaciar Perito Moreno en uno de los dos miradores a los que se llega en auto. Tres de los cinco no lo conocían. Verles las caras a ellos, cómo lo descubrían, cómo lo disfrutaban fue impresionante», dice Maxi.

El glaciar Perito Moreno. «Es algo maravilloso, impactante. Es algo que no tiene comparación. No hay cámara que pueda reproducir los estruendos, los crujidos, la caída de los hielos, los desmoronamientos, el clima que va cambiando a cada hora. Una belleza para la que no alcanzan las palabras», cuenta Maxi.

Ushuaia. «Acá vemos la entrada de Ushuaia, una foto que tomamos cuando nos estábamos yendo. Estar ahí, en el fin del mundo, lo dice todo para describir la magia de un viaje único de 8342 km a bordo de un clásico que se bancó el viento, la lluvia, el ripio, la que viniera», agrega.

Bahía Lapataia. «Acá estoy con el cartel, como símbolo de esta gran aventura, de cruzar las aduanas, del transbordador que te lleva a la isla de Tierra del Fuego. Y estás ahí y sentís eso, que estás en el fin del mundo, mirás el GPS, el mapa, lo lejos que estás de tu casa, pensás que llegaste en un auto de 55 años que va a la par de los nuevos y no lo podés creer», continúa Alan.

Donde se termina el camino. Ahora toma la palabra Alan Rucci: «Si bien en este viaje, como en tantos otros, hemos conocido lugares increíbles, voy a hablar sobre lo que fue llegar a Bahía Lapataia, que es donde en el km 3079 finaliza la ruta 3. Mirar el mapa y ver que se había terminado el camino fue una sensación hermosa que no había sentido nunca. Era eso, ver que no había por donde seguir, que se terminaba el mapa. En avión es fácil, pero en un auto de más de 50 años y con gente maravillosa tiene otro gustito. No lo podía creer: estábamos, literalmente, en el fin del mundo: ya no había por donde avanzar. Una experiencia única. No digo irrepetible porque espero que se repita».

El barco en Puerto San Julián. «Dormimos en Caleta Olivia, en una estación de servicio. Amanecimos, desayunamos y le encaramos por la ruta 3 hasta Puerto San Julián. Ahí almorzamos una linda picadita y tomamos unos tragos, caminamos para hacer la digestión. Había otro barco encallado medio desarmado y por la playa de piedritas bajé a mojarme los pies en el mar. Después seguimos hasta Río Gallegos para hacer noche en otra estación de servicio donde paran los camioneros. Si hay camioneros, es seguro», relata Walter Massimino, de 56 años.

En el fin del mundo. «Dejamos los autos en un miniestacionamiento y caminamos dos horas y media por un lindo sendero hasta laguna Esmeralda. Tomamos unos mates y antes de irnos estaba esa roca. Pusimos el celular abajo y el resultado es esta foto. Ya de ahí nos volvíamos para Ushuaia. En el camino se turnaban para manejar Maxi y Alan, yo cero manejo», relata Walter.

Selfie en el glaciar Perito Moreno. «Todo viaje tiene sus sacrificios, pero vale la pena. Como poder llegar a este lugar que te rompe la cabeza, con ese equilibrio tan perfecto que hace que avance todos losdias dos metros y se vaya rompiendo como parte de un ciclo, una obra maestra de la naturaleza», describe Maxi.

Rumbo a Tierra del Fuego. «Esta foto en el transbordador simboliza la locura hermosa de esta aventura. Maxi hizo casi 8.400 km en el Chevrolet, es la felicidad de él y todos lo seguimos. Y eso ayuda a la gente a que se anime a cumplir los sueños, ya sea en un clásico o lo que sea, porque al final del juego se trata de eso, de que uno trate de cumplir sus sueños. Quedó una hermosa amistad y seguro que van a venir viajes futuros», dice Pablo Mazzeo.

Con el Ojudo en el glaciar. «En lo personal esta foto es tremenda, el Ojudo y yo los dos de cara al glaciar Perito Moreno, en el primer mirador. Es muy emocionante, soy un afortunado de todo lo que me brinda el auto. Hay cosas que no se pueden explicar con palabras, tiene magia propia, es uno más del grupo como dice Walter. Aunque sean hinchas de Ford, se gana un lugarcito en el corazón de todos los que viajan en él», dice Maxi.

En el faro del fin del mundo. «Es una foto muy simbólica. Pudimos llegar, pese a que estaba complicado por la pamdemia, pero se nos dio. Y nos tocó un día espectacular, atípico, soleado y despejado. Hicimos la excursión en un barco chico, que lleva menos gente y se acercar más a la costa donde están los lobos marinos, las aves. Es un muy lindo recuerdo de lo que pudimos hacer: llegar a Tierra del Fuego«.


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