La emoción de aprender a esquiar en el norte neuquino: «Antes lo veíamos en la tele, ahora lo podemos hacer»

El fin de semana pasado, el instructor Mario Calfulen enseñó los primeros pasos para deslizarse sobre tablas en la nieve a unas 170 personas en El Llano, a 15 km de Andacollo.

Cuando llegó con su hijo Benjamín Alexander, 15 equipos de esquí y cuatro de snowboard a El Llano, el parque de nieve sobre la ruta 43 a unos 15 km de Andacollo y unos 50 de Chos Malal, Mario Calfulen se llevó una sorpresa. Era el mediodía del sábado 15 de julio, estaba frío pero soleado y casi 200 personas se habían acercado hasta esa picada de pendiente pronunciada y rodeada de pinos para dar sus primeros pasos sobre las tablas. El escenario: ese paraíso llamado norte neuquino que desde el cierre del cerro Wayle en Chos Malal se quedó sin opciones cercanas para esquiar: paradojas de esta maravilla de la Patagonia que sobrevuelan los cóndores entre laderas pintadas de blanco.

Traigan nieve que sobra onda. Este nuevo esquiador se tiró desde lo alto y se ganó los aplausos. Fotos: Martín Muñoz.

Mario, de 36 años y nacido en Junín de los Andes, aprendió a deslizarse sobre las dos tablas cuando fue soldado voluntario en la cordillera: el Ejército lo había enviado a aprender a Chapelco para poder cumplir con las misiones en la montaña. Luego fue instructor en el cerro de San Martín de los Andes y hace unos 10 años se radicó en Manzano Amargo, otra joya del norte de la provincia, donde se gana la vida como albañil.

El instructor en una de las clases, que dividió en turnos de 15 minutos para que todos pudieran tomarlas. Fotos: Martín Muñoz.

La escuela de esquí del norte neuquino


Su pasión es la nieve y por eso con su amigo Brian Muñoz montaron hace tres años la escuela de esquí Altos del Neuquén y les enseñan a chicas y chicos de este pueblo de unos mil habitantes y salen con el grupo a explorar las alturas, los callejones y las opciones de ese territorio tan virgen como inexplorado, menos por ellos, que saben por ejemplo lo que es patear y patear para subir y tirarse después en la pendiente empinada del cerro El Frutillar, frente al puesto de don Julio Argentino Vázquez, el criancero al que el puma le mató 60 ovejas una noche del 2017 que nadie por aquí olvidó.

Benjamín, hijo del instructor y también esquiador, asistió a su padre en las clases. Fotos: Martín Muñoz

Para poder esquiar, a pulmón, compraron los equipos. A puro esfuerzo, más las rifas, las colectas y las donaciones, lograron armar un stock como para salir a la aventura. La Municipalidad de Andacollo a cargo del intendente Manuel San Martín lo sabe y por eso contrató a Mario para que enseñara, ya que por estos días Brian anda trabajando en la temporada de Bariloche.

Culipatín a pura carcajada. Fotos: Martín Muñoz

Así fueron las clases de esquí en El Llano el fin de semana pasado que se repetirán este finde


Mario fue a El Llano con su hijo y cuando vio el panorama junto con la gente del municipio decidieron dividir la jornada en dos turnos de dos horas el sábado y el domingo, con los alumnos en tandas de 15 minutos de 14 a 16 y 16 a 18 para empezar a incorporar las nociones básicas de este deporte apasionante al que no es sencillo acceder.

La pendiente permite agarrar velocidad. Fotos: Martín Muñoz.

Mario aún está sorprendido. «Vieras la alegría de esos chicos, de los grandes también. ‘Esto lo veíamos por la tele y ahora lo podemos hacer profe’, me decían. O que para ellos hasta ahora la nieve era tirarse en culipatín en una bolsa de nylon o una cámara. Y uno se emociona con eso, con verlos aprender y esquiar o hacer snowboard. Había gente de Chos Malal, de Andacollo, de otros pueblos del norte. También había unos turistas de Rafaela. Estaban contentos, decían que allá en Santa Fe nunca nieva y ahora que andaban por acá aprendieron a esquiar, no lo podían creer«, cuenta.

Las clases se dividieron en turno para que nadie se quedara sin aprender. Fotos: Martín Muñoz.

Cuándo serán las próximas clases de esquí gratuitas en El Llano


Tras las nevada de anoche, este fin de semana se repetirá la experiencia, los mismos días y horarios, por orden de llegada para anotarse en la clases gratuitas. «La idea es que nadie se quede sin aprender», dice Mario.

Snowboard en El Llano. Los más grandes también se prendieron a las clases. Fotos: Martín Muñoz.

El finde pasado se quedó un rato más, porque los pibes se lo pedían. «Dele profe, esto no lo hacemos nunca». Y Mario accedió, aunque sabía que el trecho de noche hasta Manzano no sería fácil. Se fue más tarde pero con una sonrisa que no le entraba en la cara: estaba tan feliz con ellos. Recordaba al chico que vino a agradecerle llorando y le preguntaba cuánto le debía. «Nada amigo, estoy acá para enseñar», le respondió y se despidieron con un abrazo.


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